Capitulo 21

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Valentino negó tener conocimiento sobre aquel dato, pero no era consciente de un pequeñísimo detalle delator. En la espalda de su prenda negra resaltaban los patrones blancos de un par de manos femeninas...

Efectivamente, eran hechos con harina.

Y como la harina blanca, el rostro de Diana palideció. El capo solo esbozó una media sonrisa.

—Mi muchacho no mentía cuando dijo que no sabía en dónde trabajas. — ironizó con un pequeño gesto de satisfacción. 

Diana pasó de estar pálida a ser un tomate humano mientras su mirada encontraba demasiado interesante a una taza de porcelana.

Aunque agradecía no ser la otra invitada.

La que menos estaba disfrutando el momento era Alessia y fue más que confirmado cuando el chirrido de la silla al correrse lo anunció. 

—Si no le molesta, voy a hablar con Valentino. — se dirigió con una falsa amabilidad al mayor destilando veneno a la otra joven.

Sin esperar respuesta su figura de diosa vestida en un atuendo rojo salió con el sonido de sus tacones resonando apresurados en dirección a la oficina del hombre dejando el lugar en silencio. 

Diana exhaló un largo y sonoro suspiro que fue tomado en cuenta por el mayor presente. 

—¿Pasó algo de lo que tenga que encargarme con Valentino? O... ¿Debería encargarme de él? 

—No pasó nada en particular, señor. 

Me derretí como chocolate en verano en los brazos de su hijo, señor. Nada extraordinario...

—Me alegra saber eso, de lo contrario interrumpiría mis planes para ti... — agregó.

—¿Qué desea que haga señor?

—Es más un pedido... Demasiado particular. Como sabes eres de agrado en los altos rangos de la Familia con eso me refiero a que estás acogida por los Galtieri, trabajas para los Caruso y para mi queda la conclusión que tu caso no deja de ser delicado. Últimamente ha habido un movimiento... Un poco raro en los horizontes. — se levantó de su asiento encaminado al ventanal colocando sus manos en los bolsillos del pantalón azul marino de sastre.

Ahora entendía bien porqué Valentino cargaba tanta elegancia, era casi una réplica rejuvenecida de él mismo con una mezcla extraordinaria de belleza. Asumía que era herencia de su madre.

—Por lo tanto, he estado pensando en tu seguridad y quiero brindarte la mejor atención. Tengo que admitir que tu sola presencia está causando cosas positivas en varios aspectos...

Diana copió su acción ubicándose a su lado, frente al maravilloso paisaje que se mostraba ante sus ojos. 

—Toda la familia me ha estado brindando atenciones que tienen un valor que no puedo pagar si hablamos monetariamente... Quiero que sepa que voy a estar a su completa disposición en cuanto a decisiones respecta.

—He pensado que lo más razonable es que vivas en esta casa. — lanzó sin vueltas el hombre. —No quiero asustarte, pero estás viviendo una vida tranquila con demasiadas libertades. Y no digo que sea malo, sino que puede ser peligroso. Además... Sería devastador para Stella y Lorenzo que algo te sucediera, ellos te aprecian. Y no estoy dispuesto a pagar el precio de perderlos a ellos por no velar por ti. Por otro lado, tengo a mis sobrinos Stefano y Cecilia que por cuestiones laborales dejaron la panadería por un tiempo y justo apareciste tú para matar la soledad de mi hermana y mi cuñado... Me insistieron que sea atento con eso.

Había que aclarar que no era un insensible, era un hombre razonablemente astuto y en el que analizar el lado emocional al cuál se refería comprendía que estaba más que acertado. Ella tampoco quería pagar el precio de perderlos cuando solo estaban brindándoles una mano.

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora