Capítulo 46 💖

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Jodidas gracias a Jason Taylor.

Cuando estábamos hablando con el arquitecto sobre la remodelación de la casona y sugirió que el área de empleados fuera independiente al igual que en Escala, me pareció innecesario.

Esta mañana, viendo el cabello de Anastasia desparramado sobre mi almohada mientras ella duerme boca a bajo, agradezco que su padre no se quedara en la habitación de al lado.

Aún es temprano, pero me levanto para tomar una ducha y revisar a Albert en su cuna antes de volver a mi cama. No quiero despertarla, así que me acurruco a su lado viéndola dormir.

Por primera vez, mi jodido corazón late tranquilo porque siento que ella finalmente ha dejado de huir. Y lo prefiero así.

Quiero que me elija, que desee estar con nosotros y ser parte de nuestras vidas. Si eso no es amor, no sé qué carajos es.

—Hmm. —gruñe cuando abre los ojos y me mira—. Buenos días.

Maravillosos jodidos días.

—Buenos días, Ana.

Ella gira un poco más y la sábana se arrastra por sus hombros desnudos dejándome ver sus hermosas tetas que estuvieron en mis manos toda la noche y parte de la madrugada.

Sus ojos se amplian cuando despabila.

—¿Estás vestido? ¿Por qué estás vestido? —chilla, saltando de la cama completamente desnuda—. ¡Rayos! ¿Qué hora es?

Rebusca su ropa por el piso de la habitación, encontrando primero un solo zapato y las bragas. Me levanto detrás de ella para evitar que se haga daño.

—Ana, tranquila. Aún es temprano, estás a tiempo.

Deja de dar saltitos cuando se pone el otro tacón y gira la cabeza para mirar el reloj en la pared indicando que faltan 15 minutos para las 7.

—Gracias a Dios.

Suspira y se pasa las manos por el cabello, luego parece recordar que está desnuda a excepción de las bragas y se cubre el pecho con las manos. Me mira con las mejillas rojas mientras yo me deleito con la imagen de ella.

—Si no tuviera qué alimentarte y llevarte a tu apartamento, te cogería con nada más que esas zapatillas.

La veo pasar saliva con dificultad y el sonrojo se extiende por su cuello y pecho.

—Vaya. —abanica su mano frente a su cara—. Creo que necesito una ducha fría.

Dando otro recorrido rápido por su cuerpo, decido que me gusta la idea de que ella vaya al trabajo oliendo a mi, así los otros hijos de puta sabrán que me pertenece.

—No hay tiempo. —beso sus labios—. Vístete para que pueda hacer todo lo que ya dije y llevarte a tu trabajo.

Ana parece recordar apenas que tiene un empleo.

—Oh, cierto.

La observo terminar de vestirse, luego la llevo al comedor y la siento en mi regazo mientras picotea su desayuno y bebe una taza de café. Se remueve de incomodidad sobre mi y eso solo hace que tenga ideas perversas.

—¿No es incómodo? Puedo tomar alguna de esas sillas. —señala al amplio comedor para ocho personas y yo niego.

—Me gusta tenerte cerca.

Lo más cerca que sea físicamente posible. Ni siquiera la dejo ir cuando la señora Jones baja las escaleras con Albert vestido y listo para la guardería.

—Señor Grey, Señorita Steele. —ella pone a Albert en su sillita frente a su tazón de comida.

—¡Nana! —mi chico chilla de felicidad.

—Hola, bebé.

Ana se inclina sobre mi para alcanzar la cabecita del niño y el movimiento aplasta mi adolorido pene.

—Nena, deja de moler tu bonito culo contra mi o juro por Dios que... —un carraspeo fuerte me detiene revelar el contenido de mi mente.

Ana se pone rígida al instante y eso solo puede significar que su padre está listo para reportarse a sus actividades del día.

—Buen día, Señor Grey. Annie.

Ella se remueve otra vez y yo gruño por la presión. Quiero recordarle que su padre sabe que se quedó a dormir y que en realidad sabe mis intenciones para ella.

—Señor Steele, buenos días. —hablo con calma—. Debemos salir de inmediato, por favor instalen la silla de Albert en la camioneta grande y alistense para salir. Haremos una parada rápida en Picket Market.

Raymond asiente en comprensión y sale del comedor sin decir otra palabra.

—Oh, por Dios, eso fue vergonzoso. —se cubre el rostro con las manos.

—Vergonzoso será caminar hasta el auto con una erección, nena. Quedate quieta y termina tu desayuno.

Hace lo que le pido y pronto estamos todos instalados en la nueva Escalade que Taylor está fascinado por conducir. Hacemos el recorrido hasta el apartamento de Ana y luego a su trabajo.

Antes de que baje, se despide con un beso.

—Gracias Christian. —muerde su labio inferior y sé a lo que se refiere, luego se inclina sobre Albert—. Adiós bebé. Adiós Papá. Adiós Taylor.

Nos muestra una gran sonrisa antes de desaparecer dentro de las puertas de la editorial, y solo entonces vamos a nuestro siguiente destino en Grey House. Taylor estaciona la camioneta mientras yo libero a Albert de su silla y Steele trae mi portafolio.

Los tres entramos al edificio y tomamos el ascensor en absoluto silencio.El ambiente se llena de tensión a medida que Raymond vacila en hablar, como si no estuviera seguro de qué decir.

Algo sobre Ana, seguramente.

Antes de que lleguemos a mi piso, giro con el niño en mis brazos.

—Quiero a tu hija. Y voy a casarme con ella.

Las cejas de Raymond están instantáneamente arqueadas sobre su frente.

—¿Estás seguro de eso, hijo? —asiento con firmeza y el suspira—. Buena suerte, entonces.

Toma al niño en sus brazos justo a tiempo para que las puertas metálicas abran y lo lleva a la improvisada guardería en la sala de juntas. Me quedo ahí, tratando de analizar lo que dijo y el tono que usó.

—¿Buena suerte? Estoy seguro que no la necesito.

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¡Capítulo nuevo!

No sé qué pasa ahora con Wattpad que no llegan las notificaciones 😢.

Espero que esta su llegue 🤭

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora