Capítulo 30

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Mastico con lentitud la merienda que me hice en casa, me gusta comer frituras, pero mucho más si yo las hago, porque las papas fritas salen más barato si las haces en casa, estoy sentada en el comedor de la cafetería con vista a la puerta, como no vine ayer, hoy me toca hacerlo, estoy sola, es normal que este vacío un domingo, en fin, espero con calma mi turno de salir a guiar.

De un segundo a otro la puerta se abre de golpe, qué raro, Charlotte está aquí, en compañía de su amiga Ava, elevo la cabeza y ambas cierran la puerta con agresividad, están furiosas y yo sé porque, pero no pienso tomarles importancia, vuelvo a comer otra papa frita mientras me miro las uñas, lucen lindas. Aún no dicen nada, parece que están recordando el teatro que piensan armar aquí y Charlotte comienza.

- ¿Qué tienes en la cabeza? Ayer toda provocativa y ahora te quedas callada; espeta y yo vuelvo a comer otra papa, recuerdo que estoy en el museo, no, más bien recuerdo que no tengo ganas de responderles, de pelear, de nada con ella, perro que ladra no muerde.

- Esta no tiene conciencia, ¿Qué querías? Verlos muertos, porque el idiota de mi hermano casi mata a Bruno

- No, el idiota de Bruno casi mata a Milán; aclara Charlotte.

Ups, creo que la pelea será entre las dos, quién quedó más golpeado, elevo la mirada para ver cómo se miran, obvio, cada una defiende al chico que le gusta, pobres, si supieran que a ninguno de los dos les importa, me meto otra papa.

- Bueno no importa, la cosa es que ambos están mal, di algo maldita sea; explota Ava y esta vez frunzo el ceño.

- Me estás maldiciendo, eso no es correcto en una buena católica, recuerda, estamos en la casa de Dios; aclaro en tono de reproche.

- La casa de Dios, por favor, eso no te importa, tú eres una hipócrita por estar aquí, te exhibes como una cualquiera para provocar a chicos buenos; me contradice Ava.

Esta vez río con ganas, Bruno un chico bueno, por favor, carcajeo con ganas mientras me sacudo las manos, ya no tengo más papas, maldición.

- ¿De qué te ríes?; pregunta Charlotte, se ve irritada con mi actitud.

"Que divertido"

- Ay Dios mío, escuchen, ¿Qué les preocupa?, ahora tienen un motivo para estar cerca de ellos, pueden curar sus heridas y esas cosas que hacen las mujeres enamoradas

De repente suena la campana, digo el timbre, me pongo de pie, recojo mi bolsa y me dirijo a la puerta, sin antes voltear y decir algo más.

- Ah, me visto como se me da la gana, voy a donde se me da la gana, hago lo que se me da la gana y sus palabras me las fumo como un cigarrillo y eso no me hace una cualquiera, a ustedes debería darles vergüenza por hablar así, también son mujeres, y piensen en algo, ustedes deberían agradecerme por salir con ellos, recuerden por quien se pelearon ayer, con permiso

Salgo a toda prisa y no veo a ningún visitante, frunzo el ceño con la intensión de ir hacia recepción, pero ni bien bajo la grada me detengo en seco al verlos pasar, no solo es una familia, sino una muy particular, nada más y nada menos que la de Milán, madre, padre y el petulante, me miran y yo no bajo la mirada, al parecer la madre está más enterada de todo, porque su expresión cambia al darse cuenta que soy yo, la vendedora de la tienda, escucho la puerta de cafetería, ahora se nos une Charlotte, esta última se les acerca para saludarles de beso en la mejilla, ellos corresponden de buena gana. Me quedo como estatua sin saber qué hacer, porque legalmente es mi turno, pero ni en sueños pienso guiarlos.

Pasa lo que es obvio, Charlotte les pide un momento y se dirige hacia mí, camina con garbo y después escucho la puerta, sale la amiga y se une a su familia, no desvío la mirada ni nada por el estilo, más al contrario la elevo un poco para que sepan que nadie me intimida.

- Ahora lo entiendes querida; espeta con una ceja arqueada.

- ¿Qué?; pregunto con indiferencia.

Charlotte sonríe y se lleva ambas manos a la cintura mientras yo las cruzo.

- Que tú eres una vendedora; espeta con esa típica mirada de petulante.

- Pero yo sí lo pude guardar en mis contactos como my Milán, porque fue mío, ¿Qué hay de ti?

Se queda boquiabierta, está a punto de hacer una rabieta y no estoy pare verlo, no aquí, así que continúo sin darle la oportunidad de que haga un show.

- Escucha, no estoy para pelear con nadie por nadie de esta manera; aclaro con seriedad.

- Entonces pon de tu parte

- ¿Y qué hago?, me comporto como tú para alejarlo, no voy a cambiar por nadie, entiende

- Crees que es divertido

- Creo que es estúpido; recalco y me alejo de ella con lentitud, sin antes dedicar una mirada simpática a la familia que no deja de verme.

No Se Enamoren de Ari (Por favor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora