Capítulo 12 💖

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“De empresario exitoso a Padre del año”

Miro de nuevo el artículo del Seattle Times de esta mañana, con una foto de nuestra visita al juego de los Mariners: estoy de pié señalando algo para el pequeño Albert, que está en los brazos de un "hombre desconocido".

Carajo, si no lo supiera, diría que el señor Steele es el legítimo abuelo de mi hijo y no Albert Williams, el padre de Leila. Supongo que por eso el niño está tan familiarizado con él, ya que le recuerda a su familia materna.

Aparto la vista del artículo y dirijo mi atención a la señorita Steele y al niño, sentados ambos en la sala de mi oficina mientras intentan leer un libro. Intentan es la palabra clave.

Me acerco a ellos, recordando las palabras de mi publicista de esta mañana sobre cómo Albert está mejorando mi imagen y por ende, las acciones de mi empresa se mantienen a la alza.

—¿Algún progreso? —le pregunto a la chica.

—Hmm, no. Intento que diga otras palabras, pero la única palabra que parece haber aprendido recientemente es "No".

—Me pregunto en donde la escuchó. Haré que mi asistente obtenga una cita con el mejor terapeuta de la ciudad. Por lo que sé, el niño podría tener algún jodido trauma que le impide hablar.

Como a mi cuando tenía su edad. O tal vez es genético y el niño está jodido por el simple hecho de ser mi hijo. Mierda.

—Si, creo que eso podría ser de utilidad. —concuerda—. ¿Sabe qué otra cosa ayudaría? Sociabilizar. Los niños aprenden a través del juego, no debería mantener al niño rodeado de adultos todo el tiempo.

Ahí está otra vez esa actitud arrogante de la señorita Steele, creyendo que sabe más de mi hijo que yo. Me resulta odiosa.

—No sabía que usted era alguna clase de especialista pediátrica, ¿Por qué no lo dijo antes? —me burlo.

La chica levanta la barbilla.

—Es un talento oculto, y estoy cobrando extra por eso.

—No. —digo de inmediato. La vocecita de Albert me sigue.

—¡No!

Carajo.

—Albert, basta...

—¡No!

La señorita Steele me mira con intensidad, seguramente esperando que mi cabeza vuele en pedazos.

—Misterio resuelto, señor Grey. De nuevo, usted es el culpable del comportamiento de su hijo.

—Claro que no, carajo.

—¡Arajo! —chilla.

—¡Albert! —gruñimos al mismo tiempo. Dios, creí que cuando él hablara las cosas serían más fáciles.

La señorita Steele hace el libro a un lado, luego pone a Albert sobre sus pies y termina de recoger las crayolas del piso. Hace un rápido movimiento hacia el reloj en su muñeca.

—Es mi hora. —sonríe.

Hablando de tiempo extra...

—Señorita Steele. —atraigo su atención de vuelta a mi—. Hay algo de lo que quiero hablar con usted.

Ella mira su reloj, luego se sienta de nuevo en el sofá y yo tomo el puesto frente a ella. Albert se mueve alrededor de la mesa plástica que reemplazó a mi mesita de café.

—¿Sobre qué?

—Mis padres están ofreciendo este próximo sábado una gala, es un baile de recaudación de fondos para su fundación Coping Together.

La chica me mira y podría jurar que está frunciendo el ceño lentamente mientras me escucha.

—Es un evento muy importante. —continúo—. Se espera que toda la familia esté ahí par apoyarlos, y eso nos incluye a Albert y a mi.

Le doy un minuto para procesar la información y que llene los espacios en blanco, de preferencia ofreciéndose al trabajo antes de que yo se lo pida.

—Entonces... —comienza a decir—. ¿Sábado? Eso es fuera de mi horario.

—Lo sé. Pero la necesito ahí para ayudar con Albert, así que pagaré las benditas horas extras.

El ceño fruncido desaparece y una pequeña sonrisa que no es amable se estira en sus labios.

—¿Éste sábado, dijo? Lo siento mucho, tengo un compromiso, me resultará imposible asistir.

—Diga su precio. —gruño, un poco más fuerte de lo que pretendía—. Cómo ya dije, es imperativo que estemos ahí.

Ella tamborilea sus dedos sobre su bolso.

—Bueno, es que en realidad programé un viaje a un retiro, un taller de pensamiento creativo. —su sonrisa se hace más grande—. No puedo cancelar. Ya pagué.

Mentirosa.

—¿Cuánto?

Tartamudea antes de responder.

—12 mil dólares.

¿Qué carajos? ¿Por un puto viaje en medio de la nada? Si, claro.

—¿Quién imparte el curso? ¿Un ganador del nobel de escritura? —digo, y una sola de sus cejas se arquea. Está molesta y está lista para la réplica.

—Siento que no le parezca, señor Grey. Pero es un compromiso hecho con anticipación y no puedo cancelar.

Se pone de pie de repente y se dirige a la puerta con el bolso colgado del hombro. Si piensa que va a salirse con la suya, está muy equivocada.

—24 mil dólares. —digo la cifra y ella se detiene frente a la puerta de mi oficina—. Le daré el doble por asistir a la gala con Albert y conmigo.

Se queda inmóvil frente a la puerta, pero no intenta salir y considero eso mi camino a la victoria.

—¿24 mil dólares? —repite en un tono muy bajo.

—Si.

Gira lentamente, sus manos apretando la correa del bolso.

—No tengo un vestido.

Jaque Mate.

Le proporcionaré uno, y una cita con la estilista también. Mi secretaria se encargará de todo por usted.

Se remueve incómoda, luego asiente y sale de mi oficina con pasos firmes. Apenas lo hace, Andrea entra con una carpeta en sus manos.

—Taylor está abajo, esperando para llevarlo a Escala, señor. Su traje será enviado el viernes y el sastre tomará mañana las medidas para el pequeño Albert. —sigue leyendo la lista—. ¿Desea que agregue otra cosa?

—Si. La niñera viene al baile con nosotros, por favor haz que Neiman Marcus le envíe a su casa un vestido y accesorios. También consigue a un estilista para el sábado en la mañana.

La boca de Andrea se tuerce ligeramente.

—¿De Esclava, señor?

Suspiro, sabiendo que no puedo pedirle ayuda a Elena si quiero que la señorita Steele asista. Esa chica grosera podría cancelar tan pronto como la vea.

—No, consigue a alguien más. Y mantenlo discreto.

Si Elena se entera, jamás escucharé el final de esto.

Y ya puedo sentir que será un puto desastre.

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(◍•ᴗ•◍) 💙

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora