Introducción

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Creo que bebí de más

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Creo que bebí de más.

Solo un poco.

—¡Quiero que un hombre me enseñe su corazón, no solo su pene!

Bueno, tal vez fue más que un poco.

—Mica... —Allie, mi mejor amiga, intenta reprimir una risa—. Baja de la mesa.

—¡No! —Hago un puchero—. ¡Estoy... harta de que nadie... me quiera!

—Si no bajas, yo te bajaré.

—¡Nadie jamás... me quiso!

—Tú lo pediste —suspira.

Me toma del brazo y tira de mí para que baje. Casi caemos al suelo, lo que me hace reír a carcajadas. ¿Por qué todo me parece tan gracioso? No lo sé, pero me gusta. Si me rio no pienso en que hace meses que no hablo con mis padres, y tampoco recuerdo que el chico con el que estaba intentando algo me dijo que era demasiado risueña para su gusto.

¿Es algo malo ser como soy? ¿Debería ser diferente?

—Nos vamos a casa —anuncia Allie.

—¿Qué? ¡No! Yo quiero bailaaaar —estiro la a mientras doy vueltas, pero me mareo y las náuseas me invaden. Allie hace una mueca de asco antes de sostener mi cabello mientras yo devuelvo todo lo que consumí.

Cuando termino, siento que apenas puedo mantener los ojos abiertos.

—Okay, nos iremos antes de que alguien note eso y nos eche.

Esta vez, no refuto. Estoy muy cansada. Y enojada. Y dolida.

No estaba enamorada de Paul, pero quería intentarlo. Creí que con el tiempo él se enamoraría de mí y yo de él. Pero parece que eso no va a pasar. Estoy destinada a estar sola.

Afortunadamente, el auto de Allie no está muy lejos, así que pronto puedo cerrar los ojos para descansar un poco.

—¿Es malo que sea muy risueña? —pregunto en un murmullo, casi para mí.

Me gusta como soy. Me gusta reír y cantar y ver películas que para muchos son infantiles. Me gusta emocionarme por las cosas más sencillas y abrazar cuando mi corazón me dice que lo haga. Jamás había pensado en todo eso como algo malo pero ahora…

No la veo pero sé que Allie tiene una mirada triste, como cada vez que hablo sobre alguno de mis problemas.

—Claro que no —afirma—. Eres maravillosa, nunca lo dudes. Si ese idiota no lo supo ver, no es tu problema. Que se joda.

—Sí, que se joda —susurro, adormilada.

No sé en qué momento sucede, pero me duermo.

Cuando despierto, ya estamos frente a nuestro apartamento y Allie me sacude el hombro

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Cuando despierto, ya estamos frente a nuestro apartamento y Allie me sacude el hombro.

—¿Estás lo suficientemente bien como para subir las escaleras?

Creo que asiento. No estoy segura.

Me toma del brazo y me ayuda a caminar.

Oh, mira ese pajarito. Está volando. Qué divertido.

Las escaleras parecen más largas de lo que se veían hoy temprano. ¿Tienen más escalones?

Doy un paso y luego otro con Allie detrás por si me caigo. Cuando llegamos a nuestro apartamento, ella busca la llave e intenta abrir pero una voz gruesa la paraliza.

—Las estaba esperando. —Intento enfocar. ¿Ese es nuestro casero?— Hace tres meses que no pagan la renta.

—¡Phill! —exclama Allie con todo su encanto. Es difícil reprimir la risa. Phill tiene una camiseta de flores puesta—. Iba a hablar contigo mañana temprano. Tuvimos un problema y…

—No me importan sus problemas. ¿Tienen el dinero o no?

Allie debe sacudir la cabeza porque él suspira.

—Tienen hasta mañana en la tarde para irse.

—¿Qué? Pero…

—Lo siento, Allison, pero no puedo mantenerlas aquí si no tienen dinero para pagarme. Mañana en la tarde, ¿me oyeron? No quiero volver a verlas luego de eso.

Dicho eso se va. Yo me giro hacia mi amiga con una sonrisa.

—¿Por qué tienes esa cara? —le digo.

—Porque nos acabamos de quedar sin casa.

Hasta que aprendas a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora