Capítulo 50

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Luna dejó pasar a Julia, quien entró algo nerviosa para después ambas ir rumbo a la sala y sentarse juntas en el sofá.

—¿No que papá te había dado una llave? —preguntó recordando lo comentado por su padre la noche anterior.

—Sí —asintió—, pero aún no la uso.

—¿Por qué? —se acomodó sobre el sofá.

—Luna, yo quería hablar de eso contigo.

—Claro —asintió.

—Verás —junto sus manos para ponerlas sobre su regazo—, tu padre me dijo que podía mudarme con ustedes, pero yo no quería hacerlo sin hablarlo primero contigo... Es tu casa al final y yo no quiero ser una molestia para ti.

—¿Molestia? Tú no eres una molestia —sonrió ampliamente—. Sería grandioso que vinieras a vivir con nosotros.

—¿De verdad? —preguntó un poco sorprendida con el entusiasmo de Luna.

—¡Sí! —soltó con una emoción que borró de Julia cualquier tipo de miedo—. Es más, quiero que vayas a tu casa y busques tus cosas... De seguro papá se pondrá muy feliz de verte aquí cuando regrese.

—Tienes razón —sonrió y se puso en pie—, en un rato estaré aquí.

—Sí —imitó su acción—. Cuando regreses yo te ayudo a acomodar tus cosas.

—Gracias.

—No es nada.

Después de eso, Julia se fue. Estaba más que feliz, ya no sentía el más mínimo de temor por ser una incomodidad para la hija de Luis.

Luna por su parte, no podía sentirse más emocionada. Su padre amaría la sorpresa. Sabía que él siempre se sintió solo, de una forma que ella no era capaz de llenar y sabía que Julia si podría hacerlo.

Miró la hora y al no tener nada más que hacer que concentrarse nuevamente en las páginas del libro, decidió hacer un poco de té para relajarse mientras se concentraba en su lectura nuevamente.

Al poner el agua a hervir escuchó la puerta sonar otra vez y fue a ver quién era. Al llegar a la entrada se alegró al ver lo que veían sus ojos. El señor Kerman estaba ahí. Una venda rodeaba su cabeza y estaba acompañado de una muchacha.

—Hola Luna —saludó con una sonrisa y se ayudaba a apoyarse con un bastón.

—Hola señor Kerman, veo que al fin necesitó el bastón.

—Ya vez pequeña —respondió con tono cansado.

—Buenas tardes —saludo la mujer. Tenía un rostro sencillo y bonito, delgada, de pelo negro, bastante alta y sin duda era una enfermera, ya que su uniforme la delataba.

—Luna, ella es Leila, mi carcelera —bromeo.

—¡Señor Kerman! —soltó ofendida y Kerman soltó una carcajada.

—No lo tomes tan enserio, pero de verdad —miró a Luna—, no sabes todo lo que tuve que hacer para convencerla de traerme, no me quiere dejar salir ya que debería estar en reposo.

Luna rió y los invitó a pasar. Ellos se sentaron en el sofá de la sala, mientras que ella terminaba de preparar el té.

—Veo que leíste el libro —señaló mientras tomaba un sorbo del té que recién Luna les había servido.

—Sí —asintió—, es muy interesante.

—Lo es —dijo para después girar su vista al escuchar el sonido de la puerta otra vez.

Cervusdei [✓] [SagaJordfrin #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora