Capitulo 16

360 60 59
                                    


Posteriormente al suceso de la cocina no volvió a saber nada de Valentino por más de un par de semanas, tuvo que confesar que al fin pudo dormir verdaderamente en paz nuevamente, la ayuda había sido oficializada.

Por otro lado, tenía un requisito al cual tenía que cumplir como parte del trato, aunque en realidad más que nada fue impuesto por ella misma. Bajo la premisa de que, si no aceptaban, ella de igual manera no iba a aceptar la ayuda que le estaba brindando. Y no iba a dar su brazo a torcer.

La misma consistía en trabajar, con el fin de aportar de alguna forma en la familia, todo sea por el bien de la comunidad.

Así fue como comenzó a desempeñar diversas labores en la panadería del Sr. Francesco por las mañanas, ayudaba a tía Donatella con las preparaciones de pan y cosas dulces durante las madrugadas y posteriormente se quedaba a atender en el negocio, aunque lo segundo lo realizaba por puro placer.

Por más que se negaba, Bruno había hecho de su trabajo parte de su rutina diaria comenzando las mañanas con un desayuno exprés que ambos se encargaban de preparar para posteriormente ir a la panadería y comenzar sus labores como hacían día a día hasta la fecha.

Hoy como era de esperar no era diferente. Con sus tradicionales vestidos florales, descalza <forma que ama andar> y como nunca con una presencia de pereza inmensa se encaminó a la cocina.

—Universo ¿Por qué hoy tengo tanto sueño? — susurró Diana encendiendo la cafetera.

—No sé, pero también tengo mucho sueño. — dijo Bruno asustando a la mujer desde la entrada de la cocina mientras se acercaba a la mesa frotando uno de sus ojos.

Diana giró sobre sí con una sartén en la mano y la otra en el pecho producto del susto.

—¡Hombre! ¿Es costumbre familiar asustar a la gente? Casi me matas del susto, hasta se me pasó el sueño ja, ja, ja — comentó Diana recordando que la primera vez que conoció a Valentino de cerca, empezó con un susto irónicamente.

—No era mi intención, pero... Ja, ja, ja, ja, ja. — Bruno estaba incontenible de risa, al menos habían comenzado la mañana con el pie derecho.

Sin más, cada uno continuó en lo suyo con breves charlas casuales sobre el clima o hasta de chismes que sucedían en la panadería sobre conocidos de la familia. Cuando estaban lavando los utensilios que habían utilizado, el hombre encaminó la conversación a una más seria. Lo que incluía un rostro frío y una voz firme.

—Diana...

—¿Mmh?

—Hablé con el tío Alessandro y me dijo que requiere de tu presencia en su casa hoy para hablar personalmente contigo. — lanzó Bruno sin rodeos.

—¿Sí?... ¿A qué hora? 

Los nervios comenzaron a viajar como hormigas por su cuerpo.

—Después de tu trabajo. Me dijo que él se iba a encargar de tu llegada a su casa, yo no puedo por mi trabajo.

—No hay problema, muchas gracias por informarme.

—¿Lista para irnos?

—Yo... Sí, deja que me coloque los zapatos y nos vamos. — de manera inconsciente el miedo se instaló en lo profundo de su ser.

¿Y si ya no querían ayudarla? ¿Y si su presencia no era necesaria? ¿Y si la habían encontrado? ¿Y si...? Su mente se llenó de miles de dudas, pero lo mejor era no precipitarse.

Quizás estaba haciendo de sus ideas una bola de nieve que con el paso del tiempo crecía más. Por lo tanto, iba a meditar un poco, relajar su mente y realizar sus labores como si la noticia que le había dado Bruno era un dato aleatorio y no algo que la jodía fuertemente.

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora