Capítulo 29 💖

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—¿Y no te parece fantástico? —el señor Steele hace un gesto con la mano—. Está abierto todo el día, las mejores alitas picosas que podrías querer.

Taylor gruñe algo en acuerdo, girando el auto en una de las calles del centro. El primer día de Raymond como guardaespaldas y el reservado Jason ya está fastidiado.

—Entonces me dije a mi mismo que sería un lugar perfecto para tomar una cerveza, ¿Te gustan los bares deportivos? —le pregunta al rubio, luego gira en el asiento para mirarme—. Christian, ¿Te gustaría acompañarnos?

¿Cerveza barata? No, gracias. ¿Un rato libre de los negocios? Por supuesto.

—Me gustaría mucho, Raymond. Pero Albert debe estar en la cama a las 9. Creo que voy a dejarlo pasar.

Su gesto cae ligeramente, pero vuelve la vista al serio conductor.

—Supongo que eso nos deja a ti y a mi libres. Yo invito la primera ronda.

No espero a ver la reacción de Taylor porque Albert hace un gruñido hacia la galleta que se lleva a la boca, y a todos los pedazos desmoronados en sus manos. Con razón necesita comer tanto, la mitad de lo que se lleva a la boca se cae antes de que toque sus labios.

Taylor detiene el auto en la acera frente a Grey House, luego ambos hombres bajan para ayudarnos a Albert y a mi. El señor Steele se encarga del niño mientras Jason lleva mi maletín.

—Ahora que lo pienso, ¿No debería Albert estar aprendiendo algunas palabras? No sé mucho de eso, pero escuché de Annie que los niños necesitan estimulación.

—Cierto. —asiento hacia la mención de su hija—. Pero Albert rechaza a cualquiera persona que se acerca demasiado, solo la señorita Steele podía captar su atención.

Pero renunció, evito decirle. Si él conoce las razones o no, lo desconozco, lo único que me interesa es que Albert tenga personas que le agraden cerca. Y Raymond Steele califica en esa parte.

—En ese caso, ¿Quiere que lo lleve a dar una vuelta por el edificio? —pregunta cuando entramos al vestíbulo—. Algo de ejercicio le vendría bien.

Y a mí.

—Por supuesto. Vayan ustedes dos mientras yo subo a mi oficina.

Si ambos hombres están con Albert, estaré tranquilo y podría ocuparme de algunos de esos contratos de la nueva armadora con calma. Tal vez incluso pueda tener mi propia bebida fría.

Albert, Jason y Raymond suben al ascensor conmigo, luego se dirigen a la sala de juntas de mi piso que ha sido adaptada con algunos juegos infantiles y bocadillos gracias a Andrea.

Mi eficiente secretaria está junto a mi puerta cuando paso por ahí, totalmente enfocado en los pendientes de la oficina. Tan pronto como atravieso la puerta, distingo a la figura sentada en la silla.

—¿Pero quién...? —pregunto a nadie en particular, pero Andrea se apresura a contestar.

—Lo siento, señor Grey. Ella dijo que tenía qué hablar con usted urgentemente. —me dirige una sonrisita y sale de la oficina dejándome con Anastasia Steele.

Mi ceño se frunce con molestia porque ella dejó muy claro que no quería verme, y ahora está aquí. Me acerco al escritorio y me siento en mi silla.

—¿Viene a intentar recuperar su empleo?

Ella también frunce sus obstinadas cejas.

—No.

—¿Entonces? —la presiono porque incluso yo sé qué hace aquí.

—Deje de fingir que no lo sabe, ¿Qué cree que está haciendo?

Decido que podría divertirme un poco con la sería Señorita Steele ahora que no puede demandarme por acoso laboral.

—¿En este momento? Intento leer un contrato que me hará mucho más rico. ¿Y usted? —abre la boca para contestar pero la interrumpo—. Además de importunarme, claro.

El color rojo le sube por el cuello y las mejillas, no sé si de vergüenza o de coraje, pero me divierte. Siento que podría volar de lo ligero que me hace sentir.

—¡Basta! ¡Sé por qué contrató a mi papá! Y se lo dije, no voy a volver.

Cruzo mis dedos sobre el escritorio y me inclino para parecer más intimidante.

—No le he pedido tal cosa, y el empleo era una vacante real muy necesaria. No obligué a Raymond a aceptar.

—¡Pero es una de sus trampas! —se levanta de la silla para inclinarse—. ¡Sabe que estando cerca de mi papá, yo también estaré al alcance!

Me reclino en la silla otra vez y hago un gesto de indifetencia con la mano.

—Objeción. Está suponiendo. —digo y me mira como si pudiera acuchillarme con sus ojos azules—. Además, es usted la que está en mi oficina. ¿Debería notificar a la policía que estoy siendo acosado por una exempleada?

Su pequeña boca cuelga abierta de incredulidad, así que me levanto de la silla y rodeo el escritorio para enfrentarla.

—No lo estoy acosando. —chilla—. Solo vine a obtener respuestas sobre este empleo sorpresa a mi padre.

Ahora yo suelto una risita de incredulidad.

—Como usted diga, señorita Steele. —me acerco un poco más a ella y el movimiento la obliga a levantar la cabeza—. Solo diga que está aquí porque quería verme y me ha extrañado.

Sus ojos se entrecierran y se aferra a la correa de su bolso como si eso la detuviera de lanzarse sobre mi, o la hubiera ofendido mortalmente.

—No lo hice. En realidad, estoy muy feliz en mi puesto como asistente del editor en el Seattle Independient Publishing.

—Oh, si. Sobre eso. De nada. —guiño uno de mis ojos en ella y se sonrojan de nuevo, la furia ganando terreno.

—¡Usted es! ¡Solo... Insoportable! —chilla—. Obtuve ese puesto por mérito propio y...

Antes de que pueda alejarse, robo un pequeño beso de sus labios que la deja inmóvil y muda. No era la reacción que quería, pero si la que esperaba.

—Tienes razón, Ana. Fue mérito tuyo. Siente libre de venir a verme cuando quieras, no necesitas inventar excusas.

Giro sobre mis talones y me alejo de ella, necesitando ahora un vaso de whisky frío para refrescar mi cabeza y mis reacciones.

Lo último que escucho de ella son sus ruidosos zapatos de tacón cuando pisotea hasta la puerta y sale de mi oficina.

Christian 1, Anastasia 0.

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Nueva actualización ☺️🎉

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora