Serie: Una noche
Libro #1
Aarón estaba perdido; tenía que elegir: decepcionar a su padre o decepcionarse a sí mismo.
Rose nunca pensó encontrarse en esa situación, quizás en unos diez años, pero no a esa edad y no con él estupido capitán del equi...
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Capítulo 36
Los jodidos pies me estaban matando, pero apenas empezaba la tarde y aunque quisiera de verdad ayudar a Aaron con los preparativos de la comida, no podía dar dos pasos sin maldecir.
No iba a negar que era frustrante no poder moverme con la misma facilidad de antes, y sentir que dependía de alguien más en muchas oportunidades, después de la muerte de mamá tuve que aprender a ser independiente, si bien papá siempre estuvo para mí, no sabía muchas cosas que mamá si, como mi primer periodo o algo tan simple como peinarme en la mañana.
Por eso me era incómodo depender de alguien cuando siempre he podido con todo, pero sabía que toda esa situación no era para siempre, solo debía aguantar un poco más.
Al final me tuve que quitar los zapatos porque sentía que me estaban quitando la circulación, así que en mi fiesta de revelación estaba acostada en el sofá con los pies elevados mientras Aaron me los acariciaba, no era algo para quejarse, tener a un enfermero tan guapo era un gran beneficio, pero igual habían cosas que hacer.
—Hay que servir la comida —dije con voz suave porque me gustaba que me mimara y quería que lo siguiera haciendo pero teníamos invitados que estaban ansiosos porque nosotros habláramos.
Y aunque torturarlos era un placer culposo que no iba a negar, entre más lo alargáramos más tiempo se quedarían y mis piernas no aguantarían mucho más.
—Pueden esperar un poco más, tus pies aún no se ven mejor —me respondió de la misma manera, casi en un susurro. Los demás estaban en el patio hablando entre ellos, por lo menos no eran niños a los que había que entretener con actividades.
—Y no van a mejorar por el momento y creo que si los hacemos esperar un poco más, Roman hará un berrinche. —Eso les hizo reír a ambos, la imagen mental era bastante graciosa.
—Creeme pagaría por ver a Pierce haciendo puchero y revolcándose en el suelo. —Esos dos tenían una amistad extraña, era como una especie de amor odio que solo ellos entendían.
Pero me gustaba que se llevaran bien y que, después de todo el conflicto del principio, terminaran siendo amigos, me hacía ver que éramos una familia y eso me encantaba.
—Pagaríamos por eso, pero no quiero ser tan mala, vamos a comer y luego a decirles a todos —dije sentándome con su ayuda en el mueble —. Vamos yo puedo con el dolor un rato más.
—¿Segura? —Yo solo asentí, aunque sí dolía, pero la vida no se detenía por un par de pies hinchados.
Sabía que a él no le gustaba mucho la idea, pero me conocía lo suficientemente para saber que era terca y quería hacer esto lo mejor posible.
Ambos empezamos a servir la comida y a colocar los platos en la mesa. Un rato después al terminar de acomodar, llamamos a todos y comimos entre risas, ellos haciendo bromas de lo malvados que éramos, y nosotros disfrutando del momento.