1. 𝙲𝚊𝚕𝚊𝚋𝚊𝚣𝚘

1.1K 76 38
                                    

𝙷𝚊𝚕𝚕𝚎𝚗

Dicen que soy un chico bueno, un chico correcto que nunca se arriesga lo suficiente para obtener lo que se merece. Quizás tengan un poco de razón, pero yo hoy puedo decir que voy a romper mi patético récord de calabazos en una cita. Es por eso que ahora estoy con un chico llamado Lander, con el cual he estado saliendo durante algunas semanas aunque me pusiera un poco nervioso.

Nunca hemos discutido lo que está pasando entre nosotros, lo que significa salir ambos solos de un lado a otro, o si deberíamos de ponerle un nombre. El hecho es que ambos nos llevamos bien y parece que tenemos una buena química, al menos la suficiente para que nuestra compañía sea agradable. Sin embargo... él nunca ha hecho un movimiento conmigo, o quizás es que él también es un poco tímido y espera que yo tome la iniciativa aunque me suden las manos.

No me sorprende. Uno de mis amigos me confesó que su anterior relación fue un poco complicada, por lo que cree que sólo necesita un poco más de paciencia y confianza para salir del cascarón y ser más activo. Creo que es esa la razón por la que, después de semanas, seguimos en la casilla de entrada.

Sin embargo... ¡esta noche será LA NOCHE!

Algunos de mis amigos creen que no soy lo bastante atrevido para ser un tipo descarado, ser un poquillo rebelde y que nunca me echaría hacia atrás una vez decidiera tomar algo que quisiera. Sé que se equivocan. Yo puedo ser un poco cabrón, un tanto lanzado y puedo decirle lo que pienso a cualquier chico guapo que me mande señales. No soy patético ni un mojigato. 

Veo la mano del chico, descansando sobre la mesa, y siento que me tienta a extender mi brazo para agarrársela.

—¿Te apetece dar un paseo después de que cenemos? —me pregunta Lander mientras abre su menú sin siquiera mirarme.

En realidad lo que me gustaría es que fuéramos a mi casa, folláramos con una película de serie B de fondo, y luego comentar tonterías para así hacer la noche más amena.

Como eso es ser demasiado exigente y lanzado en exceso, prefiero tomar mi propio menú y aceptar que la misión de tomarle la mano ha sido una cagada.

—Un paseo suena entretenido, sobre todo porque tendré que bajar toda la comida que planeo comer.

Él se ríe por mi comentario, aunque yo me siento un poco tonto al recordar que si sigo comiendo como un cerdo me transformaré en una pelota dentro de unos meses. 

—Mientras no te empaches, por mí estará todo bien.

Vuelve a reírse levemente y yo me fuerzo a reírme también, aunque creo que mi cara ha expresado una mueca un poco tonta. No es que yo sea un partidazo en esta ciudad, pero tampoco creo estar en el listón bajo de las opciones entre los gays de mi zona. 

La cena al principio se mueve relajada. Una charla amena aquí, una bromita allá, hasta que empiezan los coqueteos entre nosotros y me lleno de confianza cada vez que él me mira con una sonrisa automática en los labios. No estoy muy seguro sobre el por qué todavía no nos hemos cogido de las manos, que es lo más básico de lo básico en las citas, pero como la charla es bastante movida no le doy demasiada importancia.

Como lo suficiente como para saber y darme cuenta que él no ha comido más allá de un triste plato de pollo con salsa de setas y un poco de ensalada, mientras que yo he comido una ensalada casi entera, un plato similar al suyo pero con salsa de queso, una cestita de par cortado y una hamburguesa con una mediana guarnición de patatas. 

—¿Postre? —pregunta con una sonrisa que no sé interpretar.

Niego. Siento que me habré pasado comiendo, o quizás es él el que ha comido poco. No lo sé

𝕸𝚊𝚛𝚌𝚊 (𝙸𝙼)𝓟𝚎𝚛𝚏𝚎𝚌𝚝𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora