VIII. Toma de decisiones

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Toma de decisiones (o de cómo Pomona me rezó el Padre Nuestro por cambiar de realidades)

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Despacho del Director, Hogwarts, Escocia.
Jueves 12 de septiembre, 1994.
21:45 hrs.

Estuve caminando por un rato siguiendo las indicaciones que Daphne me había dado. Al llegar a la gárgola le dije la contraseña, pasó un segundo cuando esta se empezó a mover revelando las escaleras que daban acceso al despacho. Suspiré, tratando de convencerme de que no estaba a punto de cometer una tontería.

Spoiler: sí fue una tontería porque me sirvió para exactamente lo mismo que sirvieron para Harry en el canon.

Esos días había estado pensando en lo que me había dicho el sombrero, y si a eso le sumamos el hecho de que no entendía la mitad de las cosas que pasaba en clases (aunque hasta ahora no habíamos visto una clase normal, pero no sabía de lo que hablaban la mayoría de veces, y eran tres años anteriores de los que no tenía ningún tipo de conocimiento, ni siquiera básico, con lo cual sustentar un estudio individual), pues tenía con qué justificar lo que estaba a punto de hacer si resultaba siendo una mala idea.

(sí fue)

Medio insegura, toqué la puerta del despacho, y esperé a que se abriese. Esta se abrió sola. La habitación era como en las películas, así que no voy a explicar la situación, pero era bastante interesante mirar las cosas de ahí, la neta.

Miré hacia el escritorio, donde Dumbledore dejaba una pluma y un pergamino a un lado, y se reclinaba sobre la mesa con los antebrazos apoyados en esta y las manos entrelazadas.

—Hiraeth, ¿qué sucede? —preguntó cuando me senté, me ofreció un botecito con caramelos, y cosas dentro. Negué, y suspiré replanteándome mi vida entera una vez más.

—Me gustaría poder tener una reunión con el profesorado, Director —Dumbledore alzó una ceja, mirándome.

—¿Podría saber por qué?

—Es algo que me gustaría discutir con todos los profesores, si no le molesta, Director.

—De acuerdo... ¿para cuándo necesitas esa reunión?

—A la mayor brevedad posible —Dumbledore me miró como por dos minutos en silencio. Yo estaba nerviosa, pero traté de mostrarme lo más neutral posible. Unos momentos después él asintió, y tomó unos papeles de colores que tenía en una gaveta, sacó unos rojos, escribió algo ahí, y los papelitos se incendiaron en el aire cuando Fawkes pasó por encima luego de que Dumbledore los revoleara a la nada.

El fénix se sentó en uno de los brazos de mi sillón, y me miró el alma (ahí como que a la gente le gustaba mucho eso de mirar el alma de los demás, la verdad), luego se acercó un poquito trinando, y me dejó acariciarlo.

¿Yo? Felí.

De repente unos papelitos rojos aparecieron en el escritorio de Dumbledore, él los miró, y sonrió—: Perfecto, los profesores ahora se dirigen a la Sala de Profesores, ¿vamos? —me señaló la puerta, Fawkes se subió a mi hombro, y se acurrucó ahí. Seguí a Dumbledore hasta la sala sin prestarle mucha atención al camino por estar encandilada con el fénix.

I'm only human after all, no me juzguen.

Al llegar ya estaban los profesores sentados esparcidos por el espacio, Dumbledore tomó asiento luego de decir que yo había solicitado una audiencia porque quería discutir algo con ellos.

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