Capitulo 1

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—Mejor ven conmigo. — antes de continuar su camino el mayor extendió un brazo a través de la barra brindando un apretón en el hombro de Bruno quién se pudo descubrir que es su hijo —. Ya sabes que hacer hijo mío.

—Si y supongo que sabes lo que yo haré si se trata otra vez de Franco. — comentó mirando a la puerta casi ignorando la presencia femenina, el Sr. Galtieri solo dio una palmada paternal y continuó.

—Algo me dice que esta vez no será así.

El mayor se adentró por un pasillo imperceptible que se encontraba a uno de los lados de la barra que daba a una oficina amplia, tomo asiento en uno de los sillones analizándola fijamente desde su puesto.

La muchacha quedó estática de pie a un lado de la puerta.

—Eres libre de tomar asiento, hija... Dime... ¿Qué te trajo aquí? No eres italiana, algo me dice que no conoces a Franco y si llegaste a este lugar es porque estas en severos aprietos.... Posiblemente ¿O me equivoco?

Hombre sabio.

—Yo... Soy Sara Brown y efectivamente como usted lo dijo, me encuentro en severos aprietos, señor. Yo... Estoy huyendo. Tengo esperanza en que usted pueda brindarme la ayuda que tanto necesito... Yo, yo puedo hacer lo que usted me pida señor, por favor.

Inevitablemente recordó todo lo que le había sucedido hasta este punto y sus ojos se aguaron, limpió las lágrimas torpemente con las mangas del sweater mientras volvía a colocar ambas manos sobre el bolso ubicado en el regazo poniendo en práctica los consejos de su salvador Francesco Caruso, un viejito dueño de una cadena de panaderías de la zona que se apiado de su atormentada alma como si fuese un enviado del cielo.

Nada de lágrimas y solamente la verdad.

—Tranquila, respira y luego continua. — dijo el Sr. Galtieri pacientemente mientras con su mano extendía un pañuelo de papel que de forma gentil Sara utilizó.

—Como ya dije mi nombre es Sara Brown. Antiguamente era dueña de una empresa de marketing e inversiones "Brown's Corporation", quebré a causa de un socio fraudulento que vació mis cuentas bancarias personales y las de mi empresa para su beneficio. En realidad, el dinero y los bienes ya no me interesan, es lo de menos... — afirmó la joven bajando la mirada a sus manos a la vez que daba un pequeño respiro para continuar.

—Yo solo quiero vivir en paz... Su nombre es Phillip Wilson al principio era distinto... Comenzó ayudándome en el crecimiento de la compañía para posteriormente convertirse en un socio. En su momento fue gratificante tener una mano derecha a la cuál podía recurrir para las decisiones más difíciles y a quién podía dejar de encargado cuando necesitaba ausentarme... No quiero que piense mal, jamás me involucre sentimentalmente ni en ningún aspecto con él por más que mostraba abiertamente su interés en mí.

—Un engañoso buen sujeto, no me sorprende que haya actuado así por tus negativas... ¿Pero porque llegaste hasta aquí? Supongo que hay algo más para tropezarte conmigo, niña. — su neutralidad fue de gran ayuda de tal manera que la envalentono para continuar.

—Aproximadamente hace un año atrás todo comenzaba a tornarse extraño en mi empresa, sin consultar a Phillip decidí supervisar los fondos y descubrí una fuga increíble en las cuentas y un incremento del triple en cuentas anónimas datos que fueron confirmados por un contable amigo de mi difunto padre; averigüé hasta donde pude sin mencionarle nada. Así pasó 2 meses y decidí visitar al contable como era costumbre luego de ese hallazgo, pero vaya sorpresa fue la mía al encontrarlo asesinado por nada más y nada menos que Phillip. En su momento no se percató de mi presencia mientras limpiaba su arma a la par del cadáver. Quedé en shock hasta que reaccioné huyendo... O hice un intento de ello...

—Puedo deducir que te atrapó, te torturó... ¿Abusó de ti? — preguntó secamente estudiando su reacción.

El mayor demostró abiertamente su disgusto por hombres así.

—Intentó, pero no lo consiguió... Aunque estuve privada de mi libertad hasta que consiguió papeles que necesitaba para declararme insana y pasar mi empresa a su nombre en su totalidad. Ese hombre... Ese maldito cerdo asesino... Estoy agradecida de haber podido huir cuando iba a matarme. Aunque no me fui, no sin antes conseguir la copia de un USB con evidencias de sus crímenes o algunos de los tantos cometidos no solamente en mí contra, también relacionado con asesinatos variados. Mentiría si le digo que no busque ayuda en la policía, lo que me llevó a descubrir también que tenía a varias personas compradas y otras tantas de diferentes distritos. Ahora ese hombre está en busca de mi cabeza y no va a descansar hasta que sepa con certeza que este muerta...

—¿Qué es lo que quieres entonces y que estás dispuesta a dar a cambio niña? — interrogó el Sr. Lorenzo.

—Protección.

La desesperación del pedido fue tal que inconscientemente la joven se arrodilló a sus pies tirando al suelo el bolso en el proceso de tomar su mano.

—Yo... Solo quiero protección o dígame lo que tengo que hacer para que no me encuentre, quiero paz, quiero poder dormir más de 3 horas sin necesidad de preguntarme si mañana continuaré con vida, si le entregaran dignamente mi cadáver a mi madre o si me pudriré en cualquier bosque sin que nadie más sepa de mi.

Las emociones guardadas salieron del fondo de su pecho en forma de un sollozo acompañado de una catarata de lágrimas, mojando la mano del Sr. Galtieri.

Su mano sostenida entre las más pequeñas limpió las lágrimas del femenino rostro, reinando una dulzura de padre, una mirada nostálgica en sus ojos y con una apacible sonrisa.

—Tengo un viejo amigo que me debe un favor... Uno de los grandes. — su mano se trasladó desde aquel rostro a la coronilla de su cabello. —Supongo que es hora de cobrarlo. Lo bueno es que conozco a alguien a quién le gusta los retos y tú eres la personificación de uno, aunque cómo ya mencioné no será gratis, obviamente...

—Yo haré lo que sea... Lo que me pida, puedo trabajar sin que me pague o puedo buscar algún trabajo para pagarle... Yo sé hacer de todo, limpiar, lavar, cocinar, planchar... Sé como invertir y producir en el mercado. — agregó la muchacha casi con desesperación.

—Hija mía, mirarte me recuerda a...

𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏𝒐 ¿𝑨𝒎𝒐𝒓 𝒐 𝑻𝒓𝒂𝒈𝒆𝒅𝒊𝒂? (+21) Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora