XI. Pociones con Snape

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Pociones con Snape (o de cómo soy muy buena haciendo pociones por mi cuenta, y de cómo le caigo bien a Snape (creo)).

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Aula de Pociones, Mazmorras, Hogwarts.
Sábado 14 de septiembre, 1994.
10:00 hrs.

—Veo que llega puntual, Srta. Hiraeth —dijo Snape cuando entré al aula exactamente unos treinta segundos antes de las diez en punto.

—No me gusta la impuntualidad, Profesor —le respondí, dejando mi bolso en la mesa en la que íbamos a trabajar. Saqué los libros que Snape me había dado y se los entregué, este me miró con una ceja alzada.

—Srta. Hiraeth... necesitará esos libros para estudiar y llevar a cabo las pociones.

—Lo sé, hice copias de todos... bueno, alguien hizo las copias por mí, así puedo rayar el libro y poner mis propias notas —él asintió, complacido, y con un movimiento de su varita los libros flotaron hasta llegar a su escritorio.

—Muy bien, veo que puede ser eficiente. ¿Me dirá cuáles son las pociones que revisó?

—Leí todas, pero tengo estas cuatro que se me hacen necesarias y/o importantes.

—¿Por qué una poción que convierte la cabeza de quien lo bebe en una calabaza es necesaria o importante, si me permite preguntar? —yo me reí, viendo la fulana Poción Pompion en el libro que Snape revisaba.

—Nada, se me hizo divertida —él elevó una ceja, mirándome medio divertido.

—¿Usará los conocimientos que le transmitiré sobre el fino y refinado arte de las pociones para hacer bromas, Srta. Hiraeth?

—¿No lo hacen todos aquellos que son mínimamente competentes, al fin y al cabo? —elevé una ceja, imitándolo—. Los gemelos Weasley, por ejemplo; la mayoría de cosas que hacen, por no decir todas, son a base del fino y refinado arte de las pociones, Profesor —Snape hizo un bufido de risa y asintió.

—Muy acertado, Srta.. Espero nos llevemos bien, no me gustaría que mi cabeza fuese una calabaza de lo contrario.

—Yo también espero lo mismo, Profesor.

—Por supuesto que querría empezar por la Poción Pompion —bufó Snape, yo me reí mientras él revisaba por encima el cuaderno—

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—Por supuesto que querría empezar por la Poción Pompion —bufó Snape, yo me reí mientras él revisaba por encima el cuaderno—. De acuerdo, Srta., debe buscar una Polilla Flitterby, Bulbos rebotadores, y una dedalera.

—No tengo ni idea de qué sea nada de lo que dijo —Snape bufó y se fue a buscar él los ingredientes.

—Aquí —dijo, dejando una flor alargada en la mesa, un frasco con polillas, y lo que él dijo que era el famoso bulbo rebotador, pero para mí eso era igual a una berenjena—. Muy bien, primero hay que preparar el caldero... supongo que no sabe cómo, ¿cierto? —negué, Snape suspiró y atrajo el caldero—. Primero se debe asegurar de que el caldero esté limpio en su totalidad —dijo mientras lo movía a todos lados y señalaba las partes que iba diciendo—. Al menos en la parte interior y en los bordes, en la parte exterior asegúrese de que al menos cinco centímetros desde el borde se encuentren limpios, para evitar contaminaciones o traspasos de productos. Lo ideal sería que esté completamente limpio.

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