Capítulo 27 💖

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No estoy seguro de a cuál editorial envió la señorita Steele su currículo solicitando empleo, pero me aseguré de que Andrea enviara cartas de recomendación a todas ellas.

Aparto la vista de la pantalla del móvil cuando las inquietas manos de Albert alcanzan mi bolígrafo y las hojas, otra vez. Los contratos y proyectos de hoy no lucen muy profesionales llenos de garabatos.

—Albert, no. —le digo por centésima vez.

Su boca se tuerce en un puchero antes de gritar.

—¡Papá, no! ¡Nana!

Su chillido me recuerda que su niñera ya no se encuentra con nosotros y estoy luchando con la idea de hacer lo correcto para Albert. ¿En qué carajos estaba pensando cuando saqué al niño de su entorno materno? Conocía más a los Williams de lo que me conocía a mi.

Ahora la culpa me atormenta tanto que estoy considerando permitir que Albert conserve los apellidos de sus abuelos. Es un Grey y siempre estará protegido por mi, pero justo ahora no puedo darle lo único que necesita.

Como una señal del destino, Taylor entra a mi oficina llevando la carpeta con las últimas actualizaciones de seguridad aprobadas por el equipo de Welch.

—Todo listo, señor. ¿Quiere que programe su simulacro para el plan de seguridad?

Mis cejas se fruncen ligeramente cuando lo miro con ojos entrecerrados.

—Tú tienes una hija.

La expresión de Jason se vuelve confusa mientras trato de recordar el nombre o la edad de la chica. Si lo hago correctamente, se llama Sophie y tiene 8 o 9 años.

—Asi es, señor.

Me tomo un momento para pensar en la cantidad de veces que Taylor ha pedido vacaciones o algún permiso especial para ver a su hija, pero en realidad nada viene a mi mente. Obviamente el tipo es un adicto al trabajo.

—¿Es difícil para ti no ver a tu hija? —pregunto, y el mira a Albert con una pequeña sonrisa.

—Muy difícil, señor. Cuando su madre y yo nos divorciamos, no estaba seguro de poder alejarme porque me perdería su primer día de escuela, las charlas sobre sus amigos, excursiones y todas las cosas que hacen los chicos de su edad.

Cierto. Ver a Albert crecer es muy satisfactorio porque puedo ver el desarrollo de sus habilidades y capacidades. Es asombrosa la forma en que un niño mira el mundo.

—Pero en realidad no tenía nada más para ofrecerle. Necesitaba atención, cuidado, seguro médico y colegiaturas que me eran imposibles de cubrir hasta que comencé a trabajar para usted. —carraspea un poco antes de continuar, como si todos los recuerdos volvieran—. Trabajar aquí me permite darle todo lo que ella necesita con bastante holgura, y tengo la confianza de que su madre es una persona atenta y cariñosa que cuida de ella a la perfección.

Sus últimas palabras golpean con fuerza en mi, porque Jason se sacrificó para brindarle a su hija todas las comodidades que podía. Y la niña tiene una familia amorosa que la protege de todo lo malo.

Albert también tiene una familia y yo lo alejé para darle un trozo de nada. ¿En qué carajos estaba pensando cuando decidí que yo podía ser un buen padre para él?

Las elecciones personales que hice en el pasado son bastante cuestionables, nada me salvaría de ser juzgado y señalado como un mal hombre.

Un suspiro frustrado sale de mis labios.

—Estaba pensando en que los Williams serían mejores tutores para Albert que yo. Y el pobre niño ya tiene un gran trauma con el qué lidiar, no necesita que lo mezcle en mi mierda.

Taylor asiente en comprensión, y yo agradezco que no trate de convencerme de lo contrario como haría Grace o Carrick si se los contara. Cuando todo esté hecho, les hablaré de mis motivos para renunciar a Albert.

La puerta de la oficina es golpeada un instante antes de que la cabeza rubia de Andrea se asome.

—¿Señor Grey? El señor y la señora Williams están aquí.

Carajo.

Le hago una seña para que los deje entrar, al tiempo que Taylor sale para darnos privacidad. Mi abogado ya revisó los documentos y llegamos a un acuerdo que nos satisfizo a todos.

—Adelante, por favor. —pido, señalando las sillas frente a mi escritorio.

Albert y Martha Williams entran a mi oficina con expresiones desconfiadas, dando saludos fríos y rápidos apretones de manos. Sus ojos se iluminan cuando miran al infante en mi regazo.

—Gracias por cambiar de opinión, señor Grey. —dice tranquilamente el hombre.

—Solo hago lo que creo que es mejor para mi hijo a largo plazo. —sin mi influencia y mis putos traumas, él tendría una oportunidad.

—Es lo que todos queremos, señor Grey. —Martha parpadea sus ojos llenos de lágrimas—. Este pequeño es lo único que nos queda de nuestra Leila.

Entiendo eso. Tienen una vida estable, un hogar y la experiencia necesaria para criar a otro pequeño ser humano. Las oportunidades de joder su vida son mínimas.

—Por supuesto. —retomo el documento garabateado con mi mano libre—. Cómo se estableció antes, lo visitaré dos veces al mes y una semana en las vacaciones de invierno, comenzando este año.

Albert Williams toma el documento y lo firma, luego empuja las hojas hacia mi.

—¿Algo más?

—Si. La póliza de su seguro médico y la pensión mensual serán entregados a ustedes cuando reciban sus cosas más tarde. —mi lengua se pone pesada en mi boca—. Por favor conduzcan con cuidado, Taylor bajará con ustedes para instalar la silla en su auto.

Y eso es todo.

No hay nada más que decir, está hecho. Los padres de Leila se ponen de pie y yo rodeo el escritorio para entregarles al niño. Albert los mira con atención por escasos segundos.

Un chillido atraviesa el silencio de la habitación.

—¡Papá! —se remueve cuando lo toman en brazos—. ¡No! ¡Papá!

El nudo se desplaza hasta mi garganta.

—Esta bien, Albert. Te veré después. —intento tranquilizarlo, pero solo aumenta el volumen de sus gritos.

—¡Papá! ¡Papá!

El señor Williams empuja a su esposa hacia la puerta y las lágrimas del niño corren libres en sus mejillas.

—¡No! ¡Papá!

Se apresura a salir de la oficina y escucho su vocecita antes de que las puertas del ascensor se cierren.

—¡Papi!

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🥺 💔

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora