Capítulo 24 💖

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¿Como tener una cita con una chica que no quiere tener citas? ¿Con amenazas? ¿Chantaje? ¿Engaño?

Hmm.

—¿Señor Grey? —Andrea carraspea para llamar mi atención... De nuevo—. El abogado del señor Williams envió otra propuesta de custodia, ¿Quiere verla ahora?

Eso definitivamente atrae mi atención hacia mi secretaria y lejos de mi hijo y su niñera, ambos sentados en la sala de mi oficina coloreando.

—Envíalo a mi abogado, que se haga cargo de eso.

Para eso le pago, después de todo.

—Entendido. ¿Algo más que necesite?

Piensa Grey, piensa. Utiliza tu maldito ingenio para esto.

—Dile a Taylor que aliste el auto, vamos a salir.

No espero la confirmación de Andrea, me levanto del escritorio para ir a la pequeña sala con Albert y la señorita Steele.

—Tengo qué salir, pero me gustaría que vinieran conmigo. —extiendo mi mano hacia la chica—. ¿Les gustaría dar un paseo por el muelle?

El niño no comprende mis palabras, solo la niñera y su primer gesto es fruncir las cejas. Pone a Albert de pie y me entrega su pequeña mano.

—¿El muelle? ¿Qué se supone que vamos a hacer en el muelle?

—Espere y verá.

Afortunadamente no protesta y los tres estamos subiendo al auto con Taylor en cuestión de minutos para dirigirnos a Elliot Bay. No es una visita obligada, pero es una experiencia nueva para todos.

Taylor estaciona lo más cerca que puede de la bahía, luego bajamos con cuidado. El día es soleado, el calor intenso por el verano y me doy cuenta que extraño un poco el invierno. Será mi primera Navidad con Albert, tendré que hacer algo memorable.

—Por aquí. —señalo y ellos me siguen—. La vista es buena, ¿No?

—Preciosa. —dice la señorita Steele sin mirarme—. ¿Pero qué estamos haciendo aquí?

Señalo las embarcaciones atadas al muelle, costosas construcciones de madera comparables con apartamentos móviles para personas ricas.

—Estamos supervisando mi inversión. O una de ellas, al menos. Muy pronto todos los botes en el muelle serán parte del conglomerado de Grey Enterprise Holdings.

—¿Botes? ¿Ahora se dedica a construir botes? —el tono de incredulidad en su voz me molesta.

—Mi empresa, si. ¿Por qué le sorprende tanto?

Ella sigue mirando el muelle y a la hilera de catamaranes atados como si no pudiera creer lo que digo, o peor, me viera a mi mismo tallar la madera.

—Gracias por su voto de confianza, ¿Por qué mejor no vamos por un bocadillo?

Señalo el restaurante que se ubica en la bahía y nos dirigimos ahí, encontrando una mesa en el centro del establecimiento. Es casi medio día, podría ser una comida temprana.

La niñera se sienta en una silla con Albert a su lado en una silla normal. La molestia del pequeño comienza porque no puede alcanzar la mesa y manotea todo lo que está a su alcance.

—¡Albert, no! —gruño mientras ella retira el salero de sus manos—. Carajo.

—Esto es un desastre. —se queja ella—. ¿Deberíamos irnos?

La inquietud de Albert no va a cambiar mis planes.

—No. Nos quedaremos.

Levanto a Albert de su silla y me siento, luego lo pongo en mi regazo para que tenga la altura suficiente para alcanzar la mesa. Cuando sus ojos curiosos se fijan en el menú, finalmente se tranquiliza.

Un mesero joven se acerca a tomar nuestros pedidos de hamburguesas y bebidas, jugo y sandwich para Albert. El niño está tan emocionado por tocar todo lo que está a su alcance que el sándwich termina como una masa esponjosa en sus pequeñas manos.

—¿Quiere que lo sostenga? —pregunta la chica dando otro bocado a su hamburguesa—. Para que pueda comer.

Mi mirada se dirige a mi propia hamburguesa con papás frías, la mitad de ellas derramadas sobre la mesa por un manotazo desafortunado. Tomo una de las que permanecen en el plato con mi mano libre.

—Puedo hacerlo, señorita Steele. Estamos mejorando, ¿Verdad, Albert?

Para cualquiera que nos vea, lucimos como una familia típica y el pensamiento no me desagrada en absoluto.

Dejo que el niño termine de comer el sandwich antes de ponerlo sobre sus pies y darle su jugo para que yo pueda tener un bocado de hamburguesa. Él, por supuesto, se aferra a la falda de ella mientras lo hace.

—Pensé que su empresa se dedicaba a la tecnología, señor Grey. Fabricar botes es algo impresionante.

—¿Por qué? —mis cejas se arrugan en confusión.

—Bueno, mi padre es carpintero y sé del laborioso trabajo que es tallar la madera. Tal vez no es tan increíble como fabricar tecnología super avanzada, pero es impresionante.

—Lo es.

Decido que podría tener una comida caliente más tarde, así que pido la cuenta al mesero. Apenas salimos del restaurante, Albert se echa a correr por la bahía tan rápido como sus pequeñas piernas se lo permiten.

—¡Albert! —la chica castaña chilla.

Sus piernas son cortas y le doy alcance a unos pocos metros de distancia. No habría caído al agua, pero aún es peligroso para un niño tan pequeño caminar solo.

Lo levanto en mis brazos mientras él agita sus piernas y puños, deseoso de perseguir a las aves en el muelle, pero debemos irnos. La señorita Steele estira los brazos para tomarlo cuando me acerco.

—Lo siento mucho, señor Grey. Se soltó de mi mano. —su expresión avergonzada es algo a lo que no estoy acostumbrado.

Prefiero a la Anastasia aguerrida.

—Está bien, es un niño pequeño, supongo que estás cosas pasan.

En lugar de entregarle a Albert para que lo cargue, lo sostengo con un brazo y uso mi mano libre para tomar la de la chica.

—Lo tengo, Ana. Tranquilízate. —levanto su mano unida a la mía y beso su dorso.

Ella se tensa ligeramente, pero no protesta mientras nos llevo a todos hasta el auto. Así, con ella aferrada a mi mano y mi hijo en mi brazo, la sensación de paz me inunda completamente.

Esto es lo que Albert necesita.

Una familia.

Y la idea de nosotros tres calienta mi pecho de una forma que no creía posible. Hasta ahora...

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¡Feliz día de las madres! 🎉

Este capítulo va dedicado a F3RGrey por ser la ganadora de la dinámica de Grey en el grupo de Las Cerecitas de Blue 🍒✨

☺️

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora