Dormitorio principal de Grindelwald Manor, Windsor. Sábado 31 de Agosto, 1994. 07:30 hrs.
Estaba enojada.
Con la vida, con el universo, con TikTok, con el estúpido, falso, y aparentemente imposible shifting. Había gastado meses de mi vida limpiando como enferma mi habitación, tomando agua hasta estar a punto de dormir en el baño de tantas veces que iba al día, y meditando cuando no me gustaba meditar y cuando me costaba muchísimo por no poder concentrarme.
Había desperdiciado cada día, cada esperanza, cada despertar, cada desilusión en una estúpida y fantasiosa idea que encontré en videos de T/N con Draco en YouTube, y que reafirmé en TikTok (y más investigaciones en foros y gugul).
La noche anterior había tirado la toalla, me rendí. He de admitir que me sentí un poco patética al irme a dormir despotricando de todo y de todos como si alguien fuese a escucharme, o responder todas mis dudas. Siquiera consolarme por sentirme tan patética.
Enfurruñada, me volteé, agarrando una almohada y estrujándola con piernas y brazos. Registré que olía a algún tipo de flor que en mi bruma de sueño no logré reconocer, lo que se me hizo raro porque mis almohadas no huelen a eso, pero encogiéndome de hombros mentalmente, me abracé a la almohada como si mi vida dependiera de ello. Ese día tenía clase, y preferí esperar a que mi madre entrara a despertarme en vez de levantarme por mi cuenta.
Cuando pasó el tiempo suficiente como para que la luz se colase por la ventana, e iluminase el cuarto por completo, me quejé en voz alta mientras me estiraba como si fuese un gato. Me senté en la cama y bostecé, cerrando los ojos fuertemente hasta lagrimear un poco.
Con un suspiro me quejé en voz alta antes de mirar hacia atrás, donde se suponía que estaba la cabecera de mi cama con mi teléfono cargándose, encontrándome con una cabecera de color marfil con un escudo bien raro en medio. Sin mi teléfono.
Yo:
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Miré a mi alrededor, encontrándome con una habitación más grande que mi apartamento. Una cama que parecía kilométrica me recibió primero. Registré que era el lugar donde estaba, y que la almohada a olor a flores era la que tenía a un lado. Más allá de mi posición, vi un cuadro de una pantera negra siendo enroscada por una serpiente encima de una chimenea en la pared frente a la cama, un poco más allá vi que había una especie de sala con una mesa rodeada de sillas, una biblioteca enorme, algunos sofás, y lo que parecía otra chimenea frente al sofá.
Por un momento me paniqueé bien feo.
Pensé: salaverga, me secuestraron... me secuestraron millonarios..., pero sigo estando secuestrada, claro.
¿Premio o premio?
A un lado de la cama había una mesita de noche donde había una varita negra muy bonita, se me hizo conocida, y la tomé dándole vueltas y examinándola. Dejándola a un lado volví a mirar la habitación confundida.
