Capitulo 7

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Los rayos del sol ingresaban por el ventanal para saludarla con su calidez dando origen a un nuevo día. 

Diana levantó motivada por la suave brisa que movía las cortinas en una silenciosa invitación a salir, obedeció sucumbiendo a su curiosidad encaminándose al balcón de la vivienda encontrándose con Bruno apoyado a un costado del barandal.

Con una sonrisa ladina acompañado de un movimiento de cabeza con el cabello húmedo le dio los buenos días como de costumbre con la diferencia que por más que estudiaba el paisaje para concentrarse, Diana no podía dejar de sentir la observadora mirada del hombre que la atravesaba.

¿Qué más esperaba? Era la primera vez que la veía sin esa peluca, como habían acordado la noche anterior dejando a la vista su natural color de cabello castaño claro que le llegaba a los hombros de textura rizada que por el apogeo de la noche ahora sus rizos estaban enredados. 

Maldita sea.

Las circunstancias le habían enseñado a valorar los pequeños momentos y no darles importancia a las cosas innecesarias, agradecía fervientemente con su alma vivir un día más la libertad recuperada a tal punto de disfrutar la vista de una simple mañana con su apariencia real, descalza y des alineadamente vestida con una remera que le llegaba a los muslos del hombre que la miraba desde el balcón de la habitación contigua a la suya.

—Es una hermosa mañana para recorrer el pueblo ¿No te parece? 

—Es precioso... ¿Puedo... Permitírmelo? — preguntó Diana con una leve sonrisa.

—Por supuesto, pequeña. Después del desayuno, saldremos a dar una vuelta por pueblo.

—Como usted diga, capitán. — concluyó Diana con un saludo militar patéticamente cómico que fue visto de una forma tierna a los ojos del hombre dándose el lujo de divagar mentalmente que esa mujer algún día iba a producirle diabetes... O un infarto en el peor de los casos.

Se conformo con verla con una sonrisa más fresca a la vez que se despedía para ingresar a su habitación a cambiarse. No sin antes inflar su orgullo masculino por tener la seguridad de asumir que lo que una vez fue su perdida playera favorita actualmente cumplía el rol de pijama de una pequeña castaña que empezaba a derretir las barreras de su corazón lentamente.

Lo que anteriormente fue una simple especulación en ese momento fue una certeza.

 Luego de pasar un agradable desayuno con la familia y recibir negativas por parte de la señora Stella y sus empleadas de ayudar o colaborar con ellas en las tareas de la casa una nueva aventura de desplegó a la par de Bruno dando un pequeño paseo.

Con Bruno se dirigieron en una pequeña salida a pie cargada de risas y una agradable conversación desarrollada por los campos de la estancia y parte del pueblo cercano. Descubriendo a su vez lo querido que era por todos. 

Pasaron por un sendero de piedras que daban con una galería de locales que por más que quiso negarlo, uno le resulto particularmente familiar... Panadería "Lo de Francesco". 

La panadería se sostenía bajo un cartel con unas letras talladas en madera, las fachadas del exterior eran cálida a los ojos e insinuaba los largos años de experiencia.

—¿Por qué me resulta extrañamente conocido este lugar?

—Creo que es porque aquí es donde empezó el éxito del hombre que te dio una mano, sin mencionar que todas sus panaderías se ven iguales por fuera. — respondió Bruno con una cálida sonrisa ladina.  

No necesitaba ser inteligente para comprender a lo que se refería para leer entre líneas. 

Sabía perfectamente que esta propiedad le pertenecía al hombre que la ayudó a que llegase a este punto.

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora