Capítulo 41 💖

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Anastasia permanece recostada en la cama, mirándome con sus enormes ojos azules cargados de inocencia. Voy a admitir que, aunque ella es la inexperta, estoy igual de nervioso.

Trataré de ir lento.

Me concentro primero en estimularla besando sus hombros, su cuello y labios, mientras mis dedos vuelven al cálido hogar de su clítoris. Pequeños gemidos salen de su boca y eso solo me hace sonreír por lo natural que es.

Nada fingido, nada exagerado, todo perfecto.

Empujo sus piernas más abiertas y me sorprende notar que lo hace sin pena, demasiado envuelta en las sensaciones que le produzco.

—¿Ana? —intento llamar su atención—. ¿Quieres que me detenga?

—Hmm. —pequeños ruiditos es todo lo que obtengo en respuesta.

—Lo tomaré como un no.

Me detengo se estimularla para acercar el empaque metálico del condón y rasgarlo, mi pene listo para entrar en acción al momento. Lo deslizo lentamente, viendo por el rabillo del ojo a Ana mirarme.

—Última oportunidad. —bromeo.

Ella pone los ojos en blanco.

A mí.

—Dije que estoy segura, no me provoques.

Es mi turno de sonreír.

—Me encanta provocarte.

Ya no nos hago esperar más, me sitúo entre sus piernas abiertas y me deslizo lo más suave que puedo primero por su hinchado botón, luego hacia su vagina. El mero contacto me hace gemir de anticipación.

Lentamente empujó hasta que estoy dentro, echo un vistazo a su rostro para asegurarme que está bien y comienzo a empujar lentamente. Sus manos vuelan a sujetarse de mis brazos.

Oh.

—Lo sé.

Mezclo mis movimientos pélvicos con besos en sus labios y cuello, o cualquier parte de su cuerpo disponible para mi boca. Y no espero que sea algo prolongado, solo lo suficiente para alcanzar su orgasmo y el mío. Ya habrá tiempo para más.

Sus dedos se clavan con fuerza en mi piel y sus cejas se arrugan en concentración mientras su cuerpo comienza a temblar. Dudo que lo note, pero levanta la cadera y se empuja a si misma contra mi en busca de su liberación.

Esperaba un grito, pero solo gime y se estremece cuando el orgasmo la alcanza, su cuerpo relajándose lentamente al bajar del pico. Y por mucho que me encante verla así, acelero mi ritmo para conseguir mi propio placer.

Momentos después, mi corazón se agita y mis pulmones claman por aire, el orgasmo construyéndose en mi vientre bajo. Mis jadeos son mitad gruñido cuando doy embestidas duras y rápidas que me dejan si aliento, mientras termino dentro del condón.

—Ah. —suspiro y la beso antes de deslizarme a su lado.

Sus mejillas aún están sonrojadas y su pecho luchando por retener el aire. Retiro el condón y lo lanzo dentro de la papelera, luego me recuesto frente a ella.

—¿Estás bien?

—Sí.

—Bien. —los ojos de Ana parpadean con cansancio—. Creo que me vendría bien una siesta justo ahora.

—Hazlo.

Se acerca más a mí, sus brazos acurrucados tocando mi pecho y en cuestión de segundos está profundamente dormida. Trato de decidir si debería levantarme y darle espacio, o dormir también antes de que los problemas me despierten de madrugada.

Supongo que lo hice, porque lo próximo que sé es que la luz del sol ilumina toda la habitación y Anastasia está pegada a mi cuerpo con mi brazo rodeando su cintura. No está dormida, solo me observa.

—Buenos días.

—Buenos días. —sonríe—. Dormido pareces casi adorable.

—¿Solo dormido? —mi ceja se arquea en respuesta.

Ella se ríe antes de enderezarse y envolverse en la sabana, dejándome desnudo y expuesto a sus ojos curiosos.

—Vaya, señorita Steele. No la conocía insaciable.

Muerde su labio inferior para detener la sonrisa.

—Qué vanidoso, señor Grey. Solo me dispongo a tomar una ducha.

Una ducha juntos.

No suena tan mal la idea, así que me levanto y jalo la sábana para que la suelte, antes de que pueda protestar la empujo al baño conmigo. Tan pronto como el chorro de agua está caliente, nos meto a ambos debajo.

Por alguna razón el ambiente se tensa mientras nos enjuagamos, pero ninguno se atreve a decir alguna palabra. ¿Será sobre su padre? ¿Estará arrepentida ahora?

—Estaba pensando... —interrumpe mis pensamientos paranoicos—. Que debería preparar el desayuno para recuperar fuerzas, ¿No lo crees?

—Podriamos salir a algún lado. —sugiero.

—No, está bien. Puedo preparar algo rápido.

Se envuelve en la toalla para salir, la veo secarse en la habitación y tomar sus bragas y una camiseta mía del cajón. Tengo que vestirme rápido con un pantalón de chandal para seguirla a la cocina.

Desde el taburete de la barra la observo preparar huevos fritos, tocino y café, moviéndose en la cocina como si fuera su elemento, y me doy cuenta que me gusta. No solo el hecho de compartir una comida, sino de tenerla de compañía.

Un fugaz recuerdo sobre mis días con Leila pasan por mi mente, donde ella cocinaba y servía como si fuera una empleada, no mi compañera sexual.

Supongo que ahora veo la diferencia y la gran conexión que comparto con Anastasia.

—¿Tienes de jugo de naranja? —su voz me trae de vuelta a ella.

—Espero que sí, la señora Jones se encarga de todas las compras pero ahora pasa más tiempo en la casona.

Ella se dirige al refrigerador y me ofrece una hermosa vista de su culo apenas cubierto con mi camiseta. Cuando se inclina, juro que puedo ver las bragas.

—Creo que se me quitó el hambre de comida.

Se incorpora rápidamente.

—¿Por qué?

Mi mirada está clavada en sus piernas y sube lentamente hasta los pequeños brotes de sus tetas marcadas en la camiseta.

—Oh, no. Hice el desayuno, Christian. Ahora come.

Ella me hace reír.

—Si, señora.

Bien, le concedo esta. Ya tendré tiempo para usar mis encantos en ella.

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2/2

¡Que nada detenga las actualizaciones! ☺️

Me desaparecí un poco por cuestiones de salud, pero quiero que sepan que incluso aquí pienso en todas y todos ustedes, traerles más historias me da mucho ánimo.

Estaré bien pronto 🙌🙏

Y esperen por la actualización en la guía de historias 🤭

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Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora