Capitulo 48

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Al alejarse de la camioneta en la que estuvieron debatiendo para luego posicionarse en el centro del patio los hombres se pusieron alrededor de su futuro jefe escuchando sus indicaciones pacientemente. Al finalizar unos pocos se dirigieron a su puesto y la gran mayoría esperaba atentamente el amanecer, aunque mucho tiempo no faltaba siendo las 3 de la mañana y la ansiedad colectiva era latente.

Se fueron todos a excepción de Valentino, Stefano, Bruno y Emiliano.

—Quiero disculparme por lo que dije la última vez. — mencionó Emiliano refiriéndose a Diana.

—No es nada, yo habría hecho lo mismo con la diferencia que no hubiese sido tan estúpida de sacar mi arma bajo el techo del jefe. 

—Bien, supongo que ya lo he aprendido... Valentino ¿Puedo hablar contigo? — agregó Emiliano, recibiendo una afirmativa del italiano yendo a un lugar un poco más lejano en busca de privacidad.

Casi al mismo tiempo que Stefano se subía en su descapotable para irse haciendo juego de luces como despedida.

—Es bueno saber que viniste para quedarte... — dijo suavemente a sus espaldas Bruno.

—¿Cómo sabes que voy a quedarme? 

—¿Acaso no es obvio? Vas a ser la esposa de Valentino. Y el no va a permitir que su mujer se vaya lejos de donde el pueda protegerla. Al menos yo haría lo mismo. — afirmó Bruno.

—Es muy protector. — con una pequeña sonrisa Diana se abrazó a si misma por el clima a la vez que se sumergía más en el perfume de Valentino.

—Creí que ibas a quedarte conmigo. — lanzó sin vueltas colocando las manos en sus bolsillos, evitando mirarla con el cuerpo apuntando hacia el horizonte.

—Yo... No sabía. De he- 

—Eso ya no interesa, lo que yo quiero saber es si tu compromiso con él es real. Si bien, yo mismo los encontré durmiendo juntos... Puede existir la posibilidad de que sea un acuerdo motivado por el sexo y quiero saberlo.

—Bruno, las cosas no son así.

—Bueno es lo que mi mente me llevó a pensar... Somos hombres, Diana. Valentino no es un santo y tu eres una mujer hermosa. Era sabido que no iba a pasar mucho tiempo sin ponerte las manos encima. No quiero que pienses que estoy faltándote el respeto, ni que lo hagas con él no sea importante... Quiero que seas respetada y eso incluye pelear con cualquier persona incluso si es de mi propia familia. Dime ¿Te ha estado tratando bien?

—Te entiendo absolutamente y puedes quedarte totalmente tranquilo, Bruno. Puedo decirte incluso que jamás me ha faltado el respeto.

—Diana, sabes que puedes contar conmigo, no tengas miedo. Dime la verdad... ¿Valentino te esta obligando a hacer esto? — replicó de nuevo el hombre.

—No, la verdad es que no sabía que iba a proponerme algo como eso... Tiene un carácter complicado, eso es de público conocimiento aún así me ha demostrado ser una persona maravillosa más allá de lo cruel que puede llegar a ser para muchos y creo... Que me quiere, eso es valioso para mi y yo me conformo con eso.

—Diana... ¿Tú lo amas? Por favor sé sincera conmigo...

La castaña se quedó en silencio meditando la respuesta que rondaba su mente, pero que cada vez que aparecía se negaba responder.

Era hora afrontar todo.

El universo una vez más conspiraba a su favor, admiró el cielo que con el pasar del tiempo se iba aclarando informando sobre la aproximación de un nuevo día, bajó la mirada encontrándose la figura concentrada de Valentino de perfil hablando con Emiliano. Como una especie de imán el rizado giró su rostro descubriendo la curiosidad de Diana, reaccionando con una promesa que jamás había visto antes... Amor.

Ella le sonrió con dulzura y él le guiñó regresando la vista a la conversación con una pequeña sonrisa que intentaba disimular mientras hablaba con Emiliano.

—Si, tengo que confesar que lo amo. Al punto que dejaría al mundo con 1/3 de la población si alguien le hace algo. — Diana abandonó la visión lejana de Valentino concentrándose en Bruno.

—Tengo que admitir que me duele, pero a la vez me hace feliz. Es evidente que él te ama, Valentino es un buen hombre que merece tu amor y eso me reconforta, me reconforta mucho saber en los brazos de qué hombre vas a estar... Cuídalo, por favor. — dijo Bruno girando su rostro para encontrarse con los ojos femeninos.

—No tengas dudas, que eso haré. 

 —Quiero que sepas que tienen mi bendición, voy a velar por el cuidado de su amor y pobre de todo aquel que se interponga entre ustedes. 

—Gracias, de todo corazón. 

—¿Puedo abrazarte? — pregunto Bruno.

—Ven aquí, muchachote. Has hecho tanto por mi que estoy muy agradecida y ahora más, siento que estoy en deuda contigo.

Bruno y Diana se giraron dándose un abrazo marcando los límites de su relación. Agradecía con el alma la sabiduría de Bruno de continuar su vida sin interponerse entre ellos. Al separarse venía acercándose a ellos Valentino con el ceño fruncido y una ceja arqueada.

—¿Todo bien por aquí? — verbalizó Valentino envolviendo el cuerpo de la castaña en sus brazos, mirando directamente a Bruno.

—¿Acaso no puedo felicitar a la futura señora De Luca? Te recuerdo que ella me conoce más tiempo que a ti. — bromeó.

—Si, si. Muy gracioso, pero no deja de ser mi esposa, Mi mujer. 

—No he dicho que no sea así, pero pobre de ti Diana, estás abrazando a un maniático. — el humor evidenciaba el amor fraternal mutuo de los hombres haciendo reír a la parejita presente.

—¿Lista para ir a casa? — cuestionó Valentino suavemente dirigiéndose a Diana.

—Si, cuando quieras. 

—Ve a la camioneta, iré luego. Necesito decirle algo a Bruno y nos vamos. ¿Si?

—Nos vemos mañana Bruno. O, mejor dicho, dentro de unas horas. — se despidió Diana dando la espalda dirigiéndose a la camioneta estacionada a unos metros, subió al puesto de copiloto bajo la atenta mirada de los hombres que estaban de pie con la misma pose, manos en los bolsillos y el ceño fruncido.

—¿Cómo estás para mañana? — rompió el silencio Valentino.

—No te voy a negar que estoy ansioso y algo sorprendido. — confesó Bruno.

—Ansioso seguro, pero... ¿Sorprendido? 

—No sabía que Diana tenía tanta fortaleza.

—Yo sí, aunque a más de uno nos falta conocer más de ella. Esto es solo el comienzo. — afirmó con total seguridad y orgullo, a lo que Bruno comprendió que a diferencia suya, él pudo ver lo que los demás no podían dentro de la castaña.

Con la frase de Diana entendió que estaban hechos el uno para el otro.

—Si tu lo dices, es porque entonces es cierto. Eso me lleva a pensar que pronto tendremos reina. 

—Gracias por darnos apoyo aún cuando tu forma de mirarla es diferente. — lanzó sin vueltas Valentino.

—De ahora en adelante será más diferente, porque será tu esposa y tú... Eres mi hermano.  

Valentino solamente lanzó un asentimiento al aire sin mirarlo para dirigirse lentamente a la camioneta dejando en claro que tenía conocimiento sobre sus sentimientos por su mujer. 

—Además ¿Quién en su sano juicio molestaría a la mujer que me dijo que ama a su futuro esposo al punto que dejaría 1/3 de la población mundial si algo le sucediera? — vociferó el Galtieri.

Valentino giró el rostro con un gesto sorpresivo, llevándolo a recordar el día en que le juró lealtad a Diana con esas mismas palabras. Levantó el brazo para apuntarlo con la llave del vehículo.

—No importa cuantas mafias exista, pero lo que si tengo claro es que la Reina de la mafia Italiana será mi esposa. 

El italiano regresando a su antigua acción adentrándose en la camioneta en el asiento del conductor, mirando a su acompañante que era presa del sueño, a la vez que él lanzaba una sonrisa para ponerse en marcha el regreso a la mansión De Luca.

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora