Hogwarts Hoe

XIV. George y Fred

TW: ataque de ansiedad (se incluyen autolesiones moderadas).

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George y Fred (o el asco que me tengo).

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Habitaciones de chicos (la quinta a la izquierda, específicamente), Sala Común de Gryffindor, Séptimo Piso, Torre Este, Hogwarts.
Sábado 5 de octubre, 1994.
09:50 hrs.

El momento en que me di cuenta que efectivamente sí me había alejado de mis amigos fue el mismo momento en que desperté desnuda por primera vez en medio de los gemelos Weasley (también desnudos, por si hace falta especificar) luego de habernos acostado la noche anterior en medio de una fiesta.

—Buenos días, princesa —dijo Fred en mi oído, abrazándome por la cintura y apegándose más a mi cuerpo.

—Buenos días —murmuré de vuelta de manera casi automática. George al otro lado se removió en su sitio y también me abrazó murmurando un «Buenos días», aún medio dormido.

—¿Cómo amaneciste?

—Bien... ¿ustedes?

—Maravillosamente. ¿Sabías que tu cabello huele a frambuesa? —dijo George, apegándose más a mi cuello. Lo oí aspirar antes de hacer un ruidito de deleite y quedarse ahí. Yo estaba más tiesa que tabla, sin saber cómo reaccionar.

No se suponía que me alejase de los Slytherin... ni que me acostase con los gemelos.

—No, creo que huele distinto para cada persona. Por mi shampoo —respondí en voz baja. Sentía la mirada de Fred puesta en mí, tenía una mano apoyada en mi cintura y con esta hacía círculos y figuras sobre mi piel por encima de la sábana.

—¿Estás bien? —preguntó Fred luego de analizarme por un par de minutos.

—Mhm —asentí en repuesta, Fred me observó un poco más antes de asentir e inclinarse para besarme. Mi primer instinto fue alejarme (no porque no quisiera, sino porque estaba conmocionada), pero como estaba apresada entre ambos no tuve mucho éxito con eso.

—Her... ¿te... te arrepientes de lo que pasó? —preguntó cuando no le correspondí el beso.

—No, no es eso. Creo que sólo estoy... sorprendida. Supongo que no me esperaba esto.

—Hm —murmuró, no muy convencido.

—Estoy bien, Fred. Estamos bien —aseguré, sonriendo de lado.

—De acuerdo —sonrió un poco antes de besarme apropiadamente, esa vez sí le correspondí.

—¿Quieren dejar sus cochinadas para después? Intento dormir —rezongó cuando Fred me tiró más cerca suyo.

—¿Quieres dejar de dormir? Intento hacer mis cochinadas —replicó. Yo reí divertida, viéndolos sentarse y empezar a discutir sobre si dormir o tener sexo.

—Chicos, paren. Es muy temprano para tener sexo —le dije a Fred—, y muy tarde para seguir durmiendo —volteé hacia George.

—Pero- —empezaron al mismo tiempo. Les puse una mano en el pecho a cada uno.

—Nada de peros. Paren, hay que levantarnos.

—No quierooo —se quejó George, abrazándose a mí.

—Yo tampocooo —Fred le imitó.

—No me importa —me sacudí, estirándome para agarrar mi brasier enganchado al piecero de la cama—. Hay que levantarnos a desayunar y yo tengo que buscar ropa limpia.