¿Ahora me ves? |Ziam|

Capítulo Veintisiete

—¡No puedo creer que gastaramos tres valiosas horas dando vueltas por el centro para volver a casa con las manos vacías!

Cerrando la puerta, Liam se balanceo a los lados con Max aun dormido en sus brazos mientras observaba al moreno arrojarse sobre el sofá con mala cara. Habían estado dando vueltas por el centro de la ciudad por horas buscando una tienda abierta para comprar un obsequio para Louis, pero a pesar de que encontraron algunas, no descubrieron ningún regalo lo suficientemente bueno a los ojos del moreno. Así que habían vuelto a casa sin nada.

Bueno, eso no era del todo exacto. Max ahora tenía un nuevo conjunto de ropa y un dinosaurio de juguete que encendía luces y rugía. Bien, Liam debía admitirlo, tenía una gran debilidad por los niños, más aún cuando eran tan educados y tranquilos como Max.

Joder, el pequeño lo tenía totalmente enamorado con su dulzura y Liam sabía de sobra que no iba a poder soltarlo más adelante. No tenía ninguna duda de que tanto Zayn como Max le pertenecian ahora, eran su familia y él los protegería y amaría de ahora en adelante. Nunca había dudado de sus decisiones, aunque jamás había estado tan seguro de algo con tal rápidez.

Max se quejó en su sueño y automaticamente Liam se meció a los lados, acariciando el suave cabello rubio del pequeño.

La risita burlona de Zayn logró que levantara la mirada para verlo sonreír en su dirección—. No es un bebé, Liam, no tienes porque mecerlo.

—¿Se calmó o no?

Los ojos del moreno estaban llenos de burla—. Te tiene enredado alrededor de su dedito y ni siquiera has pasado un día entero con él.

—Yo no fui quién volvió corriendo dos cuadras para comprarle otro helado cuando el suyo se cayó.

—No, tu fuiste quién se quedó diez minutos de pie frente a mi puerta meciendolo cuando debería haberlo dejado en la cama. —replicó.

Liam le frunció el ceño—. A ti también te tiene totalmente conquistado, no intentes negarlo.

—No voy a negarlo, el enano se ganó mi corazón desde el primer día, pero al menos intento disimularlo, no como tú.

—Dos cuadras corriendo, Zayn —le recordó—. Y realmente pensé que estabas teniendo algún tipo de crisis respiratoria cuando volviste jadeando de esa forma, por eso debes dejar de fumar.

—No te metas con mis vicios —señaló—. Y yo no fui quién le compró un jodido dinosaurio que tiene casi su altura.

—No es tan alto y en mi defensa, ¿no viste su carita cuando lo vio en la vitrina? No podía simplemente dejarlo pasar.

—Lo malcrías.

—No lo malcrio, solo lo mimo, son dos cosas diferentes.

—Darle todo lo que se le antoje es malcriarlo. —aseguró.

—No lo es. —replicó. Se meció por inercia, acomodando al pequeño con cuidado en su pecho—. Él se merece tener todo lo que quiera, es un niño tan dulce.

Zayn se rió—. ¿No quieres adoptarlo también?

—Que conste que fuiste tu quién tuvo la idea —señaló antes de dirigirse al pasillo—. Lo pondré en la cama para que este más cómodo.

El traqueteo de las uñas de Lady lo siguieron todo el camino a la habitación, la mirada del canino se mantuvo sobre ellos mientras Liam quitaba los zapatos y abrigos de Max, metiendolo debajo de las mantas.

—Lady, cuida de Max —Zayn pidió, entrando a la habitación mientras Liam terminaba de cobijarlo. Saltando sobre la cama, la perra se recostó en un lado del pequeño, acatando el pedido de su dueño.

—Deberías comprarle una cama para él si piensas cuidarlo tu. —Liam comentó distraidamente.

—Lo sé, el sofá no es un buen sustituto —aceptó, dejando la caja del dinosaurio en el suelo antes de hacer tronar su espalda—. Estaba pensando en tomar una de las habitaciones que no uso para crear un dormitorio para él.

—¿Entonces te harás cargo de su cuidado totalmente?

La mirada del moreno se deslizó hacia el pequeño en la cama—. No lo sé aún.

—¿Que es lo que no sabes?

—Quiero cuidar de él, el solo pensamiento de tener que dejarlo me rompe el corazón, pero no sé si seré capaz de hacerlo. Tengo miedo de hacer algo mal y terminar perjudicandolo.

—¿Que podrías hacer mal? Por lo que he visto, lo haces estupendamente.

—No lo sé, podría olvidar darle de comer o ir a buscarlo a la escuela o darle cerveza por equivocación y...

—Y eso no sucederá.

—¿Como lo sabes? —alzó una ceja.

—Porque, primero, tu jamás lo descuidarias —se puso de pie y se acercó a él con suavidad, mirandolo directamente—. Y en segundo lugar, yo estaré justo a tu lado para evitar que hagas algo estupido.

—No puedes estar siempre pegado a nosotros.

—¿Quieres desafiarme a hacerlo? —sonrió—. Porque realmente, sería un placer demostrartelo. 

—Liam...

Rodeandolo con sus brazos, lo jaló a su cuerpo—. Debes aceptarlo, pequeño, no estoy dejandolos ir a ningún lugar lejos de mi —rozó sus labios con los suyos, ganandose un pequeño sonido necesitado del moreno—. Los quiero a ambos en mi vida y no soy del tipo de personas que se rinde con facilidad, lo sabes.

Sin dejarlo hablar, lo besó con suavidad, sintiendo la textura sedosa de la boca del moreno bajo la suya. La respuesta fue debil al principio, pero luego de un momento, el más joven comenzó a devolver el beso con la misma intensidad que lo recibia, enviando un rayo de esperanza por el cuerpo de Liam. Lo apretó con un poco más de fuerza contra su cuerpo, el sabor dulce de su pequeño seguía siendo el mismo de siempre, intoxicante.

Liam lo quería tanto que dolía, pero sabía que aún no era el momento, ahora solo podía tenerlo entre sus brazos y besar sus labios cuando este se lo permitiera, pero pronto las cosas cambiarían. Muy pronto.