El grupo no tenía salida. Los Salvadores los rodeaban por todos lados.
Eugene estaba arrodillado, temblando de miedo. Lo habían atrapado.–Bien– se escuchó esa voz otra vez– Llegaron. Bienvenidos adonde iban... Entreguen sus armas.
El hombre sacó un arma y apuntó.
–Ahora– ninguno hizo caso.
–Podemos hablarlo– le dijo Rick, quien estaba algo asustado.
–Ya hablamos bastante– le respondió el otro– Llegó la hora de escuchar.
Algunos de los hombres que estaban ahí se acercaron al grupo y les empezaron a sacar las armas. Se las llevaron y los dejaron ahí, sin nada con qué protegerse.
El hombre de antes se acercó a Carl y le quitó su pistola.
–Esa es tuya, ¿cierto?– le preguntó. El chico solo lo miraba amenazante– Sí, es tuya.
El mayor le golpeó el sombrero con un dedo, inclinándoselo hacia arriba. Carl solo se limitó a mirarlo.
–De acuerdo– se paró– Bájenla y pónganse de rodillas... Hay mucho por hablar.
Algunos del otro grupo trataron de tomar a Maggie para bajarla, pero Abraham los detuvo.
–Esperen, no la toquen– los del grupo de Alexandria bajaron a la mujer cuidadosamente.
Un hombre tomó a Eugene de un brazo y lo acercó a los demás.
El mismo hombre que había estado atormentándolos todo el día se acercó a ______.
–Arrodíllate– le pidió, tratando de sonar "amable".
La joven no le hizo caso alguno.
–Dije que te arrodilles– esta vez hablaba más amenazante.
–Déjala o te mataré con mis propias manos– lo amenazó Carl.
El hombre se rió y se ganó detrás de la chica.
Tomó sus hombros y la hizo arrodillarse a la fuerza bruscamente.
______ cayó con ambas manos, tratando de no lastimarse.
Ahora se acercó a Rick.–Quiero verte arrodillado también– Rick miró a su hijo para después arrodillarse.
Todos lo imitaron. Estaban arrodillados ante los Salvadores.
–Traigan a los otros ya mismo– ordenó el mismo– ¿Dwight?
–Sí– habló este.
–Rápido– "Dwight" se acercó a un camión y abrió la parte de atrás.
–Vamos, tienen visitas– sacaron bruscamente a Daryl, Michonne, Rosita y Glenn.
A Glenn lo tiraron al piso. Se quedó mirando a Maggie.
–¿Maggie?
–¡De rodillas!– le ordenaron mientras le pateaban la espalda. Su esposa lo miraba con pena y susto.
–¡Muy bien!– habló el hombre– ¡Cuántos son! Ahora conozcamos al jefe.
Tocó la puerta de la casa rodante, esperando a que "el jefe" salga de ahí dentro.
La puerta se abrió, dejando ver a un hombre con un bate.–¿Ya nos orinamos encima?– preguntó de manera "graciosa".
Empezó a caminar hacia la luz.
–Cielos, tengo el presentimiento de que estamos cerca...– hubo un pequeño silencio– Habrá pantalones mojados muy pronto... ¿Quién de ustedes es el líder, imbéciles?