Capitulo 30

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—Oh ¡Vives! Creí que tenía que hacer un hoyo entre las plantaciones para enterrar tu cadáver. — bromeó Valentino de buen humor cuando giró ordenando el escote de su vestido y subiendo a los hombros la camisa que estaba sostenida por sus antebrazos y el nudo de la cintura.

—¿Creíste que acabaste conmigo? Pues creíste mal.

—De haber sido así me habría vuelto necrofílico. —elevó toda su estatura aprisionando su cuerpo.

—¡Valentino! —exclamó la mujer golpeando levemente su pecho a la vez que reía y apoyaba su frente en el mismo lugar.

—¿Qué? ¿Acaso no sabías que nunca es tarde para echarse una fría?

—¿Qué?

—¿Qué?

—Solo si se trata de ti. —susurró.

—Tú... Comienzas a asustarme hombre.

Diana con humor elevó su rostro besando la quijada a su amante.

—Está oscureciendo debemos volver... Sino van a extrañarnos en la casa.

—Tú puedes volver en esas fachadas si quieres señor nudista, pero yo necesito mi ropa interior. Así que, andando. Tú los quitaste, tú los buscas. —Diana extendió su mano.

Valentino se alejó tomando del suelo su ropa y especialmente las bragas de Diana las cuales las hizo girar entre sus dedos.

—Pues estás frente a un gran dilema porque estas... —elevó la prenda a una altura que ella no alcanzaba. —Son mías. —afirmó depositándolas en uno de los bolsillos traseros de su jean.

Diana sabía que intentar cambiar la idea del hombre era imposible lo que lo dejó pasar sin pelear. Además el trabajo del día y el ejercicio físico reciente comenzaban a pasarle factura, tenía un poco de hambre, quería darse un baño...

Y especialmente dormir entre los brazos de ese italiano.

Valentino quedó con su camisa a cuadros a medio abotonar, colocó sobre uno de sus hombros la remera de algodón al tiempo que metía una de sus manos para ordenar sus bóxer y abrocharse los jeans con el semblante serio enviando un guiño a su compañera.

—Falta algo.

Valentino bajó la remera de su hombro.

—¿Qué?

Sin darle tiempo el italiano la tomó del antebrazo girándola rápidamente metiendo su mano cubierta con su remera bajo el vestido en la entrepierna de la chica. La acción llevó a que la castaña sujetara las muñecas del hombre y su frente se posara en su quijada.

—Valentino... —susurró débilmente sintiendo la suave prenda recorrer desde su sensible centro hasta los muslos internos.

—Solo estoy limpiando, tranquila. Sé que estás sensible. —murmuró en su oído. —Como premio puedes llevarte algún libro que te haya gustado.

—¿Puedo? —preguntó Diana prácticamente revitalizada.

Amaba los libros.

—Claro que sí. Ve por el premio, bambolina. —agregó el hombre dándole una nalgada, regresando su remera al hombro.

Cuando estuvieron listos salieron juntos Valentino con un brazo enlazado en la cintura de Diana, ella cargando un libro en sus brazos y ambos riéndose de un clásico chiste de doble sentido del italiano.

—¿Ya terminaron ustedes dos? —preguntó con una pizca de humor el Sr. Alessandro.

Diana velozmente buscó la reacción de Valentino y descubrió que el muchacho iba a tomarlo con humor a no ser por un pequeño detalle que no había percibido.

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora