C VIII

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Giovannie.


Hoy era sábado, y también mi cumpleaños.

19 años.

Dios. Toda una trayectoria llena de recuerdos tristes, alegres, de caídas, de accidentes, y de todo un poco, pero aun a pesar de eso, no me arrepiento.

-Cariño, vayan armando su fogata, en lo que preparo lo de la comida- dijo mi madre.

-Má, pero apenas son las 2 de la tarde, es muy temprano. Y todavía no acabamos de recoger- le dije mientras seguíamos recogiendo el tiradero que hicimos en la sala.

-Pues apúrense, porque entre ustedes dos, son capaces de acabar hasta mañana- dijo en tono burlón.

-Acabaríamos pronto si nos ayudaras. Tú también estuviste en la guerra- le dije acusadoramente.

-Sí, pero fue idea de Bay- dijo inocentemente.

-Era un secreto, má- dijo mi doncella en forma de reproche.

-Sabía que la idea era tuya. Pero me las pagaras en tu cumpleaños- le dije muy seguro.

-Ya lo veremos. Ahora apúrate, que nos falta asearnos- dijo mientras seguíamos acomodando todo.

Resulta, que mi mami y mi doncella, se les hizo muy original darme un infarto como regalo de cumpleaños. Porque entraron cantándome "Feliz cumpleaños" mientras me mojaban con pistolas de agua, y cuando reaccione se dieron a la fuga, nos empezamos a corretear por toda la casa, hasta que se pararon en la sala y me enseñaron mi pastel que mi mamá preparó.

La verdad se veía rico, lástima que no lo probé, y toda gracias a que mi amada doncella me embarro una parte del pastel y yo en desquite quise hacer lo mismo, pero se quitó y lo termine tirando en el sofá y el piso, mi mamá como "castigo" quería darme un manotazo, pero cuando se acercó a mí, se resbaló con el pastel y termino tirando a Bay en medio del accidente.

Felizmente, puedo decir que mi doncella tuvo una mascarilla de pastel, y de esa forma empezó la guerra, todos contra todos.

Nos aventamos pastel hasta que se terminó, pero mi madre cambió sus armas por los cojines.

Les puedo decir que lo único que se salvó de terminar sucio fueron los ventanales, todo lo demás terminó más que sucio, limpiamos los cuadros y objetos que mi madre tenía en la sala, y por último el piso.

Cuando terminamos de acomodar todo los sofás, mi madre fue abrir la puerta. Bay y yo nos dejamos caer en el suelo totalmente cansados. Juro que ya ni pararme quiero.

-¿Oigan porque siguen en pijama?- nos preguntó mi novia con burla.

-Larga historia. Lo único que te puedo decir, es que fue culpa de él- dijo con su carita de niña buena.

-¿Ahora resulta que fue mi culpa?- le conteste viéndola muy seriamente.

-Si no hubieras tratado de batirme pastel, nada de esto habría pasado- dijo cruzándose de brazos.

-Bueno ya. Vayan a asearse, yo iré prendiendo la fogata que ya es bien tarde- dijo mi novia mientras nos miraba con desaprobación.

-Si, bueno. La fogata aún no está, ¿Podrías empezar a colocar todo? Ahorita te venimos a ayudar. ¿Si? Gracias, eres la mejor novia- le dije mientras salía corriendo de ahí, mi doncella venía detrás de mí corriendo. Si no, es capaz de que nos avienta algo por no hacer nada.

Ella entró a su cuarto para darse una buena ducha y yo me fui al mío. ¿Por qué su cuarto? Bueno, hace unos años atrás, entre mis padres y yo, decidimos que ella debía tener un cuarto aquí, ya que también es parte de nuestra familia, y por eso le acomodamos su habitación.

MIRA AL CIELO| Siempre Será Nuestra PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora