Bajaron a empujones a los sicarios hasta colocarlos de rodillas atados a diferentes postes mientras quitaban las telas de sus rostros. Los sujetos lanzaron una mueca por recibir la luz del sol directo en la cara quejándose. Todo teniendo a Valentino como el director.
—Stefano, vacía sus cuentas. — ordenó Diana recibiendo la confirmación de Stefano.
—¡¿Acaso nos mentiste puta?! No era de sorprenderse, puta traidora. — exclamó Mikhail desde el suelo en dirección a Diana.
—Me hicieron enojar mucho...
—Nos han hecho enojar demasiado, para mi gusto. Irrumpen en mi territorio, asesinan a un integrante de mi familia, hieren a otro y me confirman que querían acabar con alguien más... — agregó Valentino lentamente apareciendo en el campo de visión de los hombres. —Incluso como si pudieran ser salvados continúan afectando la situación, llamando puta a mi mujer, preguntando si puede chuparte tus miserias... De todas las mujeres que existen, tuviste la muy mala suerte de llamar así a la mía. — lanzó una risa que conducía el borde de lo siniestro. —Hombre... Solamente necesitas un milagro para salvarte de mi.
El Italiano demostró su enojo removiendo un pequeño sentimiento de temor con el certero conocimiento que aquel odio no era destinado a ella.
Su voz bajó un par de tonos más expresándose fríamente como si su mente maquinase cosas macabras para el futuro y eso hacía en realidad, su rostro cambió, sus ojos se entornaban más estudiando a su presa perdiendo la cordura a medida que pasaba el tiempo, su mandíbula se marcaba con cada palabra y su fornido cuerpo se preparaba para acabar con su oponente.
Bruno respiraba fuertemente como si hubiese corrido una maratón, producto de la misma adrenalina de la furia que corría por sus venas y se estaba conteniendo. Stefano, por otro lado, se encontraba con el rostro imperturbablemente frío mientras giraba un cuchillo en sus manos lentamente planeando el momento exacto para su uso.
—¡De pie! — exigió Valentino. Un par de muchachos los levantaron del poste quedando de pie con las manos en la espalda. Sus rostros reflejaban que habían aceptado su destino más crudo... La muerte.
—Que comience el juego. — murmuró Stefano entregando la daga a Emiliano, para acercarse a sus victimas junto a Valentino y Bruno.
Los tres al mismo tiempo. Diana nunca los había visto igual, ahora comprendía porqué tenían la reputación que tenían.
Bruno, Stefano y Valentino eran como animales salvajes recién salidos de la jaula hambrientos de venganza lastimando con todo tipo de golpes cargados de rabia hacia los asesinos, demostrando tener una increíble destreza física evidenciando que sabían a la perfección deportes de contacto como boxeo, kick boxing o algún otro tipo de arte marcial.
Se conocían tan bien ellos mismos y confiaban mutuamente que sus golpes estaban perfectamente sincronizados que no necesitaron ponerse de acuerdo previamente. En cuestión de minutos los rusos tenían los rostros cubiertos de sangre totalmente desfigurados retorciéndose contra el poste.
No tenían salida y el italiano estaba en lo cierto, solamente necesitarían un milagro para salir de esa carnicería. En uno de esos momentos Valentino giró sobre sí mismo encontrándose con la cautelosa mirada de Diana impactada por la escena, él bajó su cabeza avergonzado quedando de pie. Diana se acercó enlazando su mano a la suya que tenía los nudillos lastimados con sangre fresca.
—Recuerden que no hay que matarlos chicos, todavía falta el acto final. — intervino la mujer produciendo que los hombres detengan la golpiza a los asesinos teniendo el mismo aspecto de Valentino, los nudillos lastimados y la ropa salpicadas de sangre.
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𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro I
RomansHistoria Terminada ✓ Sara Brown, una ex empresaria, se encuentra huyendo tras la repentina quiebra de su compañía, un colapso que la puso en el punto de mira de un poderoso enemigo. En medio de un mundo lleno de fraudes y locura, lo que parece evide...