-TREINTA Y NUEVE-

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El olor a comida se volvía más apetitoso a cada minuto que pasaba, provocando que la menor de los Xue diera vueltas por la cocina buscando la oportunidad de robar un bocado. El escritor la miró con diversión.

—¿Huele bien? —le preguntó.

—¡Sí! ¡Huele rico! —contestó Qing con entusiasmo.

—Aun le falta un poco a la cena, debes ser paciente. Te ofrezco un dulce por mientras. —dijo Xue Yang, sacando un frasco con dulces de la mesa en la esquina.

A-Qing hizo una mueca con los labios, pero de todas formas sacó varios dulces. Abrió uno y el resto los guardó en su bolsillo

Xue Yang hizo una mueca. —Era uno, patuda.

—El resto es por si me da hambre más tarde. —se excusó ella, luciendo angelical.

Xue Yang bufó con gracia y siguió revolviendo el sartén con verduras. En realidad no le gustan las verduras, pero su hermana debe comerlas, entonces siempre cocina con ellas.

A-Qing se sentó en la mesa de la cocina. —Pero Ge, ¿Por qué tenemos una cena tan elaborada hoy?

El escritor alzó los hombros. —Simplemente estoy de buen humor.

La menor lo miró con duda, pero lo dejó pasar por el momento y sonrió, enfocándose en buscar una canción para reproducir en el equipo. Hizo un pequeño baile de victoria al encontrar Kepler y cerró los ojos balanceando su cuerpo al ritmo de la canción, por lo bajo, Xue Yang tarareaba junto a ella.

—De todas las canciones de la señora, esta es la que más escuchas. —comentó Xue Yang.

—Esta canción es especial. —dijo Qing sin mirarlo, manteniendo su postura corporal.

Había canciones más románticas, más nostálgicas y más alegres, para él esta canción era casi una súplica.

—¿En serio? ¿Qué tiene de especial?

A-Qing pareció pensarlo. —No sé, supongo que ha estado presente en mis momentos más vulnerables.

Xue Yang prestó atención en este punto, bajó la intensidad de la llama y enfocó toda su atención en las palabras y expresiones de su hermana, dejándola continuar con libertad.

—Estuvo cuando enfermaba por las noches y te quedabas cuidandome... Cuando tuve mis primeros dolores mentruales... También cuando me sentía triste y te sentabas conmigo a ver peliculas de princesas mientras comiamos hamburguesas. —soltó una pequeña risa ante el recuerdo—. No sé porqué, pero siempre cantabas la misma canción... Escucharla ahora me da como un sentimiento bonito.

Sin poder evitarlo, los ojos de la menor se cristalizaron mientras hablaba. Xue Yang sonrió sin mostrar los dientes, con dulzura. Qing se puso de pie y caminó hasta abrazarlo, él solo devolvió el abrazo y los movió lejos de las ollas y los sartenes para evitar accidentes.

—Muchos de mis compañeros piensan que al recordarme que no tengo padres me hacen mucho daño. ¿Quién necesita un papá y una mamá? Te tengo a ti, eres mejor que todos ellos.

Xue Yang soltó una risita y le besó la frente.

—Ge... Yo de verdad no sé que hubiese sido de mi en ese orfanato sin ti... Te quiero mucho.

En el fondo, Xue Yang estaba tan emocionado que estaba al borde del llanto.

—¿Cómo que quién necesita un papá? Te di mi apellido, si tu quieres puedo ser tu papá, tu hermano, hasta tu abuelo —bromeó con un par de risas y luego suspiró —. Ay, mi pequeña, en esta vida, solo somos tu y yo contra el mundo...

Papá Luchón | WangXian AU |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora