Capítulo 19 💖

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¿En qué carajos estoy fallando?

La cena en el Mile la impresionó, pero luego el catamarán no. ¿Debería llevarla a Nueva York? ¿Aspen? Bajo la taza de café que estoy bebiendo y lanzo una mirada a Albert que está sentado en su sillita alta.

Ayer llevamos a la señorita Steele a su casa, pero antes de que pudiera decir algo, ella bajó dando un portazo. No es la reacción que esperaba obtener. Preferiría una en la que ella ruega por ser la madre de Albert, cuidar de él y de mi, y luego se sube desnuda a mi cama.

El orden realmente no es importante.

—¡Ray! —chilla el niño, distrayéndome.

Ha lanzado todo su desayuno sobre él y gran parte de su ropa con tanta alegría que me cuesta reprenderlo. Sobre todo no quiero hacerlo porque nuestra relación ha mejorado mucho y las rabietas cuando está conmigo son casi inexistentes.

—¡Ray! —chilla de nuevo.

Me pregunto si la señorita Steele apreciaría una visita social a primera hora de la mañana, después de nuestro fracaso de ayer. Le doy otro vistazo a Albert.

—¿Quieres visitar al señor Steele? ¿Ray? —las palabras atraen completamente su atención—. ¿Quieres ver a la señorita Steele?

El niño toma otro puño del hot cake convertido en papilla y lo lanza con todas sus fuerzas al piso.

—A la señora Jones no le va a gustar esto, Albert. —lo regaño, pero el solo me mira con sus ojos grises iguales a los míos—. Si, tienes razón, eres solo un niño.

Le sacudo la ropa antes de levantarlo en mis brazos y llevarlo al ascensor, donde Taylor aparece de inmediato. Doy instrucciones sobre dirigirnos a la casa de los Steele, pero primero necesitamos una ofrenda de paz.

—Pide comida, la variedad del buffet del Fairmont para llevar y diles que agreguen postres. Pasaremos por ellos de camino a su casa

Armados de comida alta en azúcar y algunos temas de charla, estacionamos afuera de su edificio y bajamos. Taylor se encarga de los contenedores ya que llevo a Albert en mis brazos.

El pequeño manotea y grita cuando reconoce la puerta de su apartamento, pero hago el llamado oficial cuando golpeo la puerta.

—¡Voy! —dice el señor Steele ante de abrir—. ¿Señor Grey?

Albert estira inmediatamente sus brazos hacia el hombre para que lo tome.

—Buenos días, señor Steele. ¿Cómo está hoy? —lanzo algunos vistazos dentro de su casa—. Pasábamos por aquí y decidimos traer un poco de comida. ¿La señorita Steele está despierta?

Raymond levanta al niño en sus brazos y sonríe.

—Annie está tomando una ducha, pero pasen. —se aparta con una gran sonrisa—. Qué sorpresa que estuvieran por aquí.

Hago una seña a Taylor para que lleve los contenedores a la mesa, luego vuelve a salir para darnos privacidad. Saco los platos de las bolsas mientras Ray y Albert se sientan.

—¿Y cómo fueron las cosas anoche? —pregunta el hombre.

—Bien. —¿No se lo dijo? Menos mal—. Bailamos y cenamos, fue divertido.

El señor Steele sonríe y vuelve su atención a Albert que señala algunos aviones a escala sobre el librero de la sala. Debería mencionar que el infante es un pequeño destructor con sus manos, pero supongo que lo sabe, también es padre.

—Comida primero, bebé. —Raymond abre todos los contenedores—. Ah, huele delicioso, estoy seguro que también sabe delicioso.

La puerta del pasillo se abre lentamente y la señorita Steele sale, envuelta en una esponjosa toalla blanca y el cabello húmedo sobre su hombro, y tengo qué estar de acuerdo con su padre: apuesto a que huele a sabe delicioso.

—Papá, estaré lista en... —sus ojos azules se desplazan hacia nosotros y palidece—. ¡Ah! ¡Señor Grey!

Corre por el pasillo los escasos metros hasta su habitación y cierra dando un portazo, eso no amortigua sus gritos y su apatía a los visitantes.

—¿Qué está haciendo aquí? ¿Es que no se cansa de acosarme? ¡Presentaré otra queja en recursos humanos!

¿Otra?

—No estoy aquí como su jefe, sino como su amigo. —mantengo la charla amistosa para su padre—. Solo un amigo que trajo el almuerzo para todos, preocupado de que recuperara sus fuerzas para el día de hoy.

Ella se queda en silencio por algunos minutos y asumo que gané el argumento, pero cambio de parecer cuando ella sale de su habitación con un ajustado vestido floreado que acentúa su cadera y tetas, y se dirige directamente a mi.

Me quedo inmóvil, de pie, mirándola acercarse con su cabello castaño ligeramente húmedo de la ducha.

—Ahí tiene, señor Grey. —golpea mi pecho con su mano y yo contengo el aliento de la sorpresa—. Si vino a buscar esto, aquí lo tiene. Iba a enviárselo a su madre mañana en la mañana.

Lo tomo cuando ella se aparta y miro el cheque de 24 mil dólares que hice para ella en mi mano. ¿Piensa que estoy aquí para cobrarle? Carajo.

—No es esto por lo que estoy aquí. —la sigo mientras se mueve por la sala buscando y poniéndose zapatillas—. Aún estoy en deuda y te traje el desayuno, Ana.

Ella me dirige una mirada irritada.

—Creí que la fabulosa experiencia con Christian Grey terminaba anoche.

—Oh, no, apenas comienza. —alcanzo su mano y tiro de ella para que me deje besar el dorso, manteniendo la mirada sobre ella.

—Bueno, —aparta su mano—. Demasiado intenso para mí gusto.

Me rodea y se dirige de vuelta a su habitación, pero no la sigo por respeto a su padre. No se me olvida que es un condecorado ex marine retirado con permiso de portación de armas vigente.

La chica sale de nuevo de su habitación con una pequeña bolsa cruzada sobre sus tetas.

—Me voy, papá. Es tarde. —besa a su padre en la mejilla y luego la cabecita de Albert—. Adiós, bebé. Disfruta tu día con tu padre.

Luego pasa por mi lado agitando sus dedos a modo de despedida, una gran sonrisa en sus labios que acentúan las pequeñas pecas bajo sus ojos.

—Adiós, Christian.

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(◍•ᴗ•◍) 💙

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Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora