Capítulo ocho

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Termino de untarme el labial y sonrío pasando el dedo para limpiar el sobrante.

Estoy muy emocionada.

No es nuestra primera cita pero aún así sigo emocinandome como si lo fuera.

A transcurrido todo un mes desde que dimos inicio a esta loca aventura, aunque no lo creas aún no hemos tenido sexo, si jugamos con nosostros a meternos manos y tal, pero me ha dado mi tiempo, con sinceridad lo necesitaba para reafirmar que no me he equivocado.

Es un amor de persona.

Sin llegar a lo empalagoso.

Me lleva y trae todos los días de la universidad, me manda mensajes a todas horas y no para de decirme en cada oportunidad lo mucho que me ama.

No puedes imaginar lo duro que es para nosotros no rozarnos en la universidad, necesitamos no levantar sospechas por lo que nuestras miradas son fugaces y duele solamente tener que mirarlo por cortos segundos.

Ambos reconocemos el riesgo de todo lo que está relación conlleva, el escándalo sería atroz.

—¿Cariño puedo pasar?—doy vuelta para ver a mí madre sonreír en la puerta de mi cuarto, asiento y devuelvo la mirada al espejo con una sonrisa dando por culminado mi maquillaje.

Fabiola aclara su garganta tomando asiento en mi cama.

Le presto atención con una inclinación de cabeza.

—¿Y entonces, cuando me dirás quién es él?

Cierro mis ojos con un leve temblor de manos.

—Mamá...

—Se que hay alguien, es inútil esconderlo.

Sabía que está conversación tarde o temprano llegaría.

—Madre es una excelente persona, lo adorarás en cuanto lo conozcas, es atento y muy amoroso.

—Tu felicidad es la mía —se levanta para besarme la mejilla—. ¿Cómo se llama?

—Xion.

—Un lindo nombre ¿Estudia contigo, va a la universidad?

Tensa dejo de sonreír

—Eso es lo complicado.

—¿Que sucede?

—Xion si va a la universidad, pero no es un compañero de clases.

Como si adivinara lo siguiente que voy a decir se aleja.

—Es mi profesor.

Lo siguiente que siento es un punzante ardor en mi mejilla.

Me ha abofeteado.

Llevo mi mano a mi rostro con la impresión palpada en mi boca y mis ojos encharcados en lágrimas.


Me siento ridícula.

—¡¿Como puedes ser capaz de hacer algo así Miranda, nosotros no te hemos criado para que andes de zorra acostadote con un viejo verde?!

Señor Walker  [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora