Capitulo 80

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Al llegar a destino Diana y Valentino confirmaron haber llegado a salvo.

La nueva estancia consistía de una casita de dos pisos, con balcones preciosos en La Toscana. Si en la noche se apreciaba de una forma maravillosa Diana apostada que de día las vistas serían multiplicadas por mil.

—Llegamos a casa... Amore mio. — susurró con dulzura Valentino mientras acariciaba suavemente una mejilla de su esposa.

—Es precioso. Todo, incluido tú eres precioso también. — agregó besando la mano que recubría su mejilla.

Valentino bajó de la camioneta que estaba discretamente estacionada a un lado de la casa. Abrió la puerta de copiloto y en segundos Diana estaba en sus brazos al estilo nupcial. Cumpliendo con la tradición.

—Espero que tus brazos soporten mi peso hasta llegar al segundo piso. — bromeó mientras dispersaba besos suaves en su mandíbula.

—¿Estás... Dudando de la fuerza de tu esposo? 

Entre risas subieron las escaleras ingresando en una de las habitación principal con un balcón grande. Las paredes en color crema a juego con las suaves cortinas flameaban producto de la brisa.

—Señora esposa, es de mi agrado informarle que estamos libres de mala suerte. Y ahora...

Valentino dejó su oración a medias a la vez que acercaba a sus labios.

—Te amo tanto. — susurró Diana en los labios opuestos.

La recién casada pareja consumaron su matrimonio entregando su amor.


***

Pasaron un par de días desde que llegaron a La Toscana y todo iba de maravilla. Valentino había tornado a convertirse en un esposo atento y demasiado cariñoso. Cuidaba de ella, la alimentaba, charlaban, se duchaban y volvían a desgastar las energías ganadas haciendo el amor una y otra vez.

Estaba de más decir que nadie entraba en la habitación por orden del hombre puesto que disfrutaba adorar por largas horas cada curva del cuerpo de su mujer.

—Ese es un libro bastante bueno, me gustó. Sí, no voy a negarlo... Pero me gusta menos que la música. — verbalizó el De Luca tendido de lado en la cama.

—Cierto, acabo de recordar que sabes tocar el piano y no es porque seas tú, pero tengo que admitir que tocas muy bien.

—¿De verdad te gustó? Por las dudas... ¿Quieres que toque algo? A falta de piano puedo llegar afinar más las notas de tus gemidos.

—¡Serás idiota! — expresó Diana entre risas mientras el desnudo cuerpo de Valentino se colocaba sobre el suyo.

—O mejor aún, puedo tocar tus... Teclas... — cuestionó moviendo sus cejas de arriba a abajo.

Diana estaba como un tomate por las risas y locas ocurrencias de su marido. Entre risas su mirada se perdió en el brillo del sol que ingresaba por el balcón reflejando en la pálida piel masculina.

—Mira, la luz del sol es... Muy bella al ingresar por las ventanas. Los rayos del sol iluminan la oscuridad de tus ojos reflejando el brillo de tu alma, eres un hombre apasionado en todo lo que haces y eso... Me enamora.

—Ven aquí... — murmuró el hombre colocándose de rodillas en la cama atrayendo el cuerpo más pequeño al suyo. —Quiero que pase lo que pase, busques la manera de sobrevivir.

—Pero Val- 

Diana fue interrumpida mientras sus ojos se aguaban.

—Te amo de una forma que me hace creer que estoy delirando... Vivimos juntos en el peligro y no quiero sonar negativo, pero a veces la adversidad nos puede jugar en contra. Si algo-

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora