(Se recomienda leer después de Hasta que las estrellas dejen de brillar pero no es necesario para entender la historia).
Cualquiera que ve a Allan White piensa que su vida es perfecta y que no hay dolor en su corazón, pero la verdad es que solo fin...
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Marcos y yo decidimos vernos para desayunar así que salgo de la habitación con mi cartera y celular en la mano.
—¿Vas a salir? —me pregunta Allie al verme. Zack y Allan están en la cocina hablando pero se callan apenas las palabras salen de la boca de mi mejor amiga.
—Sí. Marcos y yo desayunaremos juntos.
Sus ojos se abren.
—¿Marcos está en la ciudad?
Hago un sonido afirmativo buscando mis llaves.
—Es una larga historia y no tengo tiempo para explicarla ahora pero más tarde hablamos, ¿te parece?
Ella asiente y yo camino hacia la puerta con ella detrás.
—¡Mándale saludos de mi parte a Marcos! —es lo último que escucho antes de cerrar la puerta.
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The Crux es probablemente mi lugar favorito de Texas. Tal vez tenga que ver con el hecho de que hacen la tarta de chocolate más rica que he probado en mi vida o con que sus cupcakes son esponjosos y me hacen salivar. Sea lo que sea, amo venir aquí, así que no dudé en decirle a Marcos que este sería el lugar de encuentro.
Y cuando llego y lo encuentro en una mesa al fondo, su espalda hacia mí mientras lee la carta, la realización de que está aquí me golpea. No he visto a mi hermano en alrededor de dos años. Luego de ahorrar en secreto y venir a Texas, las cosas estuvieron un poco extrañas entre nosotros. Supongo que sintió que lo abandoné. Pero luego todo volvió a ser como antes. Marcos y Mica juntos hasta el fin del mundo y más allá.
—Hola, Marcos —digo cuando ya estoy junto a él.
Su cabeza se levanta de golpe y me mira. Algo que siempre me ha maravillado es lo mucho que nos parecemos y lo diferentes que somos de nuestro otro hermano, Federico.
Marcos y yo tenemos el cabello café claro desordenado e indomable, los ojos verdes y la piel clara como el alabastro. Federico es rubio y tiene los ojos grises. Cuando éramos pequeños, Marcos y yo bromeabamos con que era adoptado. Por supuesto que él luego iba a contarle a nuestros padres y ellos se enojaban.