Capitulo 34

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Diana despertó verdaderamente tres horas más tarde de la salida del italiano. Y tampoco despertó por si misma, sino por la sensación de estar recibiendo mimos en sus piernas tan suaves que parecía estar soñando, aunque lo opuesto se confirmó cuando unos dientes presionaron la carne de su cadera en una mordida que la hizo retorcer en respuesta descubriendo su procedencia.

Valentino estaba de rodillas en la cama con los muslos separados, parcialmente sobre la parte inferior de la chica recargado sobre el brazo izquierdo con los rizos del cabello caídos en su frente bajo una mirada de predador listo para la cacería y una sonrisa traviesa.

—Buenos días, bambolina. Es hora de levantar, tenemos que ir a donde te prometí.

—Estúpido carnívoro — reprochó Diana colocando su mano sobre la mordida para verificar el nivel de daño.

Aunque sabía que estaba exagerando.

—Estúpido no, pero carnívoro... Puede ser. — comentó colocando su cuerpo vestido sobre el de la castaña rozando a milímetros sus narices. —¿O es que no te he comido lo suficiente para que lo entiendas? Muñequita.

Valentino terminó la frase levantándose de la cama aminorando la situación, especialmente como si no fuese consciente de que no la había dejado con los labios separados listos para fundirlos en un beso.

Era parte del juego, ese es su juego, de no ser así, no sería Valentino De Luca.

Luego de las situaciones acontecidas en la habitación masculina, Diana fue a la suya por un cambio de ropa, bajó a desayunar y posteriormente buscó a Valentino en la oficina donde estaba a mitad de una conversación con Bruno a lo que le dio indicaciones de ir al frente de la casa donde se encontraban siete camionetas negras al igual que varios guardias listos para su traslado.

Entre los hombres pudo divisar a Nino y a Stefano sumergidos en una conversación sin perder de vista el horizonte. Cuando iba a integrarse a ellos, la voz de Valentino irrumpió brindando nuevas indicaciones en italiano no sin antes hacerla entrar en uno de los vehículos.

Por lo que pudo ver, iban a salir solamente dos camionetas.

En la que iba Diana subió de conductor Valentino, Bruno de Copiloto y Stefano junto a ella en los asientos traseros. Dato no menor los hombres estaban armados. De la otra camioneta solamente conocía a Nino que iba de piloto, pero los demás puestos estaban ocupados por guardaespaldas llevando armas de calibres más grandes.

Cuando los conductores se enviaron afirmaciones de estar todos listos comenzaron a desplazarse en silencio saliendo de la residencia e internarse en unas calles que los sacaban del pueblo para tomar una carretera que los alejaba de la zona adentrándolos en un lugar que parecía desierto.

Continuaron el camino casi por media hora más hasta dar con un sendero de tierra en la que ingresaron y continuaron hasta casi por 20 min más, por un momento el miedo comenzó a instalarse en su cuerpo, el lugar era desolado, no se veía civilización alguna por ningún lado sin mencionar que los paisajes y todo alrededor estaba cubierto por plantaciones descuidadas de maíz.

Lo que menos fue de ayuda eran las miradas frías que Valentino enviaba por el retrovisor del vehículo casi como si fuera otro hombre, pero era su naturaleza.

O eso era lo que quería creer.

Se detuvieron a la par de lo que parecía una mansión abandonada, bajaron todos y caminaron bordeando la casa para entrar en medio de los maizales por un tramo dibujado por la frecuencia de su uso.

Todos iban a su ritmo a unos metros detrás del futuro capo, ella incluida. Iba con cautela viendo de vez en cuando a sus espaldas siendo consciente que los guardias se habían dispersado en el terreno hasta quedar ellos cuatro (Valentino, Bruno, Stefano y Diana). Pero terminó por descubrir que al frente los esperaban unos seis intimidantes sujetos más.

El miedo reinó.

Al llegar Valentino extendió su mano cerrando un sólido saludo con el hombre que parecía jefe a la vez que su mano izquierda iba al arma que tenía en su cintura, esto se iba a descontrolar. La situación la sintió tan tensa que por observar Diana no había advertido los siguientes movimientos del trío de hombres que ella ya conocía.

Bruno y Stefano que iban a cada uno de sus lados se colocaron del lado opuesto junto a los seis sujetos, Valentino volteó por el lado izquierdo abandonando la mano que estaba estrechando para apuntarla directamente a Diana en la cabeza, quedó estática de pie con el arma en la cara.  

Su rostro cruelmente serio y feroz demostraba totalmente su naturaleza salvaje.

Ese... Era el verdadero Valentino De Luca...

El hombre había nacido con el don para hacer el amor con el mismo exquisito fuego del infierno y a la vez matar con la frialdad que te congelaba los huesos incluso hasta antes de haber muerto.

Ellos tenían razón... No tiene alma ni piedad, es un Despiadado.

¿En quién confiaste, Diana?

—De rodillas en el centro. — ordenó fuerte y claro, Valentino.

—¿Qué? — murmuró confundida.

—Lo que oíste, Diana. ¡De rodillas! 

Diana caminó un trecho más, llegando a el centro.

Ahora estaba de rodillas a casi metro y medio de distancia del italiano que estaba de pie apuntando a su cabeza. Era sabido que no debió confiar en él, ahora iba a matarla y lo peor era que Stefano y Bruno lo sabían desde el principio. Los miró a ambos a la cara para luego mirarle los zapatos de Valentino, todo había sido una jodida burla.

Una burla que había creído hasta minutos antes, incluso le dolía que había confiado fuertemente en él hasta el punto de entregar su cuerpo.

—¿Por qué no presionas el gatillo de una jodida vez? — cuestionó Diana, si querían que quebrara en llanto y se pusiera a rogar por su vida estaba más que equivocado.

Viviendo con ellos había aprendido que era preferible morir con orgullo a que vivir miserablemente siendo el estropajo de cualquiera.

No había nada mejor que ser fiel a uno mismo.

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora