Capitulo 42

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Bruno sinceramente no supo por cuanto tiempo durmió, aunque ni siquiera podía continuar.

Algo muy dentro suyo lo inquietaba. Estaba prácticamente mareado por la cantidad de vueltas que daba en la cama para evitar estresarse más se levantó, se colocó unos pantalones deportivos holgados y salió descalzo al balcón sin pensar.

En el horizonte no muy lejano podía verse un incendio muy grande, miró bien y descubrió que lo que estaba ardiendo no era nada más y nada menos que la panadería y casa de los Caruso. Solo se le vino un par de pensamientos a la cabeza.

Que no haya heridos y Diana.

¿Y si era una distracción? Con la fuerza que le daban sus piernas dio aviso a unos guardias y comenzó a gritar en la casa. Primero se encaminó a la habitación de Diana y abrió la puerta violentamente encontrando la cama tendida y todo en perfecto orden. 

Se la habían llevado.

Con esa información certera cruzó el pasillo para dar aviso a Valentino, pero se sorprendió al abrir la puerta.

—¡Se llevaron a Dian- 

Bruno quedó estático al ver a Valentino de costado abrazando a Diana en posición de cucharita que tenía puesta una de sus camisas. Al oírlo ambos reaccionaron sentándose en la cama, a la vez que detrás suyo ingresaba el señor Alessandro viendo lo mismo que él. 

—¡La panadería se incendia! — alertó Alessandro. 

La pareja se encaminó a la puerta con Bruno y el Señor Alessandro a sus espaldas. Salieron a toda velocidad con Valentino a la cabeza que iba en bóxer, prácticamente desnudo y la castaña en una de sus camisas, ambos descalzos.

Mientras el italiano se desplazaba junto al resto, el espeso olor a humo invadía sus pulmones, una opresión en el pecho se formó a la vez que sentía el sudor frío viajar por su espalda. Los recuerdos como una película viajaron por su mente. El incendio en su antigua casa, el olor a humo, la sensación de asfixia por el monóxido de carbono y lo que más lo golpeó, la imagen de su madre con débiles intentos de protegerlo a causa de sus heridas en defensa de su hermano Matteo y a él. 

Al momento de su llegada, el fuego ya era insostenible, el italiano se paralizó con la fija idea de no darse por vencido al descubrir que la puerta lateral de la casa estaba trancada desde afuera. No fue un accidente.

Cuando Valentino hizo acopio de su fuerza, ingresó intentando poder visualizar algo entre las espesas llamas y nada pasaba. Se sumergió más ignorando los gritos alterados de Diana, no planeaba salir con las manos vacías, se desplazó cubriendo la nariz con sus manos por el exceso de humo cuando a mitad del camino bajo una mesada estaban inconscientes el tío Francesco y la tía Donatella. Hizo uso de su fuerza arrastrando a ambos hacia afuera mientras algunos vecinos intentaban controlar el fuego lanzando baldes de agua. 

Bruno fue a brindarle apoyo para evitar que caiga sobre él lo que quedaba de la casa mientras el señor Alessandro y Stefano sostenían a Diana que quería adentrarse en la llamas junto a ellos. Salieron con Bruno de la antorcha en la que se había convertido la panadería cargando a cada uno recostándolos en el suelo de tierra brindándoles oxígeno. Por una parte, Donatella estaba inconsciente, y Francesco no reaccionaba, tenía la mitad de la cara y parte de su cuerpo quemado.

Diana se arrodilló a la par suya e intentó reanimarlo, pero solo pudo abrir los ojos para dirigirse a Valentino con lo quedaba de sus fuerzas un firme asentimiento, dando indicios que si era lo el italiano estaba pensando. Luego dejó vagar su mirada a Diana regalándole una sonrisa cargada de paz.

—Sé... feliz. Mi niña. — susurró Francesco con su último aliento. 

Ella intentó reanimarlo dos veces más al momento que cerró sus ojos, pero Valentino con tristeza la detuvo por los hombros a la vez que Diana lanzaba un grito desgarrador de dolor mientras acunaba y mecía el cuerpo del hombre que le había salvado la vida al costo de la suya.

Valentino con el torso y la cara levemente oscura producto del humo estaba arrodillado conteniendo a la castaña emocionalmente destruida. La dejó sola por un momento para lanzar indicaciones a Bruno.

—Busquen debajo de las piedras de ser necesario. — vociferó Valentino viendo caer una a una las lágrimas femeninas negando mirando el fuego abrazando el cuerpo sin vida del que fue su salvador.

El papá de Valentino tenía los ojos llorosos, pero él al igual que la mayoría de los presentes sabían lidiar con muertes cercanas, aún así intentaba calmar a la chica frotando sus hombros. Iba siendo hora que deje de ser la niña frágil que era para asumir su responsabilidad de todo.

Diana por su parte sabía que tenía de testigo de su dolor a todo el pueblo y de igual manera iban a ser testigos de furia de ahora en adelante.

***

Al día siguiente se realizó el respectivo funeral del Señor Francesco Caruso, la mansión De Luca estaba llena casi por una multitud de personas. A pesar de la tragedia se encontraban en la espera que se recupere totalmente la tía Donatella que para desgracia aún desconocía toda aquella situación. Cecilia, estaba estática llorando en un rincón durante todo el funeral haciendo acto de presencia urgentemente solamente para irrumpir en la casa hacia donde estaba Diana para abofetearla.

—De haber sabido que papá iba a terminar así jamás habría permitido que te dé una mano. — exclamó Cecilia con la cara roja, señalándola.

—No sabía que iba a terminar esto así. Lo siento tanto... No fue mi intención. Yo- — intentó hablar Diana con lagrimas en los ojos y la inmensa sensación de responsabilidad.

—Sabes perfectamente que no fue su culpa, tampoco estamos para jugar a los responsables. Nuestras formas de vida son así desde antes que ella esté aquí, Cecilia... Prima, sabes que esto o algo peor podía haber pasado en cualquier momento. Es por eso que te fuiste.

—Por eso siempre quise que se alejara de todos ustedes especialmente de ti, primero me quitaste a mi hermano y ahora a mi padre. ¡Te odio tanto Valentino! — exclamó Cecilia.

La situación comenzaba a escalar su intensidad. 

—Stefano, llévatela a casa. Está alterada. No piensa claramente. 

—¡¿No pienso claramente?! Voy a matarte con mis propias manos... — Cecilia se desmoronó en llanto en los brazos de Stefano que la contenía para llevándola lejos.

En el salón solamente quedaron Valentino y Diana en total silencio. A lo que el hombre la abrazó desde atrás mientras sentía temblar el cuerpo más pequeño tratando de silenciar el llanto.

—Estamos destinados a morir de formas peores Diana, jugamos todos los días con la vida y la muerte. Esto... No es tu culpa. — expresó suavemente a su oído Valentino.

—Valentino, ustedes han hecho tantas cosas maravillosas por mi que no aguantaría si algo les pasara... Especialmente... A ti... 

—¡Valentino! Junta. Ahora mismo. — dijo interrumpiendo el momento Bruno. —Lo siento, no sabía que no estabas solo. — agregó pasando sus ojos del rizado a la castaña.

—Ya voy. — se alejó dirigiéndose en dirección a la puerta. —No me va a pasar nada Diana, recuérdalo siempre. El peligro... Soy yo.

Finalizó Valentino dejándola sola en el lugar con una cosa clara... Tenía razón.

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora