Capítulo Cuarenta y Ocho

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—¿Papá?

Rodeando su taza de café con sus dedos, Liam se apoyó en el filo del fregadero y miró a su hijo—. ¿Que sucede, cariño?

Pellizcando el mantel con la punta de sus pequeños dedos, Max lanzó una mirada nerviosa en su dirección debajo de algunos mechones de cabello. Cuando solo se limitó a mordisquearse el labio con un gesto dudoso en su angelical rostro, Zayn intercedió, pasando sus dedos por la sonrojada mejilla hasta que el pequeño lo miró.

—¿Pasa algo, Max? —preguntó con dulzura.

—Papi, yo... —se ahogó un poquito, logrando que ambos lo miraran preocupados.

—Max, dulzura, sabes que puedes decirnos cualquier cosa, ¿verdad? —el moreno fue tierno al hablar—. Nada que digas puede hacernos enojar.

Los ojitos grises se desviaron hacia Liam y volvieron a Zayn—. ¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Una pequeña sonrisita apareció en el rostro del infante—. Entonces, ¿puede Chris venir a jugar de nuevo?

Liam escondió su desacuerdo detrás de su taza mientras dejaba que Zayn le respondiera, ya que por la mirada del mismo, su opinión no era bienvenida.

—Por supuesto que puede venir —Zayn respondió—. Solo debes avisarme antes de invitarlo, ¿si? 

—Esta bien.

Bajando la taza, Liam lo examinó por un momento—. ¿Tu y Christopher se llevan bien ahora, cariño? 

Max le obsequio una gran sonrisa—. Nos llevamos muy bien.

—¿Ya no te molesta?

—No —sacudió su cabeza—. Él ahora no jala mi cabello más y tampoco me quita mis cosas. 

—¿Son amigos entonces?

—No, papá.

Las cejas de Liam subieron, arqueandose en su confusión—. ¿Entonces?

—Somos novios ahora.

Liam escuchó claramente la risa de Zayn mientras intentaba no morir ahogado con su café. Inclinandose sobre el fregadero, abandonó la taza en la superficie más cercana y escupió los restos del café en su lengua, tosiendo energeticamente para alejar la sensación del mismo estancado en su pecho y nariz.

Oh diablos, él sentiría el sabor de ese café todo el jodido día ahora.

Cuando pudo volver a respirar sin la sensación de estar muriendo ahogado en cada inhalación, lavó su rostro lo mejor que pudo y se secó con un paño de cocina cercano. Con los ojos llorosos aun, se giró a mirar a su hijo y a su, demasiado sonriente, esposo.

—¿Cuando...? —tosió un poco—. ¿Cuando sucedió eso, cariño?

—¿Lo qué, papi? —Max parpadeó hacia él, preocupado—. ¿Estas bien?

—Vivirá. —Zayn terció, haciendo un gesto vago con la mano, como si espantara las preocupaciones de su hijo.

Liam puso los ojos en blanco, ignorandolo—. Lo de tu y Chris, ¿desde cuando son novios? 

—Oh —el pequeño rubio asintió suavemente—. Desde ayer, él me lo pidió y yo dije que si. 

—¿Por qué?

—¿Por qué, que?

—¿Por qué le dijiste que si?

Ahora Max parecía confundido—. ¿Tenía que decirle que no? 

¿Ahora me ves? |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora