Capitulo 31

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Diana salió del trabajo tiempo antes en ausencia de Valentino lo que significaba no brindarle compañía mientras ponían en orden las maquinarias de mayor tamaño. Regresó con el entusiasmo de encontrar a alguno de los hombres de la casa, pero ninguno estaba, disponiéndose a ayudar en la preparación de la cena. 

El tiempo pasaba y la hora de la cena llegó, y ninguno de los hombres apareció. Diana y las empleadas cenaron en la misma mesa bajo agradables conversaciones que saciaban su curiosidad.  

Todo fue normal hasta que en la casa irrumpieron muchos hombres por la puerta principal.

El susto entre las mujeres fue tremendo, Diana quedó paralizada en el pie de las escaleras especialmente por ver a Valentino entrar gritando fuerte en italiano órdenes a diestra y siniestra, aunque eso era lo de menos, el verdadero problema se alojaba en su aspecto. 

Tenía la camisa blanca arruinada arremangada a los codos con las manos sucias con tierra y sangre, desde la mejilla derecha hasta la cintura del pantalón del mismo lado sumando una expresión totalmente feroz.

La vio y prácticamente la ignoró girando sobre sí dejando en vista el arma que tenía en la cintura y la espalda de la camisa aun más sucia con tierra mientras continuaba dictaminando órdenes a los hombres que entraban en la casa. 

Consternada a un lado de las escaleras, vio a varios hombres ingresando por su lado hasta llegar arriba al segundo piso. Cuando se recuperó del shock, Valentino terminaba de guardar su teléfono celular en el pantalón vociferando su última orden.  

—Resta sintonizzato e spegni tutte le fottute luci. — (Estén atentos y apaguen todas las malditas luces).

—Val-Valentino ¿Estás herido? ¿Qué pasó? 

Ella intentó tocarlo, aunque él apartó suavemente sus manos con los antebrazos. 

—No es mí sangre, no estoy herido. Puedes quedarte tranquila. Ven aquí. — afirmó dirigiéndose a la oficina siendo seguido por la muchacha.

—Pero... ¿Qué pasó?

—Benvenuto nella mafia, amore mio. — (Bienvenida a la mafia, amor mio) expresó con amargura mientras sus manos se colocaban a los lados en el escritorio. —Lo siento, estoy desquitando mi furia contigo, bambina.

El italiano cerró sus ojos posando sus manos en su entrecejo lanzando un prolongado suspiro. 

—Tenía unos negocios que hacer, pero el problema no es ese, nos emboscaron a ambos bandos. Aunque tengo una idea de saber quién fue y cuál era el objetivo. — verbalizó finalmente acercándose a un frigo bar que había en la oficina para sacar una botella de agua y beber de ella, hasta que el chillido de los neumáticos de varios autos se escucharon en la entrada.

El susto invadió las facciones de la castaña, aumentando los niveles de furia del italiano. 

—Diana, ven aquí.  

Sujetó su antebrazo atrayéndola cerca colocándola a sus espaldas, utilizando su cuerpo como escudo a la vez sacaba el arma de su cintura comprobando el cargador y quitando el seguro. 

Puertas afuera se podía oír la tensión de los guardias ocupando sus posiciones hasta que un grito de la puerta informó "despejado", incluso Valentino relajó su figura para nuevamente guardar el arma acercándose a abrir la puerta de la oficina recibiendo a Stefano y Bruno hechos una furia. 

—¡Mierda Valentino! ¿Estás herido? — verbalizó Bruno atravesando la puerta y comprobando el estado de Valentino. 

—No, no es mía. Los nuestros están bien, los afectados fueron los de Moretti. — Valentino sonrió macabramente —Y dos imbéciles que al verme no dudaron en cantar como canarios. 

—¿Es lo que supusimos? — interrogó Stefano.

La oficina quedó en absoluto silencio con los ojos puestos atentamente en Valentino que solo se limitó a agachar la cabeza, luego de un suspiro giró en dirección a Diana. 

—¿Por qué no subes y te das un baño? Apuesto que el día en la cosecha fue muy agotador. — dijo de forma suave, ignorando los otros dos pares de ojos que la miraban atentos y expectantes en la situación. 

—Si me involucra, no voy a irme. Merezco saber cómo está la situación... Valentino, me conoces bien y no voy a arriesgarme a que vivan así por mi culpa.  

—Por esa misma razón es por la que no he hablado antes. ¿O para que lo entiendas quieres te recueste en mis rodillas y te de nalgadas? — exclamó firmemente Valentino.

—¡Deja de tratarme como una niña pequeña! 

—¡Pues deja de comportarte como una! Mientras tú haces berrinches, aquí está pasando el tiempo y tenemos gente con la mira en nosotros frotándose las manos mientras se imaginan que van a hacer con la cantidad de dinero que está destinada a tu cabeza.

—Yo... No lo sabía. 

—¿Qué ibas a hacer con esa información? ¿Huir de mí? No tengo dudas... ¿O me equivoco? 

Recibió una negación, el hombre en poco tiempo había descubierto sus fortalezas y debilidades por no decir que la leía como un texto de cuentos infantiles. 

Sin decir nada salió del rincón en el que estaba para atravesar la salida brindando un pequeño abrazo de Bruno y un apretón de hombro por parte de Stefano para finalmente cerrar la puerta a sus espaldas. 

Diana ingresó a su habitación, aunque lejos de calmarse tenía los nervios de punta, la casa repleta de guardias la hacía ver y sentir distinta. Podía decirse que la tensión flotaba en el aire.

Decidió no hacer nada hasta hablar con Valentino sobre lo sucedido, ahora solo limitada a esperar. Necesitaba respuestas y eso iba a tener, inconscientemente descubrió los puntos débiles del hombre y no iba a dudar en usar sus herramientas para hacerlo hablar.

Y con herramientas se refería a si misma. 

Luego de casi una hora, por fin, escuchó la voz y los pasos de Valentino ingresar a su habitación y cerrar la puerta tras de sí. El pasillo quedó nuevamente en total silencio lo que indicaba que todo estaba medianamente normal, esperó aproximadamente unos 10 min en los que todo seguía igual. 

En un golpe de valentía abrió la puerta de su habitación sin hacer el menor ruido y la cerró de igual manera, hizo descalza unos cuantos pasos abriendo la puerta de la habitación contraria encontrando a Valentino solo con el pantalón de vestir puesto, la camisa se encontraba en el suelo al lado de la puerta y el arma en la mesa de luz.

Estaba recostado sobre la cama con los brazos abiertos, mirando el techo y las rodillas flexionadas.

—Te estaba esperando, sabía que en cualquier momento ibas a entrar por esa puerta y no ibas a hacer nada de lo que te dije. 

—Por qué me conoces supongo que sabes la razón por la que estoy aquí. — dijo Diana de pie unos metros adelante de la puerta. 

—Estoy muy enojado ahora, mujer.

Afirmó el italiano con la vista fija en el techo. El silencio se propagó por la habitación. 

—Lo sé, pero también merezco respuestas.

—Es un buen punto, aunque supongo que ya oíste lo que tenías que oír...

—¿Cómo vamos a proceder? Es al- 

—Hay un error ahí, tú tienes que estar tranquila y dejármelo todo a mi, que yo sabré lo que vamos a hacer... Ahora, si me lo permites deja que desahogue mi furia en otra cosa.

Los segundos pasaron y la castaña había oído exactamente todo lo que necesitaba, excepto los medios que iba a utilizar el italiano. La verdad ese aspecto poco le interesaba puesto que le desagradaba pensar en cosas macabras relacionadas a Valentino. 

El suave chasquido de sus pies descalzos tocando el suelo era la evidencia explícita de su aproximación.

—Desahógate conmigo...

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora