-TREINTA Y SEIS-

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Cuando Nie MingJue entró a la casa de Xue Yang, lo primero que pensó fue que estaba más ordenada de lo que pensaba. Con la actitud del escritor y su excéntrica personalidad, se esperaba ropa tirada, muebles llenos y la mesa llena de hojas y libros. Pero no. Muy al contrario, el hogar del escritor estaba bien ordenado salvo un par de platos y una olla.

Esos eran los que había ocupado en la mañana para prepararle la lonchera a A-Qing.

—Ven, toma asiento. —dijo el menor.

MingJue miró los delantales de cocina colgados en la silla y sintió ganas de reir.

—Oh. ¿Te gustan? —preguntó Xue Yang—. La enana los diseñó en su tablet el año pasado, así que los mandé a confeccionar y ahora los ocupamos cuando cocinamos juntos. Ella ocupa el verde agua y yo ocupo el negro.

MingJue no sabía por qué tenían delantales de cocina con diseños de hormigas y hojas, pero se veían algo tiernos y chistosos.

El menor puso las cosas sobre la mesa y en un par de minutos ya se encontraban bebiendo café.

—Ahora si, ¿Qué pasó exactamente en tu trabajo? —le preguntó.

—No es nada grave, solo un pleito entre colegas.

Xue Yang lo miró como diciendo "bien, continúa" y tomó un trozo de pastel de chocolate y menta, luego sirvió un trozo en su plato y otro en el plato del oficial.

—¿Te molesta si le guardo un poco a mi hermana?

MingJue negó. —Para nada, adelante.

Xue Yang dejó un trozo a un lado y lo miró paciente, esperando que comience el chisme. MingJue suspiró en su corazón y se dispuso a hablar.

—A uno de mis colegas le tocó hacer seguimiento de una denuncia por acoso, asi que se suponía que debía salir en el carro y patrullar el perímetro, pero el bastardo prefirió hacer cambio con otro colega y quedarse haciendo trabajo de oficina.

—¿Eso se puede? —preguntó Xue Yang.

—Es un poco ambiguo, pero al parecer sí.

—¿Entonces estabas molesto porque esquivó sus deberes?

—En parte —respondió MingJue—. Lo que me molesta es el poco peso que tienen las ordenes de alejamiento, y a los patrullajes se les da menos peso todavía. Muchos casos terminan en tragedia por cosas como estas, y después uno tiene que decirle a las personas que existen leyes y demás.

Xue Yang suspiró y miró al hombre frente a él con nuevos ojos, pensando que quizás no era tan desagradable como él pensaba y que incluso podrían llevarse muy bien.

—La gente no puede ser cambiada si ellos mismos no quieren cambiar... —mencionó el escritor, más para él mismo que para el oficial.

—Lo sé... Pero cambiemos de tema, es un poco deprimente.

—Oh, tus clases están rindiendo frutos —mencionó Xue Yang.

—¿Por qué?

—Ayer me citaron a dirección de la escuela de A-Qing, el director me dijo que A-Qing está a punto de irse supendida por pelear con sus compañeros de clase.

—¿Y eso? —preguntó MingJue, recordando el rostro tierno y la personalidad tranquila de la adolescente.

—Se me ocurrió la brillante idea de poner a la enana en un colegio privado, entonces algunos mocosos se sienten en el derecho a molestar a los que tienen menos recursos. El viejo de mierda del director piensa que A-Qing debería aguantar en silencio o cambiarse de colegio. ¿No es eso absolutamente estúpido y antipedagógico?

Papá Luchón | WangXian AU |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora