XVIII. Hydra

193 23 73
                                    

°°°

Hydra (y tiempo de calidad con Ax).

°°°

En las profundidades del Bosque Prohibido, Terrenos de Hogwarts, Escocia.
Sábado 9 de noviembre, 1994.
00:30 hrs.

—¿Estás segura de esto?

—Necesito ver qué dragón es al que me voy a enfrentar, Ax. Si todo sale como en mi realidad, a mí me debería tocar el que queda. Necesito saber qué tan malo puede ser. Aunque peor que el Colacuerno Húngaro no puede ser, ya que estamos —volábamos con encantamientos desilusionadores puestos sobre nosotros. No estaba segura de si Hagrid ya le había enseñado a Harry los dragones, pero sí sabía que teníamos que caminar (en este caso volar) bastante para poder verlos.

Luego de más o menos veinte minutos ya éramos capaces de escuchar los rugidos y mirar a la distancia el espacio donde tenían a los dragones. Suspiré aliviada de haber tomado el camino correcto. Iba abrazada a Ax, quien era el que manejaba la escoba. Aún estaba practicando eso del vuelo porque no me salía bien, y era medio complicado. Esperaba que no fuese tan necesario en un futuro cercano. Aunque estaba aprendiendo relativamente rápido, así que todo bien. Más o menos.

Ax aterrizó a una distancia prudente del puesto donde los dragones estaban encerrados en jaulas enormes. Al parecer, o estaban sedados, o dormidos. Habían un par de dragonólogos checando cosas de los dragones y sus jaulas, así como de los huevos y sus nidos.

—¿Cuál es el dragón restante? —señalé el último a la derecha. No se veía del todo bien desde esa distancia, pero se alcanzaban a ver las escamas que parecían brillar de varios colores, una gran cola enrollada en sí misma, un cuello largo y una cabeza pequeña y con rasgos finos depositada encima de su cola, que fungía como una especie de almohada.

Opaleye de las Antípodas —susurró, volteé a verlo. Él estaba casi hipnotizado por el dragón, así que le di un pequeño empujón—. Perdona —volteó a verme, sonriendo—, son mis dragones favoritos.

»Estás de suerte, si ese es el que te toca. Debes saber que es considerado el dragón más hermoso que existe, aparte de que no suele ser violento, a menos que tenga hambre. Me sorprende que lo hayan traído, siquiera, esperaría un dragón más violento. Estos incluso tienen algunas colonias de humanos cerca de donde viven.

—¿En serio? —pregunté también confundida. ¿De qué servía un animal «dócil» para una prueba que, se supone, debía ser peligrosa?

Esperamos a que los dragonólogos se fueran porque queríamos acercarnos al dragón y ver qué tan receptivo era conmigo. Ax había mencionado que siempre tuve cercanía con los dragones, incluso hizo alusión a la Reserva de Dragones de la mansión.

—¡¿Tenemos una Reserva de Dragones?!

—Ajá. Está un poco alejada de la Mansión, pero sigue estando en sus terrenos, y los dragones usualmente sobrevuelan la mansión.

—¿Me estás jodiendo? —pregunté anonadada, Ax rio negando.

Amé🙏.

—En mi guion puse algo sobre que las criaturas mágicas me tenían confianza —mencioné, observando cómo las personas ahí parecían ignorar al Opaleye de las Antípodas. Supuse que por ser muy dócil no estaban tan frenéticos como con los otros, los cuales aún sedados parecían ocasionarles algunos problemas.

—¿Tu guion es eso que me explicaste que es donde escribes como tu vida?

—Digamos que sí.

—Mmm. Los dragones... los dragones no son como otras criaturas mágicas —murmuró, balanceando una pierna. Estábamos sentados en unas ramas de un árbol cercano—. Son más feroces, agresivos y no se dejan domesticar por nadie... supongo que tiene sentido el que tengamos una reserva de dragones privada si pusiste eso en tu guion. Hasta les gusta que los montes, lo cual es raro porque los dragones son las criaturas más libres del mundo, no van con nadie ni por nadie... pero parece que tienen cariño especial por ti. O tu magia.

Hogwarts HoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora