Capítulo 35

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Capítulo 35

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Capítulo 35


—Rose Pierce —La voz de la doctora nos interrumpió.

Aaron me sonrió con cariño y tomados de la mano caminamos hacía el consultorio, hasta el momento no me había sentido nerviosa, pero al entrar empecé a sentirme así, iba a saber que eran mis bebés.

El rubio a mi lado apretó un poco mi mano con cariño notando mi nerviosismo, sabía que amaría a mis bebés fueran lo que fueran, pero era una gran noticia.

Le explicamos lo sucedido a doctora y ella decidió hacer una evaluación extensiva, ya que el estrés en mi tipo de embarazo no era nada bueno, luego de hacer las órdenes para varios exámenes, me mandó a cambiar para poder hacer la ecografía.

Mi panza era bastante notoria, no era algo exagerado —cosa que agradecía, porque ya pesaba y no podía imaginar como pesaría una más grande —, pero aún así se notaba bastante, de hecho mi ombligo estaba empezando a salirse y había una tenue aparición de estrías alrededor de este.

Sabía que todo esto era normal, aún así era algo chocante para mí mirarme al espejo, mi cuerpo iba a cambiar para siempre y sinceramente nadie te prepara para eso. 

Me encontraba acostada en la camilla del consultorio, la doctora como de costumbre esparció el gel frío sobre mi vientre haciendo que me sobresaltara un poco, estaba tan ansiosa de ver a mis intrusos.

El sonido de sus corazones empezó a sonar y ambos sonreímos, aún era algo a lo que no nos acostumbrabamos, cada que lo oíamos se hacía más real, o sea sabíamos que lo era pero escucharlo lo confirmaba.

Moría de ganas porque nacieran, pero a la vez moría de pánico, nunca estarían más seguros que allí en mi panza, el mundo era peligroso y me asustaba demasiado no ser capaz de protegerles, pero la vida no se detenía y pronto estarían en nuestros brazos.

Era imposible no tener dudas y miedos, en pocos meses seríamos responsables de dos vidas. Dos intrusos que dependerían plenamente de nosotros y sinceramente muchas veces creía que yo aún no me sabía cuidar sola a mi misma, así que si, estaba cagada de miedo, pero era buena para trabajar bajo presión, quería creer que podía con esto y mucho más.

La doctora revisó cada centímetro de mis bebés, verificando que se encontrarán en perfecto estado, y mostrándonos cómo iban creciendo, hasta que llegó la pregunta crucial.

—¿Desean saber el sexo de los bebés? —Aaron me miró y yo le sonreí, así que ambos asintimos emocionados. —Bien ven esto de acá…

La doctora empezó a señalar, mientras nos explicaba y posteriormente no dió la noticia más esperada, era raro llorar de felicidad, pero ahí estábamos los dos abrazados llorando de felicidad.

Moríamos de ganas de contarles a todos.

(...)

Ya en el auto camino a casa decidí tocar un tema que me preocupaba, si bien apenas tenía un par de días libres apostaba toda mi fortuna —que eran unos cien dólares en mi cuenta bancaria —que Aarón había hecho a un lado el Hockey durante toda esta semana, no podía seguir faltado.

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