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Hoy es mi cumpleaños

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Hoy es mi cumpleaños. Y de Marcos.

Y todas las personas que son importantes para nosotros están aquí para celebrarlo.

Papá habla con Marcos y Xan, quien ahora es su novio (sí, la persona misteriosa que estaba viendo resultó ser el amigo de Allan pero esa es una historia para contar en otro momento). Allie y Zack ríen y se besan. Se ven más enamorados que nunca. Y Allan sonríe mientras me cuenta lo bien que todo se ve para su equipo esta temporada. Tienen grandes posibilidades de ganar el campeonato y no podría estar más emocionada y orgullosa.

—¿Sabes? Tengo un regalo para ti —me dice de pronto.

Elevo una ceja.

—Creí que ya me habías dado tu regalo.

Una cámara nueva preciosa que me tuvo chillando casi una hora entera.

—Bueno, tengo otro regalo para ti.

—¿Qué es?

Sus mejillas se tiñen de rojo y aparta la mirada. Luego, toma aire y busca algo en el bolsillo de su pantalón. Cuando saca un juego de llaves, mi ceño se frunce en señal de confusión.

—¿Qué es eso?

—Son… son las llaves de mi nuevo apartamento.

Mis ojos por poco no se salen de sus órbitas.

—¡¿Qué?!

—Quería un lugar para mí. Zack y Allie van a disfrutar estar a solas.

—Eso es genial. ¿Pero qué tiene que ver con…?

Saca otro juego de llaves.

—Estas son las mías. —Mueve el primer juego—. Y estas son tuyas. Si quieres.

—Si… ¿Estás diciendo que…?

—Que puedes vivir conmigo. Otra vez. Pero ahora seríamos solo tú y yo.

—Quieres que… —Mis ojos se abren—. Oh, por el amor de Dios. Quieres que viva contigo.

Sus mejillas enrojecen aún más.

—Entiendo si no quieres o…

Se calla cuando lo abrazo.

—Claro que quiero. Es el mejor regalo.

—¿Mejor que Rosie? —Se burla del nombre que le puse a la cámara que me regaló.

—Sí, porque en esa casa estarás tú.

Sonríe con ternura y me besa.

El teléfono suena varias veces antes de que Federico atienda pero cuando lo hace, no sé qué decir

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El teléfono suena varias veces antes de que Federico atienda pero cuando lo hace, no sé qué decir.

—¿Hola? —Su voz suena exactamente igual que la última vez que nos vimos.

Me aclaro la garganta.

—Hola, Federico.

Lo escucho tomar aire.

—¿Mica? ¿Eres tú?

—Sí. Soy yo.

—Mierda. Feliz cumpleaños. Espero que esté siendo un buen día.

Un nudo se forma en mi garganta.

—Lo es. Es increíble. —Silencio—. Me gustaría que estuvieras aquí.

—Mica…

—Fui una idiota. Estaba celosa porque ellos te querían y lo hacías todo bien y… lo siento, Federico. Lo siento tanto.

—No tienes que disculparte. Yo debí ser más maduro. Debí hacer algo.

—Eras joven.

—Eso no es excusa. Pero me gustaría hacer las cosas bien. Si tú quieres. Te extraño mucho, Mica.

—También te extraño. ¿Marcos te dijo que…?

—Sí. Lo sé. Somos primos. Pero eso no cambia nada para mí. Quiero que tengamos una buena relación. Quiero intentarlo.

Sonrío.

—También quiero eso.

—Eso es genial. Odiaría que mi hijo no te conociera.

—¿Tu…?

—Lucía, mi novia, está embarazada. Lo descubrimos hace tres semanas.

La emoción me llena y hace que mi sonrisa se vuelva aún más grande.

—No lo puedo creer. ¡Felicidades!

—Se siente como un sueño.

—Muero por conocerlo.

—También yo.

Pasamos varios segundos sin decir nada pero no se siente mal.

—¡Mica! —me llama Bill—. ¡Es hora de cortar el pastel!

Alejo el teléfono de mí y grito:

—¡Ya voy! —Vuelvo a acercarlo—. Debo irme. Papá quiere que vaya a cortar el pastel.

—Dios, qué raro se siente oír eso —suelta una risa suave.

—Lo sé.

Decirle papá a Bill aún es algo que me cuesta pero me gusta. Me hace sentir feliz. Eso sin contar la manera en que su cara se ilumina cada vez que lo hago.

—Te llamaré pronto. ¿Está bien?

—Está bien. Yo también lo haré.

—Te quiero, Mica.

—Te quiero, Federico.

Y es la verdad. A pesar de los celos que maltrataron nuestra relación, siempre lo quise, y se siente bien poder hablar con él sin todos esos sentimientos de por medio.

Cuelgo y voy a la sala, donde todos me esperan.

—Ven, ven —Marcos tira de mí hasta que ambos estamos parados frente a la torta que Allan hizo para nosotros. Es de chocolate con dulce de leche. Deliciosa.

—¡Digan whiskey! —exclama Allie.

Todos reímos pero Marcos y yo nos lo tomamos en serio y lo decimos. Todos toman fotos con sus celulares mientras soplamos las velas. Me cuesta encontrar un deseo que pedir porque tengo todo lo que quiero aquí así que simplemente pido que todo sea siempre así, que todas las personas que están en esta habitación sigan en mi vida para siempre.

—Feliz cumpleaños, enana —me dice mi hermano.

Sonrío.

—Feliz cumpleaños.

Nos abrazamos y luego él va a besar a Xan. Papá me abraza y me da un beso en la frente.

—No puedo creer que esté celebrado el cumpleaños número 21 de mis hijos. Si hasta hace unos meses ni siquiera sabía que tenía hijos. —Ríe pero hay lágrimas en sus ojos—. Ella estaría tan orgullosa de ti, Mica. Yo lo estoy.

Mis ojos se humedecen.

—Te quiero, papá.

Su pecho se hincha. Lo hace cada vez que lo llamo así.

—Y yo a ti, Mica.

Va a saludar a Marcos y mientras yo soy abrazada por Allie, Zack y Xan. Allan se acerca lentamente con una sonrisa.

—Feliz cumpleaños, preciosa.

—Creo que es el más feliz. —Los miro a todos—. ¿Allan?

—¿Qué?

—Creo que ya aprendí a volar. Pero sigo queriendo que lo hagas a mi lado.

Eso lo hace sonreír. Me da un beso en la frente.

—Siempre, Mica. Siempre.

Hasta que aprendas a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora