Capítulo Treinta

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—¿Así que cambiarán la fecha de la boda?

Dejando la pila de platos en sus manos sobre la mesa, Zayn observó a su hermana interrogativo al escuchar la pregunta de su madre. Lena y Danny habían acordado dejar la boda para principios de febrero, habían debatido mucho sobre ello y aunque la decisión había sido discutida, Zayn había pensado que finalmente habían llegado a algún tipo de acuerdo con ello. La verdad, comenzaba a preocuparse por ellos, porque si no podían estar de acuerdo con algo tan simple como decidir una fecha, entonces, ¿que pasaría cuando tuviesen que tomar una decisión más grande que esa?

Por su parte, Zayn compraría palomitas y se sentaría a ver el espectaculo de fuegos artificiales.

Su hermana movió su mano para espantar las preocupaciones de su madre—. No te preocupes, no es como si la hubiesemos cambiado para el otro año. Solo decidimos moverla para los últimos días de febrero.

—¿Que tienen de diferene los primeros días con los últimos? —interrogó el moreno, comenzando a repartir los platos alrededor de la mesa—. De todas maneras, hará un frío que te vas a congelar los ovarios cuando te bajes del auto para entrar en la iglesia, sin importar que día del ese mes elijas.

—Cuando diga Fido, tu mueve la cola —ella le enseñó el dedo medio—. Mantente en silencio, que nadie aquí te ha hablado a ti.

—Bien, pero luego no vengas llorando cuando te quedes sin noche de bodas.

—¿Eso a que viene?

—A que a Danny se le va a congelar tanto que se le va a quebrar como el cristal cuando intente...

—Zayn —su madre golpeó con fuerza su nuca, silenciandolo—. No seas irrespetuoso con tu hermana mayor.

—Ya la escuchaste, respeta a tus mayores, mocoso. —Lena se burló, una sonrisa de suficiencia adornando su rostro.

—Por supuesto, ¿por qué rayos estoy preocupandome por tus ovarios cuando es obvio que estas tan vieja que tus ovulos solo crearian dinosaurios?

—¡Zayn! —su padre fue quién lo aleccionó esta vez.

Puso mala cara—. ¿Por qué solo estan gritando mi nombre? Lena esta buscandome, diganle algo.

—Lena, cariño, deja de molestar a tu hermanito.

—Claro, mamá —ella sonrió, toda inocente hacia la mujer.

—Esa es mi nena obediente. —la susodicha elogio antes de volver a la cocina.

Girandose, Lena le enseñó la lengua al moreno antes de gesticular:— Mocoso.

—Tu, bruja fea, te voy a... —la visión de la pequeña silueta apresurandose por el pasillo, frente a la puerta del comedor lo silencio, logrando que se congelara.

—¿Tu qué?

Ignorando a la instigadora que tenía por hermana, dejó lo que estaba haciendo y rodeo la mesa, dirigiendose a la puerta. Ese pasillo daba al jardin trasero, la oficina de su padre y el baño de invitados. Siendo que solo le había enseñado ese último, suponía que era al único lugar donde Max podía ir al correr en esa dirección. El pasillo estaba vacío cuando miró, la risa de las mellizas flotaba desde la sala, donde su hijo había estado jugando con ellas.

—¿Zayn? —Liam se acercó a él, vistiendo el estupido delantal de flores perteneciente a su madre—. ¿Que sucede?

El moreno quitó la mirada de la ridicula imagen que representaba el mayor en ese momento y volvió a mirar el pasillo vacío—. Me pareció ver a Max corriendo en esa dirección.

¿Ahora me ves? |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora