Capítulo 47 💖

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Estoy sonriendo como un perfecto idiota mientras reviso el mostrador de mi baño.

Paso mis dedos por el borde del cepillo de dientes, el cepillo de dientes anchos y luego por el bote de crema corporal con olor a manzanas. Incluso puedo ver la secadora de cabello y la botella de su perfume en un bolso en el rincón del mostrador.

Salgo del baño de la habitación y voy directo al clóset por mi sudadera, pero igualmente me detengo al ver su ropa junto a la mía. Sé perfectamente que se habría negado si se lo pidiera, así que mandé a Taylor a conseguir un guardarropa sencillo para ella en Neiman Marcus.

El movimiento fue sutil.

Me pongo la sudadera de color gris y salgo, solo para mirarla en la cama del tamaño King size de mi habitación, aún dormida. Si permanezco más tiempo mirando, jamás saldremos de aquí y no es el plan.

Obligo a mis pies a revisar primero a Albert en su habitación, luego hacia las escaleras para salir a correr  los habituales 15 kilómetros que hacía en la bahía. Taylor ya está listo junto a la puerta cuando salgo.

—Buenos días, señor Grey.

—Buenos días. —el jodido idiota intenta ocultar su sonrisa—. ¿Todo está listo para esta noche?

—Si.

Por supuesto que lo está, se hizo cargo de todo con ayuda de Andrea porque sabe bien que Raymond no es una opción viable. Si quiero mantener la sorpresa, necesito mantener a ambos Steele alejados del asunto.

Sin nada más qué decir, comienzo mi recorrido por las largas calles de Broadview, asegurándome de respirar y mantener mi mente enfocada en las actividades del día. Tengo reuniones programadas y revisión de proyectos, pero soy incapaz de pensar en el trabajo por hoy.

Termino mi recorrido y vuelvo la casona sintiéndome ansioso, y la necesidad de disimularlo solo me provoca más tensión de la que me gustaría. Ana y Albert ya están sentados a la mesa desayunando cuando entro.

—Buenos días. —beso la coronilla de su cabeza castaña—. Buenos días, hijo.

Albert chilla, exprimiendo en sus pequeñas manos algunos gajos de naranja y panques, que luego limpia en mi sudadera gris.

—¡Albert! —grita Ana.

—Esta bien. —aparto las manos del niño y también beso su cabeza—. De todas formas necesito una ducha.

Observo a Ana y la mirada que me dedica me dice que ella quisiera acompañarme a la ducha, pero inmediatamente se tensa. Lo que solo significa que su padre está aquí.

—Buenos días, señor Grey. Ana. —pasa por un lado y sin mirarnos, sus ojos en el pequeño Ray—. Campeón.

Ni siquiera voy a molestarme, nada puede arruinar mi buen humor de hoy. Tomo ese baño rápido, me visto con mi traje gris de tres piezas y bajo a la sala completamente listo.

Como una pequeña rutina que se ha desarrollado en los últimos días, nos dirigimos a SIP a dejar a Ana, luego a Grey House para nuestras actividades.

Me obligo a pasar a través de las reuniones y la revisión de documentos de la forma más rápida y eficiente que pueda, para tener la tarde libre. Todo está perfectamente planeado y coordinado.

Me aseguro que Raymond y Albert vayan a la casona al medio día, así puedo tener mi cena con la señorita Steele más tarde.

Para cuando ella sale de su oficina, ya estoy de pie esperando junto al auto, un ramo de rosas en mis manos por la insistente sugerencia de Andrea.

—¿Christian? ¿Qué haces? —chilla, genuinamente sorprendida.

—Te traje flores, ¿No es lo que le gusta a las chicas? —les doy un vistazo rápido en caso de que luzcan secas—. Y te llevaré a cenar.

Toma las flores con desconfianza y entrecierra los ojos.

—¿Por qué?

La sujeto por el codo y llevo su obstinada figura dentro del auto.

—Porque tengo hambre, tienes hambre y casi es la hora de la cena. Y resulta que poseo un restaurante cinco estrellas que prepara comida deliciosa.

Sus ojos se entrecierran otro poco y me hace recordar por qué me gusta tanto ella: puede ver a través de mi mierda controladora.

Su boca se tuerce ligeramente de molestia.

—Okey, bien. Tengamos esta cena.

Se desliza en su asiento y su mirada se vuelve más curiosa cuando nota que ni su padre ni Albert nos acompañan a esta cena, lo que parece activar alguna clase de alarma en su cabeza porque permanece en silencio todo el trayecto.

Taylor estaciona en la acera y la ayudo a bajar del auto, siendo un caballero en todo momento. Subimos en el ascensor del edificio y pronto estamos frente al Maitre, que nos guía inmediatamente.

Andrea hizo un maravilloso trabajo.

Nuestra mesa está decorada con más rosas rojas y el espumoso vino tinto ya está enfriándose para cuándo nos sentamos. No obtenemos un menú porque incluso eso ya está pedido al chef.

Mantengo un ambiente tranquilo mientras tomamos nuestras cenas y hacemos charla ligera sobre sus actividades del día en la editorial. Todo casual, ningún problema a la vista.

Ella parece notarlo porque coloca el tenedor y el cuchillo sobre el plato, luego lanza la servilleta a un lado. Sus ojos azules puestos en el menú de postres.

—¿Y bien? ¿De qué se trata todo esto, Christian?

Carajo, me encanta que sea tan directa.

Con la misma tranquilidad que me transmite, tomo la pequeña caja de mi bolsillo y la deslizo por la mesa, mi vista también atraída por el menú de vinos.

Las cejas caen tanto que se forman arrugas en su frente.

—¿Qué es esto?

Ella sabe lo que es.

Toma la caja y la abre, y sé que está mirando la enorme piedra montada sobre el aro de diamantes y oro blanco, que cuesta casi lo mismo que la nueva camioneta de Taylor.

Espero en silencio a qué deslice el anillo en su dedo, pero le toma tanto jodido tiempo que me obligo a mirar. Ella cierra la caja y la desliza de vuelta hacia mi.

—No.

¿Qué carajos?

—¿Por qué no?

De nuevo esa mueca con la boca.

—Porque es nuestra quinta cita oficial.

—¿Y? —¿Qué carajos significa eso?

—Es muy pronto.

—Ana... —insisto, mis ojos y atención ahora sobre ella.

—No. —vuelve su atención al menú de postres—. No me voy a casar contigo en los próximos dos meses.

¿Dos meses?

—¿Estás sugiriendo que te pregunte de nuevo en dos meses?

Ana pone los ojos en blanco y vuelve su vista a los postres.

—No. Pero me gustaría probar una rebanada de ese red velvet que luce esponjoso.

Mierda, ella es confusa.

Quiero señalar el hecho de que también se negó a vivir conmigo, aunque ya lo hace, pero lo mantengo para mí en caso de que quiera alejarse.

Tomo el móvil para establecer una próxima alarma dentro de dos meses y vuelvo a poner la caja con el anillo en mi bolsillo antes de pedir esos postres para nosotros.

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¡Capítulo nuevo!

Nos acercamos al final, estén atentas 👀

Feliz cumpleaños a mi KetzaliRodriguez , espero que haya sido un excelente día para ti hermosa 🥳🙌✨

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora