Hogwarts Hoe

Interludio: Las dificultades de esconder seis animagos ilegales.

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—¡Coño 'e tu madre, mamahuevo del coño! —grité, tirándole a Lex una almohada que estaba cerca—. ¡Dejáme arreglo esto primero, imbécil de mierda! ¡Qué ladilla contigo, pana! No joda.

Segundo día en Hogwarts.

Teníamos que arreglar los lugares en los que los chicos se esconderían, o descansarían en sus formas animagas. Usualmente dormían conmigo, la verdad, porque la cama era más grande que mi cuarto en esta realidad, entonces cabíamos los siete ahí perfectamente.

Pero habían veces en las que tendrían que esconderse porque llegarían visitas, o en las que preferían estar en sus formas animagas, y las «casitas» estaban equipadas con comida, calefacción, y cosas bastante cómodas para ellos, así como trasladores de emergencia, y hechizos de silencio.

Y teníamos que organizarlas para que no se notase que eran casas de «mascotas», o lugares donde cupiesen animales porque se iba a ver raro e iba a generar preguntas.

Sobre todo Lex, el cual era un león en su forma animaga, y su casita era muy grande y espaciosa. Y el mamahuevo no paraba de ladillarme mientras arreglaba las de los demás.

—Pero, Her —se quejó—. ¿Dónde vas a poner la mía?

—¡En el Lago Negro la voy a poner como no me dejes organizarme, mamahuevo! —gruñí, casi que tirando la casita de Adex, cuya forma animaga era un águila, y su casita la íbamos a colocar en una plataforma que se veía como un capitel de una columna.

—Es que ya no va a quedar espacio para mí-

—¡La puta que te parió treinta mil veces en un rancho de excremento, Lex! ¡Me volvés a decir una puta perra vez más algo respecto a tu casa de mierda, y te la voy a meter por el culo y la voy a pegar al techo, no joda! —todos se quedaron en silencio, viéndome.

Tex, quien sostenía la escalera en la que estaba montada, se quedó todo tieso en su puesto, y yo casi me termino cayendo porque la escalera se re tambaleó.

—Ah —murmuró Adex, viendo su casita en el suelo, la cual se cayó por el movimiento.

Respiré profundamente, apoyando la frente en la pared mientras aplacaba mis instintos asesinos contra Lex.

—Más te vale cerrar la puta boca si no quieres que te asesine yo misma, Lex. Porque te juro que te mato como vuelvas a hablar —murmuré, bajando lentamente de las escaleras. Le arranqué sin cuidado la bufanda del cuello a Siex, y se la empuje con fuerza en el pecho a Lex—. Ponte esta mierda en la boca si te da la gana, pero dices una cosa más, y te mando a Narnia del putazo que te voy a dar. ¿Entendido? —él asintió rápidamente, y se metió la bufanda a la boca hecha una bolita sin dudarlo.

—¿Tenía que ser mi bufanda? —exclamó Siex con una mueca de asco, observando a Lex con los brazos cruzados.

—Si no vas a ayudar, cierra la boca tú también —espeté, pasando por su lado.

—Ten —me pasó Adex la casita ya arreglada.

—Gracias.

Tex sostuvo la escalera, y yo me puse a arreglar la plataforma que tenía ya puesta para luego ponerle la casita encima, y ponerle un encantamiento desilusionador que lo hiciese ver como un capitel.

—Gracias, Her —me dijo Adex cuando bajó, dejando un beso sobre mi frente.

—Un placer —sonreí, dejando un beso en su mejilla—. ¿Ustedes vieron dónde la quieren? —me volteé hacia Siex y Ax, los cuales me habían dicho que ellos mirarían dónde lo querían.