XXII. El Obliviate.

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El Obliviate (y el cómo me enteré de la relación de los chicos (resumen: soy un circo andante)).

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Habitaciones de chicos (la quinta a la izquierda, específicamente), Sala Común de Gryffindor, Séptimo Piso, Torre Este, Hogwarts.
Lunes 9 de diciembre, 1994.
13:00 hrs.

Para ese entonces había retomado mi relación con los Slytherin, aunque también tenía el factor de los gemelos, los cuales me empezaban a gustar mucho más con el paso del tiempo. Parecía que todo iba viento en popa. Más o menos.

Los gemelos y yo solíamos hacer muchas cosas juntos; bromas, salidas a Hogsmeade, sabotear cualquier cosa. Disfrutábamos juntos hacer eso.

Luego de la primera prueba fue anunciado el baile de Yule. Todos parecían frenéticos por encontrar pareja. Yo estaba fresca porque iba a ir con Fred y George.

En el tiempo que practicaba con mis guardaespaldas, también me enseñaron otras cosas que se suponía que sabía; boxeo, danza, artes marciales, relaciones públicas...

Claro que no era una experta, pero al menos podía hacer esas cosas decentemente y sin parecer una noob en el área.

Sumado a estas clases particulares con mis guardaespaldas, estaban las tutorías del colegio. Me venía bastante bien eso del torneo porque tenía más tiempo libre para hacer todo lo que hacía para ese momento, aunque seguía asistiendo a algunas de las clases normales.

A su vez, de alguna manera, Snape pensó que yo me veía muy desamparada y sola por la vida, así que básicamente me adoptó. Se comportaba como un padre preocupado cuando se trataba de mí; velaba por mi seguridad, me beneficiaba más de lo normal en clase, y empezamos a tener una especie de costumbre de tomar el té los lunes. Hablábamos de todo y de nada. Muchas veces contábamos chismes, e incluso hablábamos mal de la gente.

Y así, Snape se volvió como un padre para mí.

Y Minnie también creyó que necesitaba una figura materna y se auto-denominó mi madre. Era una situación parecida que con Snape; se preocupaba mucho, me beneficiaba, hablábamos mucho. Con ella solía ir los miércoles a comer golosinas y tomar chocolate caliente.

Era gracioso el hecho de ver a Minnie sentada en el suelo frente a la chimenea, un montón de envoltorios y dulces alrededor, envuelta en una manta y una taza de chocolate caliente en mano chismeando conmigo. A veces hasta nos hacíamos mascarillas, y me dejaba hacerle skin care.

Cuando le conté este último hecho a Snape sin querer se enfurruñó, y me dejó hacerle skin care también, jxjsj.

Noté en ese momento que la pasé mal para nada. Pude haberlo platicado con mis amigos, y seguir manteniendo mi relación con los gemelos. Tal vez las cosas debían de darse así, pero me hubiese gustado no haberla pasado tan mal por la situación.

Espacio para recordar que tenía catorce, y nunca tuve una relación sentimental ni física con nadie, así como que estaba pasando por cosas en mi RA (problemitas mentales, pues), así que no esperen mucho de mí, sobre todo por esta época. Ahora tampoco, ja ja, pero más por esa época.

Mi sentir hacia los gemelos no había hecho más que incrementar con el paso de los días. En algún momento nuestra relación pasó a ser más sentimental que física y, para mí, todo estaba perfecto.

Literalmente nuestra relación empezó a tener un glow up tremendo. Muchos en Gryffindor nos envidiaban, teníamos una comunicación maravillosa, y la relación era chef kiss.

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