Capítulo 22 (Tercera parte)

35 10 0
                                    

Al ver a mi hermano cambio de expresión, le dedico una sonrisa y él se acerca sin más demora, abraza a nuestra hermana con ternura y luego le presenta a su novio, Teo, este le dice que es un placer conocerla y espera que sean buenos amigos, seguramente Vlad le enseño eso, aprende rápido y lo expresa muy bien porque mi hermana le responde que también es un placer conocerlo y que espera que sean muy felices, como yo y Bruno.

Agradezco no estar comiendo, me limito a sonreír nerviosa mientras mi hermano dice en voz alta la respuesta de Emma, es que acaso no podía obviar esa parte, Dios mío. Tengo ganas de ir a casa y quitarme el vestido, Vlad y Teo no se hacen problema de quedarse con Emma, porque ella quiere terminar su hamburguesa. Me despido de todos, incluso de Milán, camino con el saco puesto y Bruno se adelanta para abrirme la puerta.

- Muchas gracias; digo con una leve sonrisa.

- De nada Ari

Avanzamos un poco, pero se detiene porque su celular comienza a sonar, así que se aleja para contestar y yo estoy a punto de subirme al coche, sin embargo veo una mano en mi antebrazo, se trata de Milán, otra vez. Doy media vuelta y alejo mi antebrazo con lentitud. Una vez más estamos solos, miro de reojo y Bruno está atento a su llamada y de espaldas, relamo mis labios con delicadeza, esta vez decido tratarlo como a sus amigos, la posible amistad es cosa del pasado, el beso un error y mi inestabilidad sobre eso también. Dejo de lado la mirada que estoy acostumbrada a usar, más bien, la que uso cuando estoy de humor o en compañía de alguien agradable.

- Milán, creo que estas lejos de la silla de un buen restaurante, ya sé, como parte de tus recorridos para conocer la ciudad es visitar los barrios bajos, los lugares extravagantes, pero eso debe ser excitante para los niños ricos, lo bueno es que estás con mi hermano y mi hermana, ellos te cuidaran muy bien; me burlo y él me mira confundido, irritado, molesto, herido, al diablo, que se joda.

Bruno se acerca de un segundo a otro, se apoya en su coche, está al lado mío, como un buen amigo.

- Ari...; intenta hablar el intruso.

No, ya quedo atrás las frases lentas y disculpas baratas, si no va a atacar, lo voy a seguir haciendo yo, hasta que salga llorando.

- Pero no los humilles con tu dinero, ellos si lo harán de corazón

- Por Favor...; vuelve a intentarlo pero Bruno se le adelanta.

- Toma Ari

Bruno me entrega un cigarrillo y no dudo en prenderlo, pena si Milán no se aleja y no lo hace, así que le doy una calada y expulso el humo en su cara, él retrocede un poco y eso me causa gracia, mucha gracia.

- Ariana quiero hablar contigo en privado, por favor; musita después de toser.

Eso me inquieta y emociona a la vez, pero no en el sentido que piensan, para nada, frunzo el ceño y miro a Bruno.

- Sabes qué dijo de mí, que soy una perra insensible

- Jamás te llamé...

- "Perra insensible", ¿Por qué?; pregunta Bruno con otro cigarrillo en la mano.

- Si me permites...; intenta defenderse.

- Porque no me conoce..., sí, soy una perra, pero no soy insensible, en fin, ¿Quién puede cambiar el pensamiento de los niños ricos, cierto?

Milán hace puños, analizo todas sus expresiones, creo que explotará en cualquier momento, así que es momento de dejarlo solo con su rabieta.

- Vuelve con ellos o toma un taxi, no vaya a ser que te roben u otra cosa, Dios santo; digo con una cara horrorizada y sarcástica a la vez.

- Ariana...; musita con la voz ronca, pero un detalle en sus ojos satisface mi autoestima, quiere llorar.

- Bien, es hora de irnos; anuncia Bruno, mientras se dirige a la puerta del conductor.

Veo que entra al coche y aclaro mi garganta para decir lo último, primero sonrío de oreja a oreja y después de apagar el cigarrillo en el suelo, comienzo.

- Te doy un consejo Milán, llora, es bueno desahogar el alma, y uno de regalo, deja de juzgar a las personas que no conoces, y si lo vas a hacer, no hables con ellas, la hipocresía es una mierda y yo ya conozco mucho de eso, adiós petulante junior

...

Me recuesto en la cama con el cachete pegado a la almohada, y por alguna razón no dejo de pensar en lo que le dije, ese momento se sintió bien, pero ahora me invade otro sentimiento, no, él se lo merecía, apago la lámpara y me entrego a la oscuridad, mientras mi mente se transporta al día que lo conocí, la misma mirada asustada que ese día, en verdad soy una perra insensible, joder.

No Se Enamoren de Ari (Por favor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora