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Marcos

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Marcos.

Ese nombre no ha salido de mi cabeza desde que Mica lo pronunció antes de irse.

Marcos.

No sé por qué le doy tantas vueltas. Ella puede tener todos los amigos que quiera o… novio. Tal vez Marcos es su novio y yo aquí todavía pensando en lo guapa que se veía en bragas. Dios, soy un desastre.

Zack me mira de reojo, divertido. Allie está comiendo helado mientras ve el último capítulo de una serie policíaca, ignorandonos completamente.

Para cuando la puerta se abre y Mica entra, sonriente, yo aún no he terminado de darle vueltas a ese nombre.

Allie pone en pausa el televisor y corre hacia su amiga.

—¿Y? ¿Cómo te fue?

—Genial. Verlo otra vez fue… —Su sonrisa se hace más grande con cada palabra y mi ceño se vuelve más pronunciado.

Novio. Tiene novio. O un amigo que está muy cerca de convertirse en novio.

—¿Sigue estando tan bueno? —Allie le guiña un ojo.

—¡Amor, estoy aquí! —le grita Zack desde el sofá pero no parece molesto.

—Voy a fingir que no oí esa pregunta —dice Mica antes de meterse en su habitación.

Mi. Mi habitación, me recuerdo. No suya, aunque su olor a coco ya haya impregnado cada rincón.

Antes de que pueda pensarlo, me pongo de pie y comienzo a caminar hacia ese lugar. Me siento… No sé cómo me siento, solo sé que ese maldito nombre no para de repetirse en mi cabeza y todo en lo que puedo pensar es en su sonrisa cuando llegó, en que tal vez está tan feliz porque la besó o…

Abro la puerta sin llamar. Mica se sobresalta y gira para verme. Intenta sonreír aunque su ceño se frunce ligeramente.

—¿Sucedió algo? —pregunta, confundida.

Me congelo.

Sí, sucedió algo. Sucedió que no dejo de pensar en ti. Sucedió que la idea de alguien más besándote me enloquece. Sucedió que siento algo por ti y me aterra.

—Uhm… sí. No encuentro mis auriculares. Creo que tengo unos de repuesto por aquí. ¿Puedo buscar?

—Sí, por supuesto.

Continúa con lo que sea que esté haciendo mientras yo finjo buscar unos auriculares que no existen.

¿Qué demonios pensaba al venir aquí?

—¿Estuvo bien tu cita? —pregunto casualmente, o eso espero.

—¿Mi… cita?

—Con Marcos. ¿Se divirtieron?

—¿Crees que tuve una cita con Marcos? —suena incrédula. ¿Por qué suena incrédula?

—Dijsite que ibas a desayunar con él, creí que…

—Sí pero… no en una cita. —Suelta una risita que me descoloca.

—Entonces…

—Allan, Marcos es mi hermano.

Su ¿qué?

Internamente estoy golpeándome una y otra vez por mi estupidez.

—¿Tu hermano?

Hay una sonrisa divertida en sus labios, la misma que había en los de Zack. Hijo de perra, él lo sabía.

—Sí. Vino a pasar en tiempo a Texas. No lo veía desde hace que me fui de Uruguay.

Siento la garganta seca y una vergüenza que podría consumirme.

—Eso es… genial. Me alegro mucho.

Comienzo a caminar rumbo a la puerta.

—¿Y tus auriculares? —pregunta ella detrás de mí.

Maldito sea.

—No los encontré, le pediré a Zack que me preste los suyos.

No espero a que responda, salgo con la cara prendida fuego. No hay rastro de Allie pero Zack rompe en carcajadas cuando me ve. Le saco el dedo del medio.

—Maldito.

—Nunca preguntaste si era su hermano —comenta mi amigo.

—Podrías haberlo dicho igual.

—¿Por qué? —me presiona—. ¿Habría algún problema si Marcos no fuera su hermano?

Trago saliva y miro hacia otro lado.

—No, ninguno.

Los dos sabemos que eso no es verdad pero aún no estoy listo como para decirlo en voz alta.

Hasta que aprendas a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora