(Se recomienda leer después de Hasta que las estrellas dejen de brillar pero no es necesario para entender la historia).
Cualquiera que ve a Allan White piensa que su vida es perfecta y que no hay dolor en su corazón, pero la verdad es que solo fin...
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—Papi —Cal me llama.
Volteo a verlo. Está abrazado a su peluche favorito, un tigre que nombró Kenny hace años. Sus labios están fruncidos en un puchero y su cabello rubio está revuelto. Es una versión perfecta de mí con 5 años, la única diferencia son sus ojos verdes en lugar de azules.
Cal es todo lo contrario a su mellizo, Draco. Donde Cal es sensible y apegado a su mamá, Draco es serio e independiente. Pero se aman. Su conexión es única.
—Hey, ven aquí, campeón. ¿Qué sucede?
—Tuve una pesadilla —responde en voz baja sin mirarme.
—¿Ah, sí? ¿Y qué ocurría en tu pesadilla?
—Tú y mami dejaban de jugar conmigo por Cassie.
Suspiro. Draco se tomó el tema de la nueva bebé bastante bien. Bueno, simplemente no le interesó. Cuando le contamos se encogió de hombros y dijo genial. Pero Cal está asustado de que lo dejemos de lado.
—Escucha. Mami y yo te amamos muchísimo. A ti, a tu hermano y a tu hermana. A los tres por igual.
Su ceño se frunce.
—¿No amas más a la bebé? Ella será pequeña.
—Cassie necesitará más cuidados cuando nazca porque será pequeña, sí. Pero eso no significa que la ame más. Todos ustedes tienen su lugar en mi corazón.
Cal sorbe por la nariz y asiente.
—Bien.
—¿No te emociona jugar con la bebé? Y enseñarle cosas.
Sus ojos brillan y mi pecho se siente cálido.
—¿Yo enseñarle cosas?
—Por supuesto. Eres un niño grande. Puedes enseñarle muchas cosas. Y ayudar a cuidarla. ¿Quieres?
—¡Sí, sí, sí!
—¿Qué hacen? —Draco aparece junto a nosotros con el ceño fruncido.
Si no lo hubiese visto salir del cuerpo de la mujer que amo, diría que no es nuestro. No se parece en nada a nosotros en cuanto a personalidad.
—Hablamos de la bebé —le digo y lo tomo para sentarlo sobre mi pierna. Él ríe. Aunque a veces parezca duro, sigue siendo un niño y planeo disfrutar cada segundo de esto—. Ya pronto nacerá. ¿Quieres conocerla?
Él se encoge de hombros.
—Sí, supongo.
—¿Supones?
—No sé mucho sobre bebés. —Su cabeza se inclina con curiosidad—. ¿Llorará mucho?
—Tal vez. Ustedes lloraban mucho cuando eran bebés. Ni mamá ni yo podíamos dormir.