Capítulo veinticuatro

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-Te dije que no te lo recomendaba-se acerca con voz espeluznante y molesta-Una lastima que no me hicieses caso

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-Te dije que no te lo recomendaba-se acerca con voz espeluznante y molesta-Una lastima que no me hicieses caso.

Tiemblo cuando siento su aliento en mi espalda doy vuelta temblorosa y retroceso mientras niego llorando.

-Por favor no me hagas nada-ruego.

El sonríe de forma macabra.

-Perra-golpea mi mejilla, abro mi boca por el impacto al sentir el ardor, comienzo a llorar sintiendo que toda esta situación me sobrepasa.

El ríe aún más fuerte jalando mi cabello hacia atrás con dureza.

-Me has echo perder muchísimo tiempo maldita perra-escupe con odio mientras me arrastra del cabello detrás de él.

Golpeó sus manos que están agarradas como zarpas a mi pelo con las mías para que me suelte, me está provocando mucho dolor.

Él solo frena y vuelve a darme otra cachetada que hace que caiga al suelo por el impacto, mi paladar es atravesado por el sabor metálico de la sangre, escupo en el suelo con asco.

-¡Maldito hijo de puta!-le grito levantándome, me cansé de fingir inocencia él se va a enterar.

Intenta tomarme del pelo pero me alejo con rapidez unos pasos para luego volver acercarme y propinarle una patada en los testículos que lo hace aullar de dolor y soltar el arma para agarrarse sus partes bajas, momento de debilidad que aprovecho para patear lejos el arma de fuego, luego retrocedo y la tomo entre mis manos.

No puedo votar lo único que me mantiene con vida en estos momentos comienzo a huir lejos del gilipollas con rapidez llegando a la carretera, miro desesperada hacia los lados cuando un auto pasa cerca de mí le hago señas desesperada para que pare y me ayude pero este me ignora deliberadamente seguro pensando que soy algún tipo de loca o simplemente evitando problemas.

Rayos

Doy vuelta si sigo aquí me van a volver a atrapar, otro auto viene.

Levanto mi brazo y comienzo a moverlo con desesperación, por favor por favor que funcione.

Si.

Un auto gris frena, dejando una estela de neblina aterradora, trago volviendo la vista atrás para observar como el hombre se comienza a levantar con su mirada llena de odio puesta en mí.

Me echó a correr en dirrección al auto, una de sus puertas se abre y entro rápidamente cerrando a mis espaldas.

-¡Vamos, rápido por favor!-le pido golpeando la parte trasera de su asiento con temor, viendo como el sicópata comienza a correr rumbo al auto dejo de respirar por unos largos segundos.

El chico que me salvó acelera y puedo respirar aliviada. A lo lejos puedo ver cómo aquel cruel hombre mueve su mano en mi dirección, bailando sus dedos en forma de despedida, le enseño el dedo del medio, y me viro colocando mi cuerpo de forma normal, dejo caer mi espalda sobre el asiento y suelto un suspiro.

-Gracias-el chico que me salvó me mira a traves del espejo retrovisor y sonríe, va con una camisa de cuadros y pantalón de mezclilla, debe de tener unos treinta y cinco años a lo mucho.

El asiente moviendo sus manos por el volante.

-¿Estás bien?-niego quitando la mano que presiona mi herida-Ya veo, estás herida.

-Si.

-¿Quién era ese hombre?

Me encojo de hombros.

-No lo conozco se suponía que era un conductor de taxis, pero estoy casi segura que era algún tipo de asesino en serie-me remuevo con un escalofrío -Creí por un momento que moriría, de echo aún lo creo me estoy desangrando.

Él suelta una risa divertida.

-No morirás tranquila.

-¿Por qué me ayudaste?-le pregunto con curiosidad, cualquier persona normal estuviera alarmada al ver mi estado, al notar lo herida que estoy, se supone que correrían lejos de mí.

Lejos de los problemas.

Pero este chico no hizo nada de eso, ni siquiera se ha alarmado por mis actos. O por la situación simplemente.

No me quejo de su ayuda, de echo estoy muy agradecida.

-He visto más cosas de las que podrás imaginar -simplificó encogiendo los hombros.

Le creo.

Los diferentes sucesos que ocurren en tu vida ya sean buenos o malos siempre te hacen cambiar tu forma de mirar las cosas, hoy a sido el día que más cerca he estado de morir, por dios aún tiemblo al pensar por todo lo que he pasado en menos de una hora prácticamente.

Me han intentado secuestrar e incluso matar, juro que por un segundo sentí que era el fin de mi vida.

Por dios el día no era ni siquiera el adecuado, Xion se había desaparecido lo que nos iba a llevar poco después a tener nuestra primera discusión como novios. Si que hemos tenido otras discusiones por cosas bobas pero esas no tienen ningún tipo de comparación con esta.

-Sabes algo me caiste bien-menciona el chico atrayendo mi mirada, ¿A qué se refiere?

-Oh bueno, gracias supongo.

Se ríe negando.

-Tenia una misión hoy-gira el volante saliendo a la carretera principal, le presto atención mirando su rostro a través del espejo retrovisor.

Trago cuando endurece la mirada, conviertiendola en una aterradora.

-Matarte.

¿Que?

No de nuevo por favor.

-Pero pero ¿por qué?-tartamudeo nerviosa, sintiéndome presionada a saltar nuevamente del auto si es necesario, aunque estoy totalmente segura de que mi cuerpo no aguantará otro accidente de esta magnitud.

Gira sus ojos con incredulidad hacia mí.

-¿No lo sabes?

Si lo supiera no te estaría preguntando listo.

Quería responderle sarcásticamente eso pero mejor no ponerme a inventar.

-No.

-Increíble-suelta una carcajada-No me esperaba eso la verdad, se que tienes curiosidad en estos momentos y lamento no ser yo el que pueda saciarla, en lugar de matarte te daré un mensaje que el jefe me mandó a darle al Diablo y tú te encargarás de hacérselo llegar, la idea era enviárselo con tu cabeza pero a habido una pequeña modificación en los planes.

-¿El diablo, quien es ese?

Hasta ahora que yo sepa no soy bruja.

-Enzo.

¿Enzo?

-¿Y ese quien coño es?

-Oh, muy pronto lo sabrás.

Le miro como si de pronto le hubiesen salido tres cabezas y él sonríe.

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Señor Walker  [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora