Capítulo 35 💖

1.3K 227 12
                                    

Anastasia Steele.

.
.
.

Yo propuse esta cena, debería estar preparada para ella y no temblando de preocupación, lo sé. Aliso de nuevo las arrugas de mi vestido coral, notando lo corta que es la falda.

¿Debería cambiarla? ¿Es demasiado informal?

—Debería ponerme un traje.

La figura de Hanna se aparta de la puerta y se detiene detrás de mí en el espejo.

—Ana, basta. ¡Te ves bien! Sonríe un poco, chica. Ese suertudo no sabrá qué lo golpeó. —ella sonríe y asiente rápidamente con mucha emoción.

Ojalá a Christian le guste.

—Si, tienes razón, es solo que es nuestra primera cita y quiero que sea agradable.

Hanna gira para mirarme y levanta uno de sus dedos hacia su mejilla.

—Aún no entiendo por qué te preocupas, él debería sentirse halagado de que tiene tu atención. ¿Hay algo especial en él?

—¿Aparte del hecho de que es muy atractivo? Y era mi jefe.

—Uy. —sus cejas suben con intriga—. Ahora me muero por conocerlo.

Cómo si lo hubiera llamado, el ligero golpe contra la puerta de mi apartamento me avisa que Christian está aquí. Doy un último vistazo a mi brillo labial antes de girarme hacia Hanna.

—Está aquí.

—¡Super! —la morena gira sobre sus talones y se dirige a la puerta.

Llega ahí tan rápido que lo único que alcanzo a ver es su cuerpo inmóvil frente a la puerta, luego un pequeño carraspeo.

—¿Ana, nena? Olvidaste decir que suertudo es el hombre más rico de la ciudad.

—¿Suertudo? —balbucea ojos grises con su usual tono profundo.

—Eh, si. No es importante. —hago una mueca al tiempo que me acerco—. Gracias Hanna, yo me encargo desde aquí. Buenas noches, Christian.

El aliento se me queda atrapado en los pulmones cuando lo veo con un traje completamente oscuro y pequeños rizos cobrizos sobre su frente.

—Buenas noches, Ana. —estira su mano para tomar la mía y la besa—. ¿Estás lista?

Mi amiga empuja mi bolso sobre mi pecho y se aleja, dándonos el espacio suficiente para que ambos salgamos del apartamento y subamos al auto. Como imaginé, Taylor está ahí.

—Señorita Steele. —saluda, todo formalidad como si no fuera ahora el mejor amigo de papá.

Asiento en respuesta y entro al auto, preguntándome si eligió su restaurante para la cena o iremos a su ático. Me encantaría algo de privacidad cuando sea el momento de derramar todos mis pensamientos sobre él.

—Espero que no te moleste, elegí un lugar nuevo para esta noche. Dicen que la vista es increíble.

El auto se detiene demasiado pronto, y mi mirada ahora se dirige a la aguja espacial y al restaurante en las alturas. Mi dios, definitivamente es una experiencia nueva.

Christian apoya su mano en mi espalda cuando bajamos del auto y me guía hacia el ascensor.

—¿Has estado aquí antes?

—Si. La primera vez que José vino a Seattle. —su expresión cae y se convierte en un ceño fruncido—. Pero era el almuerzo, no se veía tan deslumbrante.

Eso devuelve la sonrisa a sus labios el tiempo suficiente para que lleguemos al restaurante, un lugar elegante con una preciosa vista a las luces de la ciudad que no se aprecian de día.

Nos llevan hasta nuestra mesa y permito que Christian ordene la cena porque estoy demasiado ansiosa para hacerlo. Se toma su tiempo pidiendo un vino tinto elegante y luego nos quedamos solos. Al fin.

—Entonces... —sus bonitas cejas se fruncen ligeramente—. ¿Cuál es el motivo de esta cita?

Puede parecer serio, pero sé que está conteniendo una risa con sus labios apretados.

—¿Por qué querías que anoche fuera perfecto? —regreso la pregunta, esperando que él confiese primero.

La maldita cosa se vuelve un juego, como cada conversación entre nosotros.

—Haz estado huyendo de mí desde que te conozco, esperaba que ayer fuera diferente.

Oh.

—Haz estado persiguiéndome desde que te conocí y no me gusta sentirme acorralada. —creo que lo notaste, omito decirle.

Golpea con sus  dedos la mesa y el gesto de su boca cae.

—Es cierto, lo hago. Esperaba que las cosas hubieran cambiado estos meses que te fuiste.

Bueno, si. Tomo un respiro hondo y un sorbo de mi copa de vino antes de contestarle. Él podría rechazarme y ni siquiera han servido la cena.

Breves imágenes de mi estando en la editorial vienen a mi mente, en cada una de ellas estaba pensando en el pequeño niño de ojos grises como los de su padre. La forma en que sujetaba mi dedo para caminar, como tocaba mi mejilla para atraer mi atención o su carita sonriente cada vez que me veía llegar.

También su padre capturó un poco de mi atención, de mis pensamientos y de mi corazón. La forma en que se ha esforzado por un niño que apenas conocía y lo mucho que le preocupa su seguridad es algo que admiro mucho porque me recuerda a mi padre.

—Lo hicieron. —confieso, de repente con la boca seca—. Extrañé mucho a Albert. Todo ese tiempo que pasé con él me hizo tomarle cariño.

Christian permanece en silencio con una expresión cautelosa que comprendo. Me alejé de ellos pensando en lo que era mejor para mí y al final descubrí que eran parte de mi vida.

—Dijiste que no estabas lista para ser madre, y lo entiendo. Eres muy joven.

Tomo otro largo sorbo a la copa esperando que eso relaje mi garganta y mis nervios.

—Tengo miedo. —respiro profundamente para controlar las lágrimas que se acumulan en mis ojos.

Esperaba que comenzara a interrogarme o a exigir respuestas, pero él solo estira su mano por encima de la mesa y toma la mía. Luego me mira con toda su atención.

—Miedo a no ser lo suficientemente responsable, a fallarle, a ser como ella.

No puedo evitarlo, mi voz se quiebra al recordar mi propia infancia y a la imagen de mi madre dejándome atrás para seguir a su nuevo marido. ¿Quién le hace eso a una niña? A su hija, más ni menos.

—Me prometí a mi misma que no traería un bebé a este mundo a sufrir.

La otra mano de Christian también me alcanza y me pide que la tome con mi otra mano, justo donde el mi puño arruga la tela de mi bonito vestido coral.

—Lo entiendo, Ana. Pero Albert ya está aquí y te extraña muchísimo. Y yo también.

.
.
.

¡Nueva actualización!

1/2

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora