XV. El Torneo de los Tres Magos

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El Torneo de los Tres Magos (y del cómo los problemas de verdad empiezan a aparecer).

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Mesa de Gryffindor, Gran Comedor, Hogwarts.
Jueves 31 de octubre, 1994.
18:00 hrs.

Mi relación con los Slytherin sólo había ido de mal en peor. Trataba de compensar(me) pasando tiempo con los gemelos, eso ayudaba a olvidar cómo me sentía, aunque en la soledad de mi habitación los ataques de pánico se hicieron más frecuentes. Tanto así que empecé a tener la necesidad de dormir abrazando a Ax, Zeix, Tex, Lex, o Adex si no dormía con los gemelos. Porque eran quienes podían ayudarme con la ansiedad.

Obviamente, todos mis guardaespaldas estaban bastante preocupados.

Había seguido con las tutorías respecto a las clases, eso ayudaba a mantenerme ocupada y forzarme a hacer algo.

Casi un mes entero y podía contar con los dedos de una mano las interacciones que mantuve con los Slytherin.

Mis amigos.

La parte baja de mi cerebro murmuró que no merecía llamarlos así.

El 31 de octubre llegaron los demás colegios a Hogwarts. Dumbledore había anunciado a la hora del almuerzo que en la hora de la cena tendríamos invitados. Todos cuchicheaban entre ellos y yo me veía y estaba casi muerta en vida por la ansiedad y demás cosas que estaba sintiendo y no sabía cómo gestionar.

Nos presentamos a la cena unos minutos antes para que Dumbledore diese su discurso. A las seis en punto Dumbledore gritó el nombre del aclamado colegio francés y sus estudiantes hicieron su espectáculo de entrada.

No me pudo importar menos.

No soy de esta realidad —espeté en el momento más Gryffindor de mi vida.

Mi momento más humilde (mentira):

Ax, Zeix, Tex, Adex, Lex, y Siex levantaron la cabeza hacia mí mirándome, analizándome. Suspiré, mordiendo mi labio nerviosamente.

—Al menos mi conciencia no lo es. El 31 de agosto fui capaz de cambiar mi conciencia con la de la Hiraeth que ustedes conocen mediante una práctica que en mi realidad conocemos como «shifting».

»El 31 de octubre el director Dumbledore anunciará el Torneo de los Tres Magos. El lunes, tanto mi nombre como el de Harry saldrán del Cáliz cuando ya la selección haya sido llevada a cabo. Les digo esto porque no pensé en este factor antes, pero no tengo idea de cómo funciona mi magia, ni de hacer la mayoría de hechizos que estoy segura que debería saber —carraspeé, ellos estaban quietos en su sitio, observándome.

»La primera prueba será enfrentarse a dragones, hay que conseguir un huevo que posteriormente nos dará una pista de la segunda prueba que consiste en buscar una persona preciada para nosotras en el Lago Negro. El problema de eso es que no sé qué tipo de dragón me toque a mí, ni lo peligroso que puede ser, ni cómo sortearlo y salir ilesa.

»Tengo un par de ideas respecto a eso, claro —dije—, pero no tengo ni la menor idea de cómo llevarlas a cabo. Sé que tengo poderes fuera de la magia como bruja, y estoy segura de que podría usarlos. La cosa es que no sé cómo, y me da miedo practicar en cualquier sitio por si rompo algo que no debo o alguien me descubre. Sé que ustedes podrán ayudarme puesto que son mis guardaespaldas... y todo eso —terminé murmurando, cohibida por sus miradas.

—Sí..., eso lo explica —asintió Zeix un tiempo después. Volteé hacia él, mirándole interrogativamente. Se encogió de hombros—. De cierta manera no eras tú... mucho más abierta, receptiva, feliz... inocente. Tiene sentido —se volvió a encoger de hombros.

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