Capítulo 43 💖

1.2K 228 23
                                    

Nos sentamos a cenar como si fuera una reunión casual de amigos. Incluso Taylor dejó su uniforme y vistió ropa deportiva. Yo rechacé el lugar de la cabecera y me senté al lado de Ana, con Albert del otro lado de ella.

Raymond, Jason y Gail frente a nosotros.

—Ah, una comida deliciosa. —dice Raymond tomando otro sorbo de su copa—. Y la compañía es maravillosa.

Todos asentimos en acuerdo, hasta Albert que chilla con las mejillas color naranja por la pasta.

—¡Nana! —estira sus brazos hacia ella y Ana se inclina más cerca.

El chico listo apoya sus manitas sucias sobre las mejillas de ella, y le da un beso de boca abierta.

—¡Albert! —me quejo, pero Ana se ríe.

—Está bien.

Toma la servilleta y le limpia las manos, luego lo libera de la sillita y lo pone sobre sus pies. Tan pronto como lo hace, el niño sujeta su dedo y tira de ella hasta las puertas corredizas del comedor.

—¡Nana! —chilla de nuevo, golpeando el vidrio.

Vuelvo mi vista a Jason, Gail y Raymond, que siguen charlando animadamente sin prestarnos atención, y decido que es mi oportunidad de acercarme a ella.

Me levanto y me detengo a su lado para mirar a Albert.

—Te extrañó mucho.

Ella le sonríe y acaricia los cabellos cobrizos.

—También lo extrañé.

Sin querer presionarla demasiado, cambio el tema por algo más seguro.

—¿Cómo va el trabajo en la editorial?

Ana sonríe de inmediato.

—Genial. Me encanta leer todo lo que llega e involucrarme en la edición, aunque a veces me duele la cabeza.

—¿Y los compañeros?

Sus cejas se arrugan antes de contestar.

—Bueno, conociste a Hannah, es con quién paso más tiempo además del señor Hyde.

Cierto. El jodido editor en jefe. No puedo evitarlo, su sola mención me molesta. Ana mira mi expresión con una pequeña sonrisa.

—¿Estás celoso?

—No. ¿Por qué habría de estarlo? Soy Christian Grey.

Ella pone esa expresión de fastidio que me causa gracia.

—¿Alguna vez conocerás la humildad?

Golpeo mi dedo índice contra mis labios como si lo considerara.

—No creo que sea pronto.

Ambos reímos, incluso Albert suelta un chillido de felicidad como si entendiera la conversación. Otro vistazo a la mesa me indica que siguen absortos en la plática.

—Quédate con nosotros. —pido de nuevo.

—No puedo, trabajo mañana. —dice, pero hay duda en su voz.

—Te llevaré temprano a tu apartamento. Te compraré ropa nueva. Haré que Taylor la traiga para ti.

Ella se ríe de mí como si yo estuviera loco y probablemente lo estoy, insistiendo tanto.

—¿Qué dirá mi papá? —le lanza una mirada y yo imito su movimiento.

—No parece molesto por lo que pasa entre nosotros.

Y solo para probar mi punto, me acerco a ella apoyando una mano en su cintura y con la otra empujando sus labios a los míos en un beso suave y discreto. O lo más discreto que puede ser con Albert entre nosotros.

—¡Papá! ¡No! —extiende sus brazos para separarnos—. ¡Mia nana!

Chiquillo egoísta.

Ana se ríe y yo me inclino para hablarle al niño.

—Tanbién es mía. De hecho, es más mía que tuya.

Albert extiende sus brazos hacia Ana para que lo tome y ella lo hace con una gran sonrisa.

—¿Está peleando con su hijo, señor Grey?

Si.

—No, solo estoy dejando un punto en claro para él.

Un ligero carraspeo nos hace concientes de las tres personas que siguen en el comedor, mirándonos con expresiones curiosas.

Me concentro en la de Raymond Steele porque en realidad es la única que me importa justo ahora, y él debe pensar lo mismo porque se pone de pie.

—Christian, ¿Puedo hablar contigo un momento?

Carajo, ya no soy el señor Grey. Recordaré esto mañana en la mañana que regrese a sus labores.

—Por supuesto, señor Steele.

Me alejo de Ana y el niño para seguir a su padre, que sale de la casona en busca de privacidad. Lo habría llevado a mi estudio, pero creo que busca territorio neutro.

Espero a que él sea quien hable primero.

—Chrisrian, muchacho, quiero comenzar agradeciendo por todo lo que has hecho por nosotros. Sé que Annie tiene ese trabajo gracias a ti, y me diste un empleo que me mantiene activo. No lo olvido.

—Sé que Ana habría obtenido el puesto sin mi ayuda... —ofrezco, pero levanta la mano para interrumpirme.

—Pero, hay un gran pero aquí, hijo. Es mi única hija a la que besas, y es mi labor de padre protegerla de todo, así que quiero saber formalmente tus intenciones con ella.

Mierda, la gran charla con el suegro. Si Anastasia no fuera importante, lo tomaría a la ligera.

—Quiero a su hija. La quiero en mi vida y en la de mi hijo. No porque él necesite una madre, sino porque es una mujer hermosa e inteligente que ha traído luz a nuestras vidas.

—Aún es joven. —me recuerda.

—Lo sé, y esperaré el tiempo que sea necesario hasta que esté lista.

Tomaré lo que esté dispuesta a darme, pero no voy a mencionarle eso a su padre. Raymond asiente en comprensión.

—Solo digo que los niños pueden esperar. Disfruten a Albert, sean una familia de tres primero, no hay prisa. Ahora sé que esos nietos llegarán con el tiempo.

Jodidas gracias.

—No hay nuevos bebés en un futuro cercano. —agrego para tranquilizarlo—. Ahora solo falta que ella quiera estar en nuestras vidas.

El señor Steele se ríe y palmea mi hombro, al tiempo que señala la ventana abierta de la sala.

—Creo que ella ya lo ha hecho, muchacho.

Mi vista sigue su dedo para ver a Anastasia ahí escuchando con mi hijo en sus brazos y, carajo, se ven perfectos juntos.

Como una familia.

.
.
.

(◍•ᴗ•◍) 💙✨

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora