Capítulo 37 💖

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—¿Qué se supone que es eso?

Mantengo los brazos abiertos señalando la fachada del edificio, solo girando mi cabeza un poco para asegurarme que la testaruda chica mira lo mismo que yo.

—El acuario de Seattle, ahí lo dice.

La veo fruncir las cejas y apoyar ambas manos en su cadera.

—¿El acuario? ¿De verdad?

Miro de nuevo sobre mi hombro a la fachada porque, según el sitio de internet que encontré, este es el lugar #1 en el top de citas perfectas.

—¿Sí?

Sus manos caen y finalmente se acerca a mi con una expresión confundida.

—Esperaba un lugar más romántico, no una exhibición de peces, pero supongo que está bien. No recuerdo haber venido antes.

Tomo su mano antes de que se arrepienta o sobre piense todo, y me dé la oportunidad de mostrarle todo lo que planee.

—Será divertido, Ana, lo prometo.

La empujó ligeramente para que camine conmigo, con Taylor detrás de nosotros y sonriendo porque al idiota le resulta divertido el temperamento de la castaña. Eso o le gusta verme sufrir.

Dentro hacemos las paradas habituales frente a las vitrinas del acuario, observando la variedad de especies marinas que se encuentran en la zona y las pocas personas que aún se encuentran aquí pasan a nuestro lado sin prestarnos atención.

Tengo qué mirar un poco detrás de mí para darme cuenta que Taylor se ha alejado dándonos privacidad.

—Eso es lindo. —Ana señala una tortuga que se mueve frente a ella—. Gracias por traerme aquí, ¿Amaneciste con ganas de alimentar a los peces?

Sé que ella se está burlando de mí, su mirada desafiante me lo dice. Y casi quiero corregirla de suponer que todo esto se debe a un pensamiento al azar, sabiendo que Andrea casi pierde sus nervios.

—Creí que podríamos hacer algo fuera de lo común.

Sus delicadas cejas se elevan en su frente testaruda y retadora.

—¿Te refieres a socializar? —señala con una mano libre hacia el resto de la sala, que para su mala fortuna, se encuentra casi vacía—. ¿A dónde fueron todos? ¿Ya es hora de cerrar?

Un vistazo rápido a mi reloj me indica que, de hecho, la atracción principal está por empezar.

—Vamos, aún hay algunas cosas que debes ver.

La llevo por el pasillo del túnel, deteniéndome cada pocos metros para que ella aprecie la vista de los peces, así yo puedo mirarla a ella con calma.

No soy tan discreto como quisiera, porque Ana gira y me mira con curiosidad.

—¿Estabas mirando mi culo?

Si.

—No, estaba apreciando tu vestido, me encanta. ¿Qué color es? ¿Ciruela?

Se pasa las manos por la cadera y mira sus esbeltas piernas en esos encantadores tacones.

—Si, es mi vestido favorito. Demasiado formal para una visita al acuario... —se queja en voz baja—. También me encanta tú...

Su dedo se mueve sobre mi y mi usual traje de color oscuro y camisa blanca, y yo sigo su mirada. ¿Estoy vestido demasiado formal? Tomo nota para incluir una actividad al aire libre que me permita lucir un atuendo más relajado.

—Es mi traje de negocios, práctico y elegante. Combina con todo.

Ana señala una de las vitrinas donde se anuncia una atracción interactiva al público.

—¿Y si quisieras nadar con los defines?

Dudo mucho que se me permita hacer eso, pero no lo digo. En cambio, sigo su conversación fácil y divertida.

—La corbata es perfecta para tirar de ella si necesitan sacarme en seguida.

Ana se ríe de mí y continua caminando, yo detrás de ella mirando la generosa curva de su cadera y la abertura de su falda con cada paso.

—¿Deberíamos seguir aquí? —se detiene y mira a ambos lados—. Creo que somos los únicos que quedan.

—Te aseguro que no lo somos.

Tomando la libertad de sujetar su cintura, la llevo conmigo lo que resta del pasillo hacia el domo. La expresión en su cara es lo que más he esperado está noche.

Y sé que fue el movimiento correcto cuando su boca se abre en sorpresa al mirar a la chica con el uniforme del acuario que nos espera.

—Bienvenidos, señor y señor Grey, por aquí por favor.

La chica señala la mesa situada al centro del domo y las dos sillas, la luz tenue de las velas nos permiten apreciar mejor la vista sobre nuestras cabezas.

—¿Pero qué? ¿Christian? —Ana gira para mirarme—. ¿Vamos a cenar aquí?

—Por supuesto, es una cita. —la guío a su silla y beso su mejilla—. Tengo toda la noche planeada.

Ella sonríe y yo la imito, hasta que la chica del acuario vuelve con la botella de vino para llenar nuestras copas.

—La cena que hemos preparado para ustedes esta noche es parte de nuestro menú especial, hicieron una elección maravillosa, hemos tenido muchas bodas justo aquí.

Ana casi escupe el pequeño trago de vino tinto que había dado, pero disimula y le dedica a la chica una sonrisa forzada hasta que se va.

—¿Bodas? —su tono es un poco más chillón que de costumbre.

—Mi secretaria tuvo que llamar y decirles que estábamos considerando este lugar para un evento, jamás especificamos cuál.

Ella niega con la cabeza.

—¿Les mentiste?

—No. —mis cejas se fruncen con la ofensa—. Andrea lo hizo.

Ana se ríe y el gesto le ilumina la cara.

—Será mejor que planees algo aquí, o jamás volveré a poner un pie en el acuario.

—Ya se me ocurrirá algo. —tal vez el cumpleaños de Mía, o el de Carrick.

O mejor aún, el de Albert.

—Carajo, será mejor que Andrea cambie su estrategia o tendré qué planear muchos eventos en lugares poco convencionales.

—¿Qué dijiste? —la señorita Steele aparta su atención del domo para mirarme.

—Nada. Que he planeado algunas sorpresas para nosotros.

Sus ojos se entrecierran en sospecha y siento como si estuviera de vuelta al inicio, frente a la señorita desconfiada.

—Relájate, nena. Nada por lo que debas asustarte.

Todavía...

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Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora